Putin acude en ayuda de su aliado Bashar Al Assad

Vladimir-Putin
Un cartel que muestra al presidente sirio, Bashar el Asad (I), al ruso, Vladimir Putin, y al líder de Hezbolá, Sayed Hasan Nasralá en un microbus en al-Qardahah, cerca de Latakia. (REUTERS/Khaled al-Hariri)
Juanan Jiménez
  • Juanan Jiménez
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Los países de la Unión Europea se han enfrascado en la lucha por el reparto de las cuotas de los refugiados sirios y han dejado de lado el foco del problema: la guerra en Siria. Mientras tanto, el presidente ruso Vladimir Putin ha pasado a la acción y, aunque las autoridades no lo quieren reconocer, ya hay tropas enviadas por el Kremlin entablando acciones de combate en suelo sirio.

El tablero de ajedrez tiene un nuevo alfil plantando batalla. La tibia y desorganizada intervención de los países occidentales en el conflicto sirio, en su cuarto año de guerra civil, ha obligado a Rusia a tomar cartas en el asunto y acudir en ayuda de su aliado en la zona. Bashar Al Assad necesita más que nunca la ayuda exterior para frenar a los islamistas del Estado Islámico (EI), que van minando cada día que pasa las fuerzas de su ejército y capturan posiciones que debilitan al gobierno sirio. Lo que ha sorprendido, y preocupado, es que Putin haya tomado una decisión unilateral, sin contar con el resto de países occidentales.

Las autoridades rusas se excusan diciendo que, por el momento, no han enviado tropas a las zonas calientes. La colaboración se reduce a la presencia «de asesores militares» los cuáles, según fuentes oficiales rusas, siempre han formado parte de la estrecha colaboración entre Rusia y Siria. Hay que recordar que los rusos cuentan con una importante base naval en el puerto sirio de Tartus, a orillas del Mediterráneo, como parte del apoyo de las tropas navales rusas. De ahí que, para Putin la caída de Al Assad supondría perder a un aliado estratégico en la zona y dar alas para que el extremismo islámico se pudiera contagiar a determinadas regiones de religión musulmana de la Federación Rusa.

Estados Unidos ya ha mostrado cierta preocupación por la posible evolución del conflicto, una vez que los rusos comiencen a actuar contra los insurgentes del EI y, de paso, contra el ejército de Libre sirio, armado y financiado por el Pentágono y la CIA, y cuyo objetivo primordial era terminar con el régimen de Al Assad, pero que se han visto envueltos también en la lucha contra los yihadistas del Estado Islámico. El Kremlin ve el conflicto de otra manera. Para Rusia el gobierno sirio debe ser un aliado en la lucha contra el EI y no un problema, como se quiere hacer ver desde Estados Unidos y Europa.

«Toda ayuda por parte rusa en la lucha contra el Estado Islámico será bien recibida,  pero ya hemos dejado claro que es inconcebible para cualquier parte, incluidos los rusos, dar apoyo al régimen de Al Assad», dijo el portavoz de la Casa Blanca Eric Schultz.

La ‘guerra sucia’ se traslada de Crimea a Siria

Según las investigaciones de Ruslan Leviev, especialista en inteligencia en redes sociales, los soldados rusos enviados a Siria pertenecen a la 810ª Brigada de la Marina. Se sabe que esta unidad, perteneciente a la flota del Mar Negro, jugó un papel muy importante en la ‘guerra sucia’ que se produjo hace varios meses en la península de Crimea y que terminó con la disgregación de la zona prorrusa del resto de Ucrania. Este cuerpo de élite sería el primero en haber entablado combates con fuerzas del Estado Islámico en Siria. Además, hay informaciones que apuntan a que los rusos estarían construyendo un aeródromo en las afueras de la ciudad de Latakia, un reducto todavía bajo control de las fuerzas de Bashar Al Assad, que serviría como base para extender las operaciones militares rusas por el resto de Siria.

 

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