En las navidades de la posguerra española era un manjar de ricos: hoy nos lo comemos todas las semanas
Navidad es sinónimo de mesas grandes llenas de comida, platos pensados para lucirse y caprichos que no se comen a diario. En una buena mesa suele haber langostinos, un asado, embutidos que desaparecen en cuanto alguien mira para otro lado, tablas de queso y el clásico turrón. Sin embargo, en la posguerra española todo era distinto.
En aquella época, lo que hoy consideramos un plato corriente se reservaba como algo casi gourmet. No era marisco ni carne de ternera, sino el típico alimento que cualquiera come un lunes o un miércoles sin pensarlo.
Este es el manjar que en la posguerra española sólo probaban en Navidad
El plato que se comía en las Navidades de posguerra con gusto y como algo especial era el pollo. Si bien hoy en día entra en el carrito de la compra como un básico, en aquel entonces era un símbolo de los mejores momentos. Solo era accesible para los pudientes, o en el mejor de los casos para la clase media, y se reservaba para las grandes ocasiones. Por su parte, las gallinas eran también un lujo porque daban huevos, y sacrificar una era una locura.
Solo las familias con más medios, o quienes tenían algún contacto en el mercado negro, podían permitirse un pollo para Nochebuena. Y cuando llegaba, se solía hacer relleno.
En una época en la que las mesas giraban en torno a legumbres, patatas, panes oscuros, boquerones que no llevaban boquerones o café que realmente no llevaba café, esto era un lujo en mayúscula.
El cambio se presentó mucho después, cuando la economía empezó a mejorar y la avicultura industrial se disparó, y el pollo pasó de ser un símbolo de abundancia a formar parte del menú semanal.
Cómo hacer un pollo relleno para Navidad
Aunque el pollo se come durante todo el año, la Navidad pide un giro que lo saque de la rutina. Un relleno bien hecho marca la diferencia y convierte un ave humilde en un plato que le termina gustando a todo el mundo.
Ingredientes:
- Pollo entero de unos 1,5 o 2 kilos.
- Sal, pimienta y un chorro de aceite de oliva.
- Un vaso de vino blanco o coñac.
- Opcional: romero o tomillo.
Relleno:
Carne picada de cerdo, un poco de beicon, cebolla, ajo, manzana en dados, piñones, ciruelas pasas y orejones. Si quieres que quede más suave, añade miga de pan remojada en leche.
Preparación:
- Pocha la cebolla y el ajo en una sartén con un poco de aceite hasta que estén tiernos.
- Incorpora el beicon y la carne picada. Cocina mientras mezclas hasta que la carne empiece a dorarse.
- Añade la manzana, los frutos secos y la miga de pan escurrida. Da unas vueltas, sazona y deja que enfríe antes de usarlo.
- Rellena el pollo con la mezcla y átalo para que mantenga la forma durante el asado.
- Sazona el pollo por fuera, ponlo en una bandeja con un chorro de aceite y el vino.
- Hornea a 180 grados y riega el pollo con sus jugos cada media hora para que quede jugoso y con la piel crujiente. Si se dora demasiado, cúbrelo con papel de aluminio.
- Cuando esté hecho, déjalo reposar unos minutos para que la carne retenga los jugos.
- Corta el pollo con un cuchillo bien afilado y sírvelo con las patatas asadas, que habrán absorbido todo el sabor del fondo.