La prepotencia de Sanz Roldán propicia que Villarejo gane su primer caso de una larga carrera penal

Sanz Roldán CNI
El ex director del CNI, Félix Sanz Roldán.

Estaba cantado. Quienes se esforzaron en convencer al director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), Félix Sanz Roldán, para que no se querellara contra José Villarejo por los delitos de falsa denuncia e injurias se vieron impotentes por la cerrazón del jefe de los espías. Pese a su insistencia, no lo lograron. Finalmente, se ha producido un efecto bumerán y Villarejo ha ganado su primer caso en el largo recorrido penal que le espera.

Y quien lo ha propiciado ha sido el director del CNI. El general de cuatro estrellas, que a partir de 2013 se enzarzó en una guerra personal contra el comisario, no dudó en arrastrar en sus ambiciones personales a la Fiscalía y la Abogacía del Estado. Las dos instituciones, tras la sentencia absolutoria del Juzgado de lo Penal número 8 de Madrid -concluyente y contundente- han quedado en evidencia. El magistrado de Jesús de Jesús Sánchez Villarejo, en una sentencia ejemplar, ha dictaminado que Villarejo no incurrió en ninguno de los delitos que le atribuía el militar.

Sanz Roldán puede recurrir, pero lo que habría que determinar es si la verdadera denuncia falsa fue la del ex director del CNI. También habría que aclarar a los contribuyentes quién se va a hacer cargo de la minuta del abogado del general, aunque las costas hayan sido declaradas de oficio.

La realidad es que la prepotencia, la soberbia, la megalomanía, las ínfulas y la vanidad del general de cuatro estrellas Sanz Roldán han propiciado que Villarejo gane su primer juicio de las más de 30 piezas que le esperan en la Audiencia Nacional. Además, tiene pendientes otras dos causas: Nicolay y Doctora Pinto.

Era la primera vez en los últimos 50 años en la que un director de los servicios secretos -tanto del SECED, CESID o CNI- se aferraba a la Fiscalía y a la Abogacía del Estado para actuar penalmente, por despecho, contra un comisario de Policía. Y cuáles eran los delitos de Villarejo: denunciar al director del CNI ante la Audiencia Nacional de filtrar a El País una fotografía del comisario y otros funcionarios de la Seguridad del Estado en una operación antiterrorista en Melilla y de manifestar en un programa de televisión que el general había amenazado a Corinna Sayn Wittgenstein cuando la visitó en Londres el 5 de mayo de 2012.

Sobre lo primero, como razona el magistrado en la causa, es difícil apreciar una denuncia falsa porque cuando el afectado la presenta es porque está convencido de que tiene la razón. Se trata de una percepción subjetiva. Otra cosa habría sido que la operación antiyihadista en Melilla fuera una invención, pero Villarejo contó en el juicio con el testimonio de José Luis Olivera, que también aparecía en la fotografía publicada en primera página del diario de Prisa. El entonces jefe del Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO) del Ministerio del Interior declaró que el viaje a Melilla respondía a una operación secreta, de la que el CNI tenía conocimiento. El magistrado, finalmente, reconoce en la sentencia que Villarejo actuaba de agente encubierto cuando le hicieron la fotografía.

Una foto manipulada

Aunque la foto fue filtrada al periódico dos años después, el egocentrismo y el ánimo de venganza de Sanz Roldán estuvo a punto de poner en peligro una operación policial y en riesgo la vida de la fuente con la que Villarejo, Olivera y otros dos funcionarios del CITCO se entrevistaron en el Norte de África. Lo más grave es que el CNI, que se dedica a ese tipo de misiones, deje con el culo al aire al confidente de unos policías.

Sobre la fotografía publicada en El País, en una información firmada por el periodista Javier Ayuso, ex director de Comunicación de la Casa del Rey y ex colaborador de los servicios secretos -según la Fiscalía Anticorrupción- quedan algunos aspectos oscuros por aclarar. En ella aparecían Villarejo y Olivera bajando por la escalerilla del avión, pero tal imagen plantea la sospecha de que la instantánea pudo haber sido manipulada.

En aquel vuelo de Iberia, Olivera, su número dos en el CITCO -un comisario- y un teniente coronel de la Guardia Civil -también funcionario del CITCO- descendieron juntos del avión, pero los dos últimos no aparecen en la fotografía. Se daba la circunstancia de que los asientos de esos tres billetes habían sido reservados juntos por el CITCO, mientras la plaza de Villarejo había sido reservada por la Dirección Adjunta Operativa de la Policía. El comisario querellado, por lo tanto, salió del avión después de ellos, pero por arte de magia aparece junto al comisario Olivera. Un misterio que merece el peritaje de los expertos.

