El autoritario Sánchez y su ‘fachosfera’

Sánchez fachosfera
  • Graciano Palomo
  • Periodista y escritor con más de 40 años de experiencia. Especializado en la Transición y el centro derecha español. Fui jefe de Información Política en la agencia EFE. Escribo sobre política nacional

Produce ternura ver a Pedro Sánchez dictar conferencias sobre la «templanza» –virtud cardinal por excelencia en un gobernante– casi al mismo tiempo que insulta y coloca fuera de la democracia a una parte mayoritaria de españoles que le rechazan como primer ejecutivo de la nación y abominan de su inexistente código ético, imprescindible para cualquier dirigente público.

Desde la muerte del general Franco, he conocido a todos los presidentes del Gobierno habidos en el país, muy singularmente a los que pueden considerarse de mi generación. Jamás había visto nada igual que hasta le llegada al poder del actual, que mutó radicalmente desde el primer día que durmió en Moncloa.

Se mire por donde se quiera, Sánchez es el presidente más autoritario y despreciador de la norma de cuantos primeros ministros han ocupado el cargo en democracia. Mientras se le caen los dientes predicando moderación, templanza y buen tono, en la práctica levanta muros, retuerce el sentido común y descalifica a todo aquel que no traga con sus embustes. Se ha instalado definitivamente en la fachosfera y amenaza con levantar tienda en ese predio.

Acusa a los demás de no respetar la Constitución y resulta que es el jefe de Gobierno que más medidas inconstitucionales ha tomado; desde el nombramiento de la ínfima Rosa María Mateo al frente de RTVE (que se llevó más de un millón de euros al coleto mientras destrozó la radiotelevisión pública) a los estados de alarma, pasando –entre otros casos– por la cooptación de la ex ministra Magdalena Valerio al frente del Consejo de Estado. Está en la fachosfera permanente y continuada.

Como algo no le debe funcionar correctamente en sus neuronas, acusa a la oposición y a los medios críticos de lo que él practica sin miramientos ni sonrojo. ¡Un auténtico caso! Las burdas mentiras que repite con fruición las masculla como si fueran la verdad revelada, y se queda tan ancho… ¡Un auténtico artista de la pista!

Su ferocidad y fachenda contra el discrepante se puede describir incluso entre su entorno de agraciados. El que osa poner en duda su capacidad de gran estadista es fusilado al amanecer en el ejercicio que mejor sabe hacer el sátrapa: la marginación y el ostracismo. Ya lo dijo García-Page: se los ventila a todos.

Este es el hombre paradigma de la fachosfera; ni un ápice de liberalidad, ni un gramo de bonhomía. Y en ese marco chapotea.

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