Albiol, azote de la okupación

En las últimas elecciones municipales hice una cosa que no había hecho nunca: pedir el voto para un candidato. En este caso, para el alcaldable del PP por Badalona, Xavier García Albiol.
Fui a verlo en acción a un bar de esta localidad. No era un mitin. Era un centenar de vecinos hablando tranquilamente con él. Al final lo entrevisté. Y, como decía, pedí el voto para él. El vídeo debe estar circulando por las redes.
No las tenía todas consigo todavía. Desde luego partía de favorito. Pero sabía que, para gobernar, necesitaba mayoría absoluta.
A Albiol le han hecho muchas putadas. La última, una querella por no sé qué de unas antenas de las que resultó, de nuevo, absuelto.
Como no pueden vencerlo por la vía democrática, intentan por la vía judicial. Ahora, nada más ser exculpado, creo que los de la CUP ya le han metido otra.
Recuerdo que hace años los de SOS Racismo también lo sentaron en el banquillo. Con el visto bueno de la prensa más progresista como El País y El Periódico. Había incluido en un folleto una foto de un balcón con un cartel que decía “fuera rumanos” o similar.
Pero en una ocasión, dándome una vuelta por Llefià -uno de los barrios con más inmigración- vi un cartel similar: “No queremos rumanos. Firmado: el presidente de la Comunidad”.
En ambos casos, me temo, que se referían a rumanos de etnia gitana que, por cierto, tampoco los querían en su país de origen.
Hace años ya se montó un pollo porque Alicia Sánchez-Camacho, visitó la localidad con una diputada del Frente Nacional francés. Si la expresidenta del PP catalán, ahora instalada en Madrid, lee estas líneas se acordará.
Estábamos una treintena de periodistas revoloteando como buitres. Incluidas, por supuesto, varias cámaras de televisión. Ya saben: el PP confraternizando con la ultraderecha. A mí se me acercó una señora. Ya mayor.
“Joven -me dijo: entonces tenía unos años menos-, venga, venga”.
Me llevó hasta el portal de su casa. No lejos. El típico bloque de pisos construido en los años 60. A mí y a otro colega que se interesó por su caso. No sé si de Antena 3.
La mujer en cuestión, como mucha otra gente, había llegado a Badalona de joven. Había trabajado toda la vida. Y ahora tenía un piso que … no podía vender.
Su escalera tenía el mismo tipo de vecinos que hemos citado antes. Con los consiguientes problemas de incivismo, insalubridad e incluso inseguridad que comportaba. No voy a explicar, para evitar herir la sensibilidad del lector, algunas de las cosas que me contó.
Pero después de haber pagado una hipoteca durante más de treinta años … ¿Quién le iba a comprar su piso? Por eso, Albiol ha conseguido, algo inaudito para un dirigente del PP, que le voten tanto independentistas como gente de izquierdas. Soy también testigo.
En otra visita a Badalona hice lo que hacemos los periodistas en estos casos: preguntar al taxista que me llevaba al barrio de la Salud.
• “Mire yo soy de izquierdas, votante de Iniciativa -el antecedente de los Comunes- pero votaré a Albiol.
Y durante un acto en un teatro antes de las últimas municipales, vi -agazapado entre el público- a Ferran Falcó, el alcaldable de CiU durante muchos años. Sin mucho éxito, todo hay que decirlo. Luego, como todos, se pasó al proceso. Supongo que debe estar arrepentido porque se lo ha cargado todo.
Desde luego, sus comienzos no fueron fáciles. Al fin y al cabo, Badalona fue, en los primeros años de la Transición, un feudo comunista. Y luego socialista.
Entró por primera vez de concejal en los años 90. Y luego ha sido picar piedra, mucha piedra. La última vez hasta lo desalojaron de la alcaldía con una moción de censura de todos contra Albiol.
Al sucesor, el alcalde socialista, lo pillaron un día bebido por Barcelona. En el incidente hasta le dio tiempo de morder a un agente de la Guardia Urbana. Tuvo que dimitir.
Por eso Albiol es alcalde. Porque se lo ha currado. El anterior fin de semana estuvo varias horas a pie de obra. Una okupa quiso hacerse con una vivienda gratis y por la cara. A pesar de la oposición de los vecinos.
Lo increíble es que, en este país, los que tengan que dar la cara contra la okupación sean los políticos como él. Ni los Mossos ni los jueces ni, desde luego, los políticos.
Pero ya saben lo que decía Irene Montero: que es un invento de la derecha. Eso sí, ella está cómodamente instalada en Bruselas a 25.000 euros al mes.