CÓNCLAVE

La herencia de Francisco en el Cónclave: cardenales de 71 países muy divididos sin un candidato claro

Este es el cónclave más internacional de la historia de la Iglesia

Este martes se ha celebrado la última Congregación pre Cónclave

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Paula Ciordia

Diez pasos. No más de diez pasos son los que algunos cardenales este martes han recorrido desde la plaza de San Pedro hasta el Instituto Maria Santa Bambina, ante la máxima expectación de los medios de comunicación de todo el mundo.

Diez pasos que distancian el fuerte cordón de seguridad policial que rodea los accesos del Vaticano de donde están hospedados algunos de los cardenales hasta ingresar esta noche –máximo mañana miércoles a la mañana– en la Casa de Santa Marta, donde todos los electores sin excepción permanecerán aislados durante el Cónclave, sin ningún tipo de acceso al exterior, inclusive periódicos, radios, TV.

Un cónclave histórico

Estamos en la víspera de uno de los cónclaves más decisivos de la Iglesia Católica. Mañana miércoles comenzará el rito para elegir al nuevo Pontífice. La última reunión previa se ha celebrado esta mañana y, a la salida, ningún cardenal ha querido pronunciarse ante la avalancha de medios internacionales.

De la misma manera, las oraciones a lo largo del todo el mundo son cada vez más presentes, a fin de pedir la intercesión del Espíritu Santo para que ilumine a los cardenales en la elección del Pontífice y que éste sea Santo.

En la plaza San Pedro, se puede ver a activistas políticos, como el mexicano Eduardo Verástegui, liderando el rezo del rosario todos los días a las 15:00 horas ante la basílica, siguiendo la recomendación hecha por el cardenal alemán Gherard Müller, defensor de que vuelva la ortodoxia en la Iglesia.

La ortodoxia o la reforma

Porque más allá de que se niegue en los ambientes vaticanos la divergencia entre conservadores y progresistas –categorías ideológicas que no tendrían sentido dentro del propio seno de la Iglesia– si hay una marcada ruptura entre aquellos que defienden la ortodoxia doctrinal o los reformistas, siguiendo la línea del Papado de Francisco. Un asunto que se está debatiendo estos días como materia nuclear ya no sólo en las congregaciones cardenalicias, sino en cafés, universidades, pasillos.

Más allá de las especulaciones sobre quién será el nuevo representante de la Iglesia Católica, hay que entender que el acontecimiento que se va a celebrar es un rito sagrado y, por tanto, los cardenales no eligen al sucesor de Francisco, sino al sucesor de San Pedro. De ahí que Roma estos días sea más que nunca Caput Mundi, capital del mundo, porque aquí, en la basílica de San Pedro está enterrado el apóstol a quien Cristo le dijo «sobre ti edificaré mi Iglesia».

El Cónclave: internacional

Ahora bien, si analizamos la composición de los cardenales en el Cónclave hay dos aspectos que nos deben llamar la atención:

  1. Es el cónclave más internacional de la historia. Jamás hubo 71 países representados, muchos es su primera vez.
  2. De ahí que, aunque el Papa Francisco haya sido criticado por nombrar la mayoría (108 de los 133 que participan), hay que decir que el rasgo predominante no habría sido la afinidad hacia él, sino plasmar la presencia universal católica en el Cónclave.
  3. De hecho Francisco nombró cardenal al alemán Müller, quien está asumiendo en cierta manera la portavocía en los medios de comunicación del ala más ortodoxa integrada por Robert Sarah, Raymond Burke –a quienes vimos pasear el primer día de las Congregaciones pre Cónclave juntos hacia el Vaticano–.

En definitiva, la mayoría de perfiles de los cardenales electos entre los que se encuentra el próximo Papa, son un mundo en sí mismo, con experiencias vitales muy distintas y diversas formaciones. Sus vidas son muchas de película, por ejemplo, el cardenal brasileño Braz de Aviz, quien recibió 130 proyectiles en su cuerpo por un secuestro, y quien ya sonó como candidato para suceder a Ratzinger.

Otro papable Pierbattista Pizzabala, perfil interesantísimo entre todos ellos y que podría lograr el consenso y la unidad que necesita la Iglesia, lo sería con el común acuerdo de diferentes sensibilidades y culturas. Lo que nos lleva a un cónclave emocionante, complejo, absolutamente impredecible y, por ende, difícilmente vaticinable.

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