El adoctrinamiento antiespañol del nacionalismo limita el conocimiento
El informe PISA que elabora la OCDE en un total de 80 naciones sobre los conocimientos y actitudes de los jóvenes al finalizar la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) presenta, en lo relativo a España, aspectos que se prestan a una profunda reflexión: en las comunidades autónomas donde más se persigue el español en favor de las respectivas lenguas cooficiales -Cataluña, País Vasco y Baleares- los alumnos están a la cola en lectura, matemáticas y ciencias.
En matemáticas, los jóvenes de la ESO de Cataluña han obtenido un resultado de 469 puntos, cuando en 2018 obtuvieron 490, mientras que en ciencias los resultados han sido de 477 puntos frente a los 489 de cuatro años antes. Por su parte, los alumnos del País Vasco obtuvieron una puntuación de 475 puntos en lectura en 2018 y en 2022 han empeorado hasta los 466 puntos.
Una senda de bajada de calificaciones que también han seguido en matemáticas, pasando de 499 puntos hace 4 años a 482 el año pasado. Por último, en ciencias han pasado de 487 puntos a 480. En Islas Baleares, gobernadas durante los últimos años por una izquierda rendida al independentismo catalán, el escenario no es muy distinto: los alumnos de Secundaria han empeorado pasando de 479 puntos a 472, en matemáticas de 483 puntos a 471 y en ciencia de 482 en 2018 a 480 en 2022.
En sentido contrario, Madrid ha entrado por primera vez en el top 10 del Informe Pisa en matemáticas, lectura y ciencia, en las que ha obtenido la sexta, novena y décima plaza de los rankings, respectivamente, con mejores datos que potencias educativas mundiales como Finlandia. La conclusión es sencilla: el nacionalismo, propenso a excluir el español y lo español de las aulas, está cercenando el conocimiento de los jóvenes. O dicho de otro modo: están construyendo sociedades constreñidas donde el saber se pliega a la ideología con resultados funestos. Por decirlo más claro: están hipotecando el futuro de las nuevas generaciones, las que el día de mañana tendrán que competir en desventaja con los jóvenes educados en sociedades más plurales y abiertas.