Una nueva era para la Yakuza
‘El ocaso de la Yakuza’ es el titular de un documental que anda perdido en las noches temáticas de la segunda cadena de TVE y que los noctámbulos en busca de temas sesudos han podido disfrutar estas semanas. La pieza narra el declive de uno de los sindicatos mafiosos más conocidos y temidos del mundo: la Yakuza. Un miembro de los opacos clanes de los bajos fondos de Tokio, con nariz de boxeador y un pelín sonado, narra cómo ha dejado de pertenecer a la organización ante el declive de la misma y se ha transformado en un hombre de negocios. Incluso, se secciona el dedo meñique de una mano ante las cámaras en busca del perdón de su jefe, ofendido ante el fracaso de varios negocios.
El documental, filmado en 2013, se introduce en este submundo, cuenta la forma de proceder y qué negocios controlan estas oscuras organizaciones que algunos tildan de mafia legal pero que, hasta hace poco, escapaban al control de las autoridades. Tan sólo dos años después, el panorama dibujado por su director, Sebastian Stein, ha cambiado notablemente. Yamaguchi-gumi, la mayor organización criminal Yakuza de Japón, con más de 100 años de historia, vive sus momentos más bajos. La presión de la policía y la dureza con que son castigados sus miembros ha desembocado una especia de depresión para esta organización que antaño era a la vez temida y venerada.
Un nutrido grupo de mafiosos de Yamaguchi-gumi están abandonando el clan ante el deprimente futuro que se avecina y su intención es agruparse en nuevos clanes Yakuza que renazcan como el Ave Fénix y devuelvan a estos sindicatos del crimen el esplendor de antaño. Por este motivo, las autoridades están preocupadas. Una posible guerra entre bandas para captar los negocios de protección y extorsión puede desembocar en un grave problema de seguridad en Japón.
El origen de la Yakuza
El término Yakuza tiene su origen en una mala jugada del juego de cartas conocido como oichokabu. Una traducción literal sería «ocho-nueve-tres», que para un occidental no tiene el más mínimo sentido pero que en Japón es más que reconocible. Su origen se encuentra en los primeros movimientos de estibadores que empezaron a organizarse para proteger sus derechos. Pronto extendieron sus tentáculos a negocios menos lícitos como la protección personal, la extorsión, el blanqueo de dinero y los prestamistas.
Tradicionalmente, la Yakuza siempre ha rehuido de la violencia hacia los civiles, tampoco lo han necesitado debido a que sólo mencionar el nombre ya provoca una sensación de intimidación y respeto ante la cual pocos se han atrevido a hacer frente. En Japón existen 21 organizaciones que engloban la Yakuza. Se calcula que en la actualidad existen unas 184.100 personas pertenecientes a los diferentes clanes, según la policía japonesa.
La todopoderosa ‘Yamaguchi-gumi’
Harukichi Yamaguchi fue el creador del más grade, complejo y longevo clan de la Yakuza japonesa. Allá por 1915 organizó a un pequeño grupo de estibadores que poco a poco fueron introduciéndose en el negocio de protección a pequeños locales. Tras 20 años rigiendo los designios de la organización, Harukichi cedió el testigo a su hijo Noboru, bajo cuyo mando el clan mafioso se hizo con el control absoluto del tráfico en el mercado central de Kobe.
Con el paso de los años, a la par del crecimiento y la incursión en nuevos negocios ilícitos como la extorsión, la Yakuza comenzó a dejarse ver en nuevas actividades, legales todas ellas: negocios financieros, producción de películas e incluso servicios de seguridad en la industria nuclear. Tampoco hay que olvidar que la Yakuza no se ha ganado el prestigio y el respeto sólo por los negocios ilícitos. La cara amable de la mafia japonesa incluye la canalización de ayuda en casos de desastre, como el terremoto que arrasó las islas niponas y provocó el desastre de la central nuclear de Fukushima.
El ocaso de la mafia japonesa
A principio de los 90, las autoridades de Japón aprobaron la llamada Ley Anti-Boryokudan – que literalmente significa grupo violento- y que definía a los Boryokudan como «cualquier organización que ayuda a sus miembros a cometer actos delictivos habitualmente». Esta ley fue un mazazo para la Yakuza. En 1992, cerca de 192 organizaciones, calificadas como Boryokudan, fueron desmanteladas por la policía. De los más de 184.100 miembros, los clanes quedaron reducidos a unos 80.000. Cien años después de su nacimiento, Yamaguchi-gumi vive uno de sus peores momentos, con miles de sus miembros abandonando la organización y formando nuevos clanes mafiosos. Aumenta la preocupación de la la Policía japonesa ante una más que posible guerra intestina entre los clanes más poderosos de la Yakuza.