Ni ante tales evidencias el general se reprimió en sus ansias de venganza, aunque en su declaración sumarial y durante la vista oral aseguró que se querelló para defender a los miles de funcionarios del CNI. Una soflama un tanto exagera porque, en cambio, no lo hizo cuando Villarejo acusó a unos agentes del espionaje de perder por el camino parte del dinero de fondos reservados destinado a pagar el rescate del secuestro en Oriente Próximo de unos periodistas españoles. ¿Se reprimió la cúpula del CNI por miedo a la exceptio veritatis o prueba de la verdad?.

Tampoco se querelló cuando el comisario Martín Blas acusó a Villarejo de grabar un encuentro de un grupo de agentes de Asuntos Internos con espías del CNI. O cuando Sanz Roldán se enteró por medio de periodistas amigos de que Villarejo estaba detrás de la grabación de la reunión de un socio de Gao Ping con la agente secreta “María”.

Si el delito de falsa denuncia tenía muy poco recorrido, mucho menos consistencia tenía el de injurias por afirmar que Corinna había sido amenazada por Sanz Roldán. La princesa alemana lo confirmó por tierra, mar y aire: en las cintas de sus conversaciones que Villarejo le grabó de manera subrepticia (“He visto en la cara de Sanz Roldán el enorme placer de amenazarme y de ver mi miedo”), en un acta notarial que entregó en el Juzgado -la sentencia le dedica un apartado extenso- y en la entrevista que concedió a OKDIARIO en Londres, en diciembre pasado. Corinna siempre mantuvo antes del juicio que se sintió amenazada por Sanz Roldán, ella y su hijo, y que el general le provocó terror con su mirada.

El espía ‘Paul Bond’

La sentencia también recoge profusamente las denuncias de Corinna sobre el operativo que el CNI emprendió contra ella en Mónaco para recuperar una serie de documentos. El magistrado destaca los emails que Sanz Roldán, que se hacía pasar por ‘Paul Bond’, cruzó con Corinna. En ellos, le daba instrucciones para que abriera las puertas de su casa monegasca a los mercenarios de la empresa Algiz Security. En el juicio Sanz Roldán lo negó todo, incluso, que se escudara en la falsa entidad de ‘Paul Bond’ o que el CNI contratara a los soldados de fortuna. Pero las pruebas avalan todo lo contrario.

OKDIARIO desveló en marzo de 2019 los mensajes del fantasmagórico ‘Paul Bond’ a Corinna. En uno de ellos, remitido el 17 de mayo de 2012, después de su visita a la princesa alemana en el hotel Connaught de Londres, le decía: “Por supuesto, Su Majestad ha sido informado de todo esto”. El general se escudaba en una identidad de novelas de espías, pero se delataba con el contenido de sus misivas.

La propia Corinna ridiculizaba a Sanz Roldán en su segundo encuentro con Villarejo en octubre de 2016: “En el CNI se creen ‘James Bond’ pero los papeles no los van a encontrar nunca”.

El jefe del espionaje también negó durante el juicio que el CNI investigara el patrimonio de Villarejo, ocultando una vez más la realidad de los hechos. Basta con repasar algunas de las pruebas del sumario de la Operación Tándem para verificar que tampoco dijo la verdad. No sólo hay documentos, sino también grabaciones que demuestran que el CNI siguió los pasos del comisario antes de que la Fiscalía Anticorrupción abriera la causa en abril de 2017. En todo ese tiempo pre-sumarial la Unidad de Asuntos Internos hizo de comparsa.

El general, además, haciendo uso de su prepotencia, se lo confesó a un grupo de magistrados del Tribunal Supremo y de la Audiencia Nacional que realizaban una visita oficial a la sede del CNI a mediados de abril de 2016, dieciocho antes de su detención.

Pero ahí no acabó todo, el CNI y Asuntos Internos, cuando Marcelino Martín Blas era su jefe, también movieron los hilos desde la oscuridad para investigar a un grupo de periodistas que no se doblegaban a los intereses del capo del espionaje. La cúpula del servicio secreto mostró una gran tenacidad por “meter en la cárcel” al director de OKDIARIO, Eduardo Inda. Y para ello no escatimaron medios. Finalmente, les salió el tiro por la culata.

Un ex alto cargo de los servicios secretos manifestó a OKDIARIO: “Sanz Roldán se dará cuenta ahora de que cuando uno deja la dirección del CNI o del antiguo CESID desaparece su autoridad omnímoda o el poder de irradiar el miedo. He visto al absolutista Manglano pasear por la calle sin escoltas y olvidado por las esferas del poder”.        

     

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