Las cintas de Villarejo prueban que Martín Blas mintió al negar su participación en la ‘Operación Cataluña’

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Los archivos sonoros intervenidos a José Villarejo, que siguen en poder de la Unidad de Asuntos Internos (UAI) y del CNI, prueban que el comisario principal Marcelino Martín Blas no dijo la verdad cuando negó su participación en la conocida como Operación Cataluña. En las cintas que hoy reproduce OKDIARIO se escucha al ex jefe de la UAI reconocer que ha recibido instrucciones de sus superiores para actuar en Cataluña, que ha mantenido contactos con las fuentes de la investigación en Barcelona y que ha viajado a menudo a la capital catalana para coordinar los movimientos policiales.

Martín Blas ha negado de manera sistemática su colaboración con Villarejo en las pesquisas en Cataluña, pero las cintas demuestran que no sólo mantuvo una estrecha relación con el compañero comisario, sino que, a partir de comienzos de 2014, se hizo cargo él personalmente del seguimiento a los Pujol y a otros investigados. Desde entonces recogió el testigo de Villarejo, que había captado a informantes como Victoria Álvarez y Javier de la Rosa.

El desmentido más ceremonial del ex jefe de la UAI (cargo que ocupó entre febrero de 2012 y marzo de 2015) fue cuando compareció en el Parlamento catalán en 2017. Entonces, se esforzó en trasladar toda la responsabilidad de la trama a Villarejo y al director adjunto operativo de la Policía (DAO), Eugenio Pino. El ex jefe de la UAI insistió ante los diputados catalanes: “Quien diga que yo estaba en esta unidad miente”. También se desmarcó de cualquier relación con el comisario José Villarejo como de haber viajado con él a Barcelona. Así se puede apreciar en el vídeo de Youtube reproducido en estas páginas.

En la citada comparecencia, para negar sus relaciones, Martín Blas se escudaba en las declaraciones de Villarejo ante la Fiscalía y la Abogacía del Estado durante el juicio del caso del Pequeño Nicolás. Entonces, el ex comisario se confundió de año cuando aseguró que se había reunido a lo largo de 2012 en numerosas ocasiones con Marcelino y que había viajado con él a Barcelona.

El diario podemita Público de Jaume Roures aprovechó ese desliz para afirmar, en junio de 2019, con grandes titulares que Martín Blas jamás trabajó con Villarejo ni participó “en la ilegal Operación Cataluña”.

Las grabaciones que hoy reproduce OKDIARIO demuestran que los encuentros entre Martín Blas y Villarejo se produjeron a lo largo de 2014 y 2015, hasta que el comisario fue destituido de la jefatura de la UAI en marzo de 2015. En una de sus conversaciones grabadas por Villarejo, siguiendo la costumbre de registrar con una micrograbadora todos sus encuentros, ya fueran cara a cara o por teléfono, Martín Blas reconoce haber recibido instrucciones de sus superiores –del DAO Eugenio Pino– “para ir metiéndose en Barcelona”.

Guerra de comisarios y cloacas policiales

Pero las intensas relaciones entre Villarejo y Martín Blas, en las que se cruzaban piropos, se tradujeron en odio y venganza.  Los primeros choques se produjeron a raíz de las investigaciones de Martín Blas del caso Emperador, en las que relacionó a un hijo de Villarejo, a su amigo, el comisario Carlos Salamanca, y a otros policías con las mafias chinas de Gao Ping. Después, llegó la filtración de una cinta con la grabación del encuentro de Martín Blas con agentes del CNI donde marcaban la estrategia en el caso del Pequeño Nicolás, de lo que el jefe de Asuntos Internos culpabilizó a Villarejo. Y, por último, las presiones del comisario ante el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, para que cesara a Martín Blas, como finalmente sucedió en marzo de 2015.

Las relaciones entre los dos comisarios soportaron altibajos durante esos meses, entre el amor y el odio, como destaca a OKDIARIO uno de sus ex jefes. La curva de inflexión se produjo cuando Martín Blas acusó a su compañero de grabar y filtrar el audio de un encuentro con directivos del CNI, en octubre de 2014, y de reunirse con el Pequeño Nicolás en un parque de Madrid un mes más tarde, acusación que resultó falsa. Los agentes de Asuntos Internos confundieron a Villarejo con un jubilado de 81 años.

Francisco Nicolás, conocido como ‘el pequeño Nicolás’, en una vista judicial en 2018. (Foto: EFE)

La realidad fue que aquel enconamiento y desgaste entre los jefes policiales dejó sonados a los dos y alcanzó tal grado que generó en lo que se bautizó como “las cloacas de la Policía”. Indirectamente, la bronca afectó a un sinfín de casos: Gao Ping, Millet, Pujol, Pequeño Nicolás, Faisán, Kitchen, Cataluña, Gürtel… Hasta el punto de que la jueza instructora del caso Nicolay apartó a Martín Blas de las investigaciones de la comisión judicial y el CNI propició que Villarejo ingresara en prisión en noviembre de 2017.

En la actualidad, Villarejo y Martín Blas son compañeros de viaje como imputados por el juez Manuel García Castellón en una misma pieza judicial: la Kitchen de la operación Tándem por el espionaje al ex tesorero del PP, Luis Bárcenas.

En otra de las conversaciones telefónicas entre Villarejo y Martín Blas, grabada el 6 de mayo de 2014, queda patente que los hombres de Villarejo en Barcelona, como el ex policía Antonio Giménez Raso, ya estaban bajo las órdenes de Martín Blas.

