Bloqueo socialcomunista al Congreso

Bloqueo socialcomunista al Congreso

En un momento en que la crisis sanitaria y económica desatada a consecuencia del coronavirus ha obligado al Gobierno a decretar el estado de alarma, más que nunca se debería ser especialmente cuidadoso con lo que representa la democracia. Pero el Ejecutivo, lejos de guardar las formas y dotar de normalidad a las instituciones, dentro de las circunstancias excepcionales que atraviesa España, ha aprovechado el momento para perpetrar el bloqueo a la función de control al Gobierno que hace la oposición en el Congreso de los Diputados.

La Mesa de la Cámara Baja, controlada por PSOE y Podemos, ha acordado delegar en la presidenta socialista, Meritxell Batet, la organización de todos los Plenos que haya durante el periodo de alarma y paralizar las iniciativas parlamentarias ya en marcha, muchas de ellas relativas a la gestión del Gobierno en esta crisis sanitaria. Estamos ante una medida gravísima que representa un ataque a la esencia misma de la democracia, justo en el momento en que la democracia, pese a la situación de excepcionalidad que vivimos, debería emerger con más fuerza que nunca.

De esta forma, Batet asume plena potestad en programar los Plenos de la Cámara y en calificar los escritos que los grupos parlamentarios presenten al respecto. Y además, todas las iniciativas parlamentarias —también las de control al Gobierno— ahora en tramitación quedan en suspenso a partir del 19 de marzo. El estado de alarma no implica poner también en cuarentena el control parlamentario al Gobierno; al contrario, por razones obvias, debería, más que nunca, potenciarse. Interrumpir el normal funcionamiento de los poderes constitucionales del Estado es una cacicada más propia de regímenes bolivarianos que de una democracia asentada.

Con más motivos que nunca, el Ejecutivo socialcomunista tiene que dar ahora respuesta a las cuestiones que le plantee la oposición. Utilizar el estado de alarma para pervertir una de las piedras angulares de la democracia es reflejo de la actitud totalitaria de un Ejecutivo que, ante las crecientes muestras de incapacidad que está dando, ha decidido silenciar a la oposición.

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