Y Aznar rompió la campaña

José María Aznar

Las elecciones regionales que se celebran este mes en Castilla y León fueron planteadas como una balsa de aceite con la intención de que el PP se comiese a Cs en la comunidad castellano-leonesa (del mismo modo que lo hizo en Madrid). La convocatoria tenía además una misión a nivel general: consolidar la alternativa de Pablo Casado y enterrar las irresueltas disputas de la dirección nacional del PP con la regional de Madrid. Sin embargo, las cosas no son tan fáciles como parecen: ni Castilla y León es la Comunidad de Madrid ni el momento es el mismo ni Mañueco es Ayuso, por más que el tema se quisiera plantear como si todo fuera igual, o como si la tensión entre la regional de Madrid y la nacional estuvieran resueltas.

Lo que nadie podía prever es que la sorpresa de la campaña iba a venir del propio PP, pues todo parecía atado y bien atado. En efecto, la dirección nacional se ha cuidado mucho de evitar la aparición de Ayuso en la campaña. Querían hacer un Ayuso sin contar con Isabel Díaz Ayuso, porque saben que Mañueco no resiste la comparación. Lo que no podían esperar es que la tensión irresuelta entre el modelo Ayuso y el modelo Casado podía entrar en campaña en la voz autorizada de José María Aznar, quien para bien o para mal es el líder más valorado por el electorado tradicional del PP (buena parte del cual hoy vota Vox).

Y Aznar llegó y habló. Y reclamó un líder fuerte rodeado de los mejores, y dejó claro que no se puede aspirar al Gobierno sin tener claro para qué se quiere gobernar. Dejaba así Aznar en evidencia al modelo Casado (el de la corte de militantes jóvenes ninguno de los cuales sobresale sobre el líder, y que vive cerrado a los valores que encarna Vox) frente al modelo Ayuso (la de la corte de super-consejeros y asesores que la superan en edad y cualificación, y que vive abierta a las propuestas, ideas y electorado de Vox).

Durante los últimos meses, la estrategia del PP ha pasado por mimetizarse con la corrección política para absorber a Ciudadanos. Mientras, Vox predica incansable que eso es asumir el programa socialdemócrata sin dar batalla cultural de ningún tipo. El resultado en las encuestas es evidente: un PP estancado e incapaz de rentabilizar el triunfo de Madrid, frente a un Vox disparado tendente al empate técnico al borde del sorpasso (véase el último electopanel).

La campaña de Castilla y León tenía que eclipsar esa tendencia. Pero Aznar, lejos de abonar la estrategia, ha roto la campaña y ha abierto la puerta a que pase lo que suele ocurrir cuando el PP decepciona a sus votantes, lo que ocurrió en Cataluña… que Vox se dispara en votos. Seguramente sin quererlo, con sus alusiones al populismo alternativo al PP, Aznar ha dejado claro que ese es el voto del votante popular desencantado.

Al PP le saldrán bien las elecciones porque la estrategia de absorción de Ciudadanos sigue intacta. Pero Aznar ha apuntado al flanco derecho para dejar en evidencia que ahí hay una carencia. Una carencia que hoy por hoy beneficia a Vox. Podría habérselo callado. Pero Aznar ha decidido romper la campaña. Y con ello asegura que servirá para lo regional, pero seguramente no para lo nacional.

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