Una experta en emociones lanza una advertencia a los que hagan un ritual de solsticio de invierno

Cada mes de diciembre, cuando el hemisferio norte se acerca al solsticio de invierno, miles de personas se preparan para celebrar una fecha cargada de simbolismo: el día más corto y la noche más larga del año. Para algunos es un momento para conectar con prácticas espirituales ancestrales, y uno de los elementos clave en un ritual de solsticio de invierno son las velas. Sin embargo, los expertos advierten: «el color de una vela puede tener un impacto emocional muy distinto al que te han contado. Usarlo sin comprender su efecto real puede generar el efecto contrario al que buscas».
Y añaden: «El problema no está en hacer rituales, sino en reproducirlos de forma mecánica sin considerar la carga emocional personal que ciertos colores pueden tener. El color no es un símbolo neutro. Cada persona responde a él según su historia, sus recuerdos, sus asociaciones y su estado emocional del momento. Pensar que un tono siempre atraerá lo mismo para todo el mundo es un error». Durante milenios, el solsticio de invierno ha simbolizado el renacimiento, y las velas representan la luz. De ahí que la elección del color se haya convertido en una especie de lenguaje simbólico dentro de las prácticas espirituales.
Ritual de solsticio de invierno
@macaresyogaretrea RITUALES PARA RECIBIR EL SOLSTICIO DE INVIERNO El solsticio de invierno marca el día más corto y la noche más larga del año: un momento de quietud, introspección y renacimiento. En muchas culturas, se celebra como un portal energético para cerrar ciclos, soltar lo viejo y sembrar nuevas intenciones. Recibirlo con rituales conscientes —como baños de hierbas, meditación, fuego, o escritura de deseos— nos ayuda a conectar con la energía de la tierra, honrar la oscuridad que precede a la luz y prepararnos para un nuevo comienzo lleno de propósito y claridad. Es el instante perfecto para detenerse, respirar y renacer desde adentro. Estos son algunos rituales sencillos que pueden realizar en casa para honrar el solsticio de invierno y a ustedes mismos. #solsticiodeinvierno #ritualesdesanación #bienestarintegral ♬ sonido original – macaresyogaretreats
Muchas personas aprovechan el solsticio de invierno para hacer un ritual que les permita cerrar ciclos, reflexionar sobre su vida y establecer intenciones para el año que comienza. Entre estos rituales, el uso de velas de colores es uno de los más habituales, ya que la la luz representa la llegada gradual de la claridad y del equilibrio emocional. Sin embargo, antes de encender una vela, es conveniente detenerse un momento a observar el estado emocional pelegir aquellos tonos que realmente resuenen con la intención que se quiere trabajar.
Para comenzar, es recomendable preparar un espacio tranquilo y ordenado, donde no haya interrupciones. Además, la luz ambiental debe ser tenue, de modo que las llamas sean el foco central, lo que facilita la concentración y la introspección.
Una vez preparado el espacio, es el momento de elegir las velas según la respuesta emocional que despierten. Es importante observar cada color y percibir cómo se siente el cuerpo al mirarlo: algunos tonos pueden generar calma, mientras que otros podrían provocar tensión o excitación. Por ejemplo, aunque el rojo tradicionalmente simbolice energía y vitalidad, en personas con ansiedad puede activar nerviosismo; de igual manera, el blanco, asociado con pureza, puede transmitir frialdad o desapego. La clave está en elegir aquellos colores que favorezcan el bienestar y la intención personal.
El siguiente paso consiste en encender las velas dedicando unos momentos a respirar profundamente y observar cómo la llama afecta el estado emocional. En este punto, se puede asignar un significado a cada vela, vinculándola con un aspecto una para la energía y motivación, otra para la paz y la claridad, y otra para la introspección o el cierre de ciclos.
Mientras las velas arden, hay que plasmar las intenciones por escrito. Luego, se coloca el papel cerca de las velas, simbolizando la liberación de lo que ya no sirve y la apertura hacia lo nuevo, pero su verdadera fuerza radica en la conciencia y en la intención con la que se realiza, no en el fuego como tal. Posteriormente, es recomendable sentarse en silencio frente a las velas y meditar, observando las llamas y dejando que los pensamientos fluyan sin juzgarlos.
Finalmente, los expertos recuerdan que «los colores de las velas tienen efectos emocionales diversos que conviene considerar al momento de realizar un ritual, ya que cada uno potencia ciertas sensaciones, con posibles riesgos y usos específicos. Por ejemplo, el rojo aporta energía, pasión e impulso, aunque puede activar ansiedad y saturar, siendo útil para quienes se sienten apáticos o desmotivados; mientras que el naranja fomenta creatividad, apertura y sociabilidad, aunque podría generar dispersión o superficialidad, ideal para momentos de bloqueo creativo. El amarillo favorece claridad mental y enfoque, aunque puede causar irritabilidad, siendo indicado en estados de confusión; en cambio, el verde induce calma, renovación y equilibrio, pero puede producir aburrimiento».
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