El Reino Unido arde contra la inmigración en la ola de disturbios desatada por el asesinato de 3 niñas

La Policía desbordada por las violentas protestas ciudadanas que están aprovechando grupos de ultraderecha

El laborista Keir Starmer no lleva ni un mes al frente del país

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Roberto Pérez
  • Roberto Pérez
  • Periodista y licenciado en Ciencias Políticas. Especialista en sector público, economía política y presupuestaria, e instituciones político-administrativas. Trabajó para Agencia Efe y Cope, ejerció durante más de 20 años en ABC -etapa que incluyó el ejercicio temporal de la corresponsalía de Nueva York- y actualmente es subdirector de OKDIARIO.

La Policía del Reino Unido está desbordada por todo el país. Las principales urbes viven días de disturbios sin precedentes, por el fondo y por la forma. Es la peor ola de protestas violentas que están incendiando como un polvorín callejero numerosas ciudades, una olla social que ha estallado y que está siendo aprovechada por grupos de ultraderecha. Este sábado a mediodía el balance provisional se elevaba ya a, como mínimo, veinte detenidos y cuatro policías heridos. Pero estas cifras no reflejan la auténtica dimensión de la ola de disturbios a la que las autoridades no logran poner freno y que han ido a más día tras día desde el pasado lunes. La mecha la encendió un crimen brutal: el asesinato a cuchilladas de tres niñas en un centro infantil de Southport. Otros ocho menores fueron acuchillados, pero han sobrevivido.

El autor de ese sangriento ataque es un joven de 17 años, hijo de inmigrantes ruandeses nacido en la británica Cardiff. El asesino cometió el crimen seis días antes de cumplir 18 años. La indignación ante lo ocurrido se tradujo en violencia contra quienes trataban de frenar las movilizaciones que empezaron a tomar un claro tono contra la inmigración. Contra la población de origen islámico, de forma más específica.

Las movilizaciones se han ido multiplicando, agitadas a través de las redes sociales y alentadas por dirigentes de ultraderecha que han encontrado en la indignación ciudadana una atmósfera propicia para hacerse visibles con sus tesis antimigratorias.

El Gobierno británico insiste en censurar esta ola de disturbios, pero sin éxito hasta el momento. El laborista Keir Starmer tomó posesión como primer ministro el 5 de julio. No lleva ni un mes en el poder.

La convulsión, lejos de frenarse, este sábado se ha multiplicado con numerosas convocatorias por todo el país. Los daños materiales son muy cuantiosos. Las batallas campales entre manifestantes y policías circulan con profusión por las redes sociales y asoman como noticia de primera línea en los medios de comunicación británicos, además de ocupar posiciones destacadas en medios extranjeros.

30 movilizaciones convocadas

Este sábado, las convocatorias de protesta abundan por toda la geografía del Reino Unido. La ola de disturbios incluye también a Belfast, la que fuera epicentro del terrorismo del IRA que ahora comparte posiciones comunes con el resto del Reino Unido en las violentas movilizaciones contra la inmigración.

Entre los enclaves en los que hay convocadas protestas convertidas en potenciales focos de disturbios figuran ciudades del calibre de Mánchester, Liverpool, Leeds, Bristol o Nottingham. También Bolton, Hull, Lancaster, Middlesbrough, Newcastle, Portsmouth, St Helens, Weymouth, Rotherham, Preston y Blackpool. Son un abultado botón de muestra, pero hay más. Este fin de semana se han convocado una treintena de manifestaciones en todo el país.

Batallas campales

La violencia callejera se ha extendido con esta ola de protestas que está desbordando a las autoridades del Reino Unido. En el centro de Hull se han producido este sábado incendios en destacadas calles comerciales. En Bristol estalló un violento enfrentamiento entre manifestantes de extrema derecha y contramanifestantes de ultraizquierda, con unidades policiales de por medio que trataban de zanjar esa batalla y que al mismo tiempo tenían que defenderse de los ataques de ambos bandos.

En Liverpool los disturbios se han etendido al distrito comercial de la ciudad. En esta gran ciudad se han producido numerosos arrestos y se han notificado varios casos de policías heridos.

Otro ejemplo han sido las protestas en Leeds, donde los disturbios se arrastran desde hace varios días. Decían las autoridades este sábado a mediodía que parecía que los disturbios les habían dado cierto respiro. Pero en absoluto dan por zanjada la tensión. Esa olla a presión en que se ha convertido el Reino Unido sigue viva también en Leeds.

Mientras tanto, la ministra del Interior, Yvette Cooper, se esfuerza por trasladar un discurso de autoridad que no cristaliza a pie de calle, al menos hasta ahora. Cooper dice que los manifestantes han desplegado «violencia criminal y desorden». Y asegura que ha dado orden a la Policía para que responda con «las medidas más energéticas posibles», mientras apela a la Fiscalía a actuar con rapidez y rigor, y a los tribunales para imponer condenas contra los incriminados por los disturbios. «Cualquiera que participe en este tipo de desorden debe tener claro que pagará», ha asegurado la ministra británica del Interior. Pero su contundencia verbal no se ha traducido, de momento, en la restauración del orden. Y sus ánimos a la Policía les saben a poco a unos agentes que se sienten desbordados.

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