Sánchez filtra que no pone en peligro el Estado de Derecho
A última hora del martes las alarmas saltaron en La Moncloa. La especie de que Sánchez quería -y podía- ser investido el próximo día 30, era más que un rumor; era casi una noticia confirmada. Y La Moncloa no quería que la especie tuviera demasiado recorrido no fuera a ser que los acontecimientos (el Clásico o la más que probable inhabilitación de Torra, el interlocutor del aún presidente) pudiera nublar el deseo del ocupante palaciego. Por eso, y con la mayor de las desvergüenzas posibles, ordenó Sánchez a su guardia de corps que volcara la responsabilidad de la filtración sobre los deslenguados de Esquerra Republicana. Así salió Ábalos a poner sordina a la información y así los periodistas más afectos se ocuparon de colocar a los independentistas a la cabeza de la indiscreción.
Pues bien, como casi siempre cuando se trata de Sánchez y de sus alrededores, todo es mentira. La verdad es ésta: a las cuatro de la tarde de este martes, los funcionarios de La Moncloa se pusieron en contacto con el Congreso de los Diputados -Maritxell Batet incluida- para que los servicios del Parlamento prepararan urgentemente todo porque, literalmente: «El presidente quiere la investidura para el lunes 30 de diciembre». Este cronista fue testigo de este requerimiento. Esta mentira junto a la de la supuesta renuncia a la bilateralidad han enojado a Esquerra; cuidémosnos de dar por segura su abstención.
Y por tanto: ¿ha pasado algo para que el inicial furor preparativo haya sido descafeinado? Pues esto: que, tras la conversación telefónica con el aún presidente, Torra señaló a los suyos que hasta que no se separa cuál es su futuro, que hasta que no se conozca si por fin va a ser inhabilitado por desobediencia, se guardaran mucho de dar por sentada totalmente la investidura. Lo más que ahora mismo admiten los turiferarios de Torra es que «las cosas van por buen camino» o que «se puede hablar de todo». Esto por parte de Esquerra, por la de Sánchez es curioso: sus más estrechos colaboradores admiten textualmente que “no podemos dar nada”. O sea, que las promesas de referéndum y otras ingeniosidades que, es cierto, Sánchez ha ofrecido a sus conmilitones, no dependen de él, sino de lo que Iglesias llama “el Gobierno parlamentario”, es decir de la aprobación mayoritaria del Congreso y del Senado. Tengo para mí que el gurucillo Redondo ha expresado de forma muy ajustada el estado de la cuestión: “Incluso -ha transmitido a quien ha podido escucharle- eso de la “Mesa de Gobiernos” es humo”.
Tan es así que los sediciosos, que pueden ser unos delincuentes penados pero no son demasiado estultos, están rebajando la trascendencia de esta “Mesa de Gobierno a Gobierno” a otra menos concluyente: una Mesa, como dice el preso Turull, “de negociadores solventes”. Esquerra -filtre lo que filtre La Moncloa- no tiene prisa alguna en cerrar el acuerdo con Sánchez, quiere que éste se queme no ya con ofrecimientos dudosos, si no con acuerdos y por escrito. Porque la pregunta es ésta: ¿cómo aceptar que Batet convoque la investidura el mismo día por ejemplo en que Torra sea inhabilitado? Si esto sucede, y parece que va a suceder, es más que probable que ERC se replantee su apoyo, algo que Sánchez no pue oír sin que le brote una erisipela. Más de uno de sus barones, pero básicamente el extremeño Fernández Vara, le han indicado que si el 30 no es posible habría que esperar casi a la mitad de enero, concretamente al día 13, por eso el aún presidente está urgido por las prisas y por eso reacciona francamente mal cuando sus propósitos se desvelan, que es exactamente lo que sucedió por casualidad el martes.
Moncloa se equivocó advirtiendo al Congreso que prepara el camino al señor, y, claro está tuvo que realizar otra maniobra; a saber, la de filtrar que Sánchez en sus conversaciones con los sediciosos, también con los filoterroristas de Bildu, en todo momento ha dejado claro que ni va a atropellar la independencia del Poder Judicial, ni tiene la menor intención de saltarse a la torera el Estado de Derecho. ¿Qué no? Los hechos lo desmienten: hace veinticuatro horas que dos de los condenados por la agresión en Alsasua a la Guardia Civil, Iñaki Abad y Artatz Urrizola, ya han conseguido el tercer grado y han vuelto a su pueblo para seguir cometiendo fechorías. La Fiscalía no se ha opuesto. Curiosamente, ERC está poniendo en sus conversaciones con los circulantes del Gobierno, enorme énfasis en la cuestión de los presos. Sánchez ya ha abierto los portones de la libertad para ellos. ¿No es eso vulnerar el estado de Derecho?
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