Rita Maestre exige a Almeida que regale agujas y jeringuillas para el ‘chemsex’, el uso de drogas en el sexo
El Ministerio de Sanidad señala el impacto "muy limitado" de proporcionar estos instrumentos para prácticas sexuales
Más Madrid ha elaborado una batería de medias para el manejo del chemsex, en pleno auge de esta peligrosa práctica sexual con drogas. A nivel municipal, la formación liderada por Rita Maestre ha propuesto que el Ayuntamiento proporcione agujas y jeringuillas a las personas que por uso recreativo quieran consumir estupefacientes por vía intravenosa para mantener relaciones sexuales, práctica conocida como slam. Esta medida ha sido estudiada recientemente por el Ministerio de Sanidad, encabezado por Mónica García, que ha puesto de manifiesto el impacto «muy limitado» que tiene proporcionar estos elementos en el ámbito de las prácticas sexuales.
La práctica del slam, que consiste en la administración de drogas por vía intravenosa, ha ganado popularidad notable entre usuarios de chemsex. La erotización de esta práctica involucra un complejo entrelazamiento de las drogas, el deseo sexual y la búsqueda de experiencias más intensas y sensoriales, a través de la administración intravenosa de sustancias como metanfetaminas o catinonas, entre otras. Sin embargo, el consumo intravenoso no solo aumenta los riesgos físicos y de salud asociados con el consumo de drogas y las prácticas sexuales de riesgo, sino que también añade complejidad al abordaje del chemsex desde una perspectiva de salud pública.
Por este motivo, la solución del partido de Rita Maestre es que los ayuntamientos proporcionen las herramientas para el uso intravenoso de sustancias, como jeringuillas y agujas.» Estas administraciones podrían proporcionar un acceso fácil y discreto a las agujas y jeringas estériles. Además, se podrían establecer asociaciones con farmacias locales en zonas de mayor riesgo para proporcionar un acceso aún más fácil», apuntan desde la formación de izquierdas.
Para hacer esta propuesta, Más Madrid ha mirado a Estados Unidos, que en la actualidad se enfrenta a un grave problema con las drogas tras la epidemia del fentanilo. Concretamente, la formación de Rita Maestre pide basarse en el programa de la San Francisco AIDS Foundation, que cuenta con un Centro de Reducción de Daños para el acceso a suministros para un uso más seguro de sustancias, equipos de inyección y eliminación de jeringas, formación y suministros para la prevención de sobredosis, incluida la naloxona. Sin embargo, tal y como aparece en su página web, estos programas van orientadas a personas que consumen drogas de manera habitual, no a los usos recreativos de las mismas orientadas al sexo.
El pasado 16 de junio, el Ministerio de Sanidad encabezado por Mónica García, puso de manifiesto el escaso impacto que tienen estos programas de intercambio de jeringuillas con respecto al chemsex. La subcomisión de prevención del Plan Nacional sobre el sida ha publicado un estudio sobre el establecimiento de estas prácticas y señaló una serie de inconvenientes. «Estos programas pueden ser eficaces para referir a los usuarios que lo requieran a servicios médicos o sociales adecuados e incluso facilitar, a los que estén motivados para ello, el acceso a un programa de tratamiento de su drogodependencia. Sin embargo, los cambios observados en relación con la modificación de las conductas sexuales de riesgo son mucho más limitados» reza el estudio ministerial.
En la línea de Mónica García
El pasado año, el Ministerio de Sanidad, capitaneado por la líder de Más Madrid, Mónica García, publicaba una guía Reducción de Riesgo en las Sesiones de Sexo y Droga en la que da pautas sobre cómo realizar prácticas sexuales bajo los efectos de las drogas, una práctica conocida como chemsex en la que recomendaba tener un camello de confianza que «tenga experiencia y conozca bien las drogas que vende».
La guía advierte que este tipo de conductas sexuales bajo los efectos de las drogas pueden hacer «bajar la guardia» a quienes las practican y asumir «determinadas conductas que implican un mayor riesgo de infección por el VIH y otras infecciones de transmisión sexual (ITS)». Además, señala, «los efectos de las drogas y la falta de sueño pueden provocar también episodios de ansiedad, alucinaciones, paranoia o psicosis».
Así, el documento recoge ocho puntos para «preservar la salud y reducir riesgo». El primero de estos puntos es tener un dealer, lo que en español se conoce comúnmente como un camello, es decir, un traficante de drogas, que inspire confianza y que conozca el producto que vende.
El segundo punto aconseja establecer «reglas de seguridad» antes de empezar la sesión, como, por ejemplo, «dónde llamar en caso de sobredosis o problemas con las drogas». Además, sugiere que si las drogas se consumen por vía inyectada, los participantes no se inyecten solos.
La guía también avisa de que las sesiones «pueden ser largas» y que, por tanto, puede resultar «útil» reunir previamente todo el material que se puede utilizar, como «kits de inyección segura, preservativos, lubricantes, guantes de látex, etc».Otro de los puntos que recomienda ese documento del Ministerio de Mónica García es ducharse durante las sesiones. «Tomarse una ducha, como mínimo, cada 24 horas, te resultará muy relajante y te proporcionará energía. Trata de buscar un espacio oscuro y silencioso en el que te puedas relajar durante un rato», señala.