Villarejo anotó en su agenda: «Esto les ha confundido (a Podemos) porque creían que yo era facha»
José Villarejo anotó en su agenda sus primeros comentarios tras las gestiones del dirigente histórico de Izquierda Unida Manuel ‘Lenin’ González ante la cúpula de Podemos. El 19 de octubre de 2016, el comisario escribía con cierto triunfalismo: “Esto les ha confundido, porque creían que era facha”.
En la misma libreta, junto al nombre “MANGONZA” (Manuel González), aparece la anotación que explica por qué Villarejo escribía esas impresiones sobre sus convicciones políticas: “Habló muy bien de JOY (De la Joya) y comentó mi acercamiento a BG (Baltasar Garzón) y al resto de la izquierda”.
Las observaciones de Villarejo dejan entrever que, a través de su mediador Manuel González, había pretendido hacer llegar a Podemos el mensaje de que mantenía unas excelentes relaciones con los partidos de izquierda y con la cúpula policial durante los gobiernos de Felipe González y de José Luis Rodríguez Zapatero.
Esos vínculos se reflejaron en sus trabajos mientras fueron ministros del Interior Juan Alberto Belloch (1993-1996) y Alfredo Pérez Rubalcaba (2006-2011). Durante todos esos años, Villarejo trabajó de agente encubierto, codo con codo, con los directores adjuntos operativos de la Policía (DAO) Agustín Linares y Miguel Ángel Fernández-Chico.
Con Belloch y Rubalcaba se dedicó a deshollinar algunos de los casos más mediáticos de la Seguridad del Estado como: GAL, Fondos Reservados, Escuchas del CESID, Astapa, Al Kassar, Paesa, Roldán y 11-M, entre otros.
Durante la égida de Rubalcaba, Villarejo participó activamente en el caso Gürtel para implicar al Partido Popular en casos de corrupción económica y en el caso Faisán para tapar el chivatazo del Gobierno de Zapatero a la banda terrorista ETA. Finalmente, sólo fueron condenados los policías que habían recibido órdenes de la cúpula de Interior, el comisario Enrique Pamiés y el inspector José María Ballesteros.
El propio Villarejo, que comparecerá en la Comisión de Investigación del caso Kitchen por el espionaje a Luis Bárcenas, ha reconocido que realizó más trabajos para gobiernos del PSOE que del Partido Popular. Incluso, durante su etapa de excedencia fuera de la Policía participó en el espionaje –pinchazos telefónicos incluidos– al alcalde de Burgos, José María Peña, hasta que lograron su dimisión. Entre el material intervenido a Villarejo por la Unidad de Asuntos Internos (UAI), en noviembre de 2017, deben apilarse unas microcintas de las grabaciones ilegales de un caso que debería ser catalogado como espionaje político.
Acercamiento a la izquierda
En la agenda de Villarejo, en el mismo párrafo de la página correspondiente al 19 de octubre de 2016, junto al texto ya reseñado, aparece otra anotación del comisario sobre las observaciones del dirigente de Izquierda Unida Manuel González: “Habló muy bien de JOY (el empresario Adrián de la Joya) y comentó mi acercamiento a BG (Baltasar Garzón) y al resto de la izquierda”.
Y Villarejo apunta, entre paréntesis, que esa percepción equivocada que Podemos tenía sobre él procedía de la campaña emprendida contra su persona por otros policías como Marcelino Martín Blas y Jaime Barrado, ya jubilados, en la conocida como “guerra entre comisarios”. Ambos participaron en un documental producido por Jaume Roures sobre lo que llamaban operación Cataluña y policía patriótica del PP.
Se producía una situación curiosa: Martín Blas, que siempre fue considerado en la Policía como un comisario que representaba a la extrema derecha, le hacía el juego a los independentistas de Roures mientras Villarejo presentaba en su currículum su condición de secretario general del Sindicato Profesional de Policía, el mayoritario en el Cuerpo desde el arranque de la Transición. Era un sindicato conservador y moderado que luchó por la modernización y democratización del colectivo policial. Villarejo llegó a sentarse en 1983 en una mesa con Felipe González –recién aterrizado en La Moncloa– para negociar el futuro profesional de la Policía.
En otra anotación anterior, fechada el 17 de septiembre de 2016, Villarejo escribe junto al acrónimo “MANGON» (Manuel González): “Propone vernos en breve. Para organizar contactos”. Una vez más, se refería a las citas con miembros de la cúpula de Izquierda Unida y Podemos.
Las agendas secretas de Villarejo demuestran que estableció unas relaciones fluidas con Manuel González, la persona que había abierto las puertas del Palacio de Miraflores a Juan Carlos Monedero, Íñigo Errejón y Pablo Iglesias. Todos ellos pudieron convertirse en asesores de Hugo Chávez gracias a los comunistas de IU.
La agenda secreta de José Villarejo confirma la intermediación de Manuel González, quien transmitió en nombre de Podemos al comisario la posibilidad del desbloqueo de una cuenta de un banco africano con dinero procedente de Venezuela, según denunció el propio Villarejo ante el juez de la Audiencia Nacional Manuel García-Castellón.