Gobierno de España

Sánchez exhibirá «buena sintonía» con Garamendi en Dubái horas antes de votarse la reforma laboral

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Pedro Sánchez y Antonio Garamendi
Joan Guirado

Faltan poco más de 24 horas para que el Congreso de los Diputados tenga que votar la convalidación de la reforma laboral y, a esta hora, el Gobierno tiene más votos en contra que a favor. El temor a un fracaso en el Parlamento crece de la misma manera que las presiones de la coalición a socios y oposición aumenta de forma directa e indirecta. En las últimas horas el teléfono no ha dejado de sonar entre Pedro Sánchez, Yolanda Díaz y Félix Bolaños. El presidente «se dejará ver mucho» junto al presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, este miércoles