Sevilla baja el listón y saca a Padilla por la Puerta del Príncipe
La plaza de la Maestranza bajó este sábado varios puntos el nivel de su exigencia para premiar holgadamente con tres orejas al diestro Juan José Padilla, que logró así salir por el privilegiado umbral de la Puerta del Príncipe, en el penúltimo festejo de la feria de Abril de Sevilla.
A pesar de la lluvia y de las nubes, la del sábado de feria fue la corrida del sol, del los tendidos de sol, que se llenaron de un público amable con ganas de fiesta y que en nada se pareció al más exigente de otras tardes en una plaza casi siempre tan buena catadora del toreo.
Fue así como, con la complacencia del presidente, que sacó sus pañuelos con la misma alegría que se agitaron en el tendido, y con la generosidad del supuestamente entendido director de la banda, que amenizó a destajo la verbena, la fiesta terminó con la insospechada apoteosis de la salida por la Puerta del Príncipe de Padilla.
Ya fue muy generosa la concesión de la primera oreja al jerezano, que abrió su tarde recibiendo a ese segundo con una larga cambiada a portagayola y un tercio de banderillas con tantos fallos como aciertos.
Después, el pasodoble acompañó de principio a fin, sin cortes ni interrupciones, una faena de escaso contenido a un toro de medias arrancadas al que Juan José Padilla aplicó también su repertorio populista de rodillazos y adornos ligeros.
Así que, dispuesto a aprovechar las rebajas, el de Jerez se fue de nuevo a la puerta de chiqueros para recibir al quinto, un ejemplar altísimo de agujas y con la cara por las nubes que se movió sin celo tras las telas, pero también de forma incansable y sin exigir grandes apuestas al matador.
Clavó Padilla los palos esta vez sin mayores apuros, de tanto que se abría el toro, y, de nuevo con la complicidad del señor de la batuta, tuvo un largo fondo musical para un trasteo de poco reposo.
Con habilidad de veterano, el de Jerez aprovechó colocado al hilo del pitón, y a veces atrincherado en los costillares, el movimiento continúo del de Fuente Ymbro, lo que, por repetición, calentó a un tendido esta vez muy receptivo al toreo populista, antes de que el toro se rajara y muriera de una estocada trasera que dio paso a la desmedida concesión de otras dos orejas.
Y aún hubo más regalos presidenciales, porque para cerrar el dispendio, a El Fandi le dieron otro trofeo tras matar de un infame bajonazo al sexto de la ya tarde/noche, que, más bajo y de más armónica morfología, fue también el que más se empleó de la corrida.
El torero de Granada completó, como con su desrazado y renuente primero, un tercio de banderillas espectacular, poco reunido al clavar pero dominando la escena y el juego de terrenos con sus grandes facultades físicas.
En cambio, a la hora de aprovechar con la muleta a ese más que potable sexto, a El Fandi le faltó temple y asiento, en un trabajo vertiginoso en el que se mezclaron naturales largos con enganchones y tirones bruscos de la tela.
Por su parte, Finito de Córdoba faenó en un ambiente descontextualizado para su clásico y sobrio concepto, sin sacar mayores logros de un lote desclasado y sin voluntad para embestir más de un par de veces seguidas a su muleta.
FICHA DEL FESTEJO:
Seis toros de Fuente Ymbro, de presencia poco armónica, por sus descompensadas hechuras, y de juego en general desrazado, aunque los dos últimos, también sin emplearse demasiado, tuvieron la virtud de la movilidad.
Finito de Córdoba, de pizarra y oro: pinchazo y bajonazo (silencio), estocada (silencio).
Juan José Padilla, de añil y oro: estocada caída trasera (oreja); estocada trasera tendida (dos orejas).
El Fandi, de nazareno y oro: estocada caída atravesada (silencio); bajonazo (oreja).
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