La llamada la realiza Villarejo desde la sede del DAO de la Policía y es él quien inicia el diálogo.

–JOSÉ VILLAREJO (JV): “Qué tal, Marcelino?.

-MARCELINO MARTÍN BLAS (MMB): Estoy aquí… Ahora va para allá Antonio (Giménez Raso). Lo verás…

–JV: Perfecto… Lo veré un momentito. No mucho porque ya le he dicho que todas las cosas te las comente a ti porque a mi ya no tiene por qué…

Villarejo apartado de Cataluña

Villarejo reconocía que había sido apartado de la dirección de las investigaciones en Cataluña y que de ellas se encargaba el jefe de la Unidad de Asuntos Internos. Resultaba algo sorprendente porque, en teoría, la UAI se encargaba de perseguir a los funcionarios corruptos de la Policía y no a la trama de los Pujol o de otros corruptos del independentismo catalán.

En esa conversación a Martín Blas le costaba hablar con Villarejo por el teléfono móvil –no como en sus encuentros personales– y se le notaba reticente. Tanto que le pide a Villarejo que cuelgue y le vuelva a llamar desde uno de los números fijos de las oficinas del DAO. Pero aquello no era un impedimento para que Villarejo registrara la voz de sus interlocutores porque el comisario solía colocar el micrófono de la grabadora junto al auricular del teléfono de mesa.

Martín Blas, una vez más, le decía: “Estaba viendo porque me ha llamado Eugenio (Eugenio Pino, el DAO de la Policía). Vamos a ver, habla con Antonio que te lo va a explicar”.  Y Villarejo le contesta: “Perfecto, perfecto…”.

Es una de las pocas veces que a Villarejo se le notaba afectado. Hablaba con una voz entrecortada y seria. No con la jerga jocosa y el tono de otras ocasiones. Ese tono de la conversación denotaba que el enfrentamiento entre comisarios se estaba gestando.

En el libro La España Inventada, que acaba de publicarse, sus autores Francisco Marco y Manuel Bravo relatan que Villarejo “cedió a Martín Blas los medios, confidentes y, sobre todo, a uno de los hombres de confianza: Antonio Giménez Raso”. Los autores del libro –la información más completa e interesante de todo lo que se ha publicado sobre las andanzas de Villarejo– reproducen otra conversación entre los comisarios que demuestra la autoridad de Martín Blas en las investigaciones en Cataluña.

–JV: Ya no necesitas nada.

–MMB: Lo dejamos ¿Vale?

–JV: ¿No necesitas nada, entonces? Joder, maricón.

–MMB: Muchas gracias, es igual.

–JV: De todas maneras, tenemos tú y yo un cafetito pendiente.

–MMB: Bueno, pero ya no hace falta que vayamos con prisas. Es que cuando te he llamado tenía prisa.

–JV: ¿Pero con Antonio Giménez Raso todo bien?

–MMB: Sí, todo bien.

-JV: Ya le he dicho que te cuente todo a ti. Y tal.

–MMB: En cuanto tenga un momento le voy a llamar porque le encargué unas cosas y a ver cómo las lleva.

Una relación entre el amor y el odio

El propio Martín Blas daba a entender durante esa conversación, que también reproduce OKDIARIO, que las riendas de la investigación las llevaba él. Quedaba patente, una vez más, que el jefe de la UAI era quien dirigía en Barcelona las pesquisas sobre los Pujol y el independentismo catalán.

En ese diálogo mantenido por teléfono, el 17 de junio de 2014, Martín Blas asumía que había establecido una relación directa con el ex inspector Antonio Giménez Raso, que se convertía en el ariete de la Unidad de Asuntos Internos en las investigaciones en Cataluña. El Melli, como también era conocido, trabajaba estrechamente con los agentes de una sección de la UAI, dirigidos por el inspector Rubén Eladio López. El grupo trabajaba desde la clandestinidad, ubicado en un hotel de Barcelona, sin que sus compañeros de Barcelona tuvieran conocimiento.

A Martín Blas no le gustaba que Villarejo lo interrogara y, menos, por teléfono. Recelaba de su colega porque conocía sus costumbres de grabar las conversaciones. Por todo ello, respondía con parquedad. Era una constante que se mantenía en la mayoría de las charlas.

En el momento de la conversación de junio las relaciones entre los dos comisarios no eran muy cordiales. El caso Emperador contra los chinos de Gao Ping, que había emprendido Asuntos Internos, se había enquistado. Villarejo defendía a su amigo, el también comisario Carlos Salamanca, a quien Martín Blas lo vinculaba con una organización corrupta.

No había sido así en otros momentos de sus relaciones que se reflejaba hasta en el lenguaje cuando hablaban entre ellos, como quedaba de manifiesto en otra conversación del 31 de enero de 2014, transcrita por Manuel Bravo y Francisco Marco.

Martín Blas le responde a Villarejo: “Dime, corazón”. Y Villarejo le devuelve el piropo: “¿Qué pasa, ilustre?”.

En el libro La España Inventada (Editorial Indicios), el detective y doctor en Derecho Francisco Marco relata la persecución que tuvo que sufrir –él y su empresa Método 3– de Martín Blas y Villarejo, que acabó con su ingreso en prisión. Desvela también que el grupo de Asuntos Internos que Martín Blas situó en Barcelona, al frente del que estaba el inspector Rubén Eladio López, tenía entre otras misiones seguir todos sus movimientos. El operativo fue financiado con fondos reservados del Ministerio de Interior, pero las acusaciones contra Marco quedaron diluidas con el tiempo. El empresario y experto en inteligencia pudo restituir su imagen profesional.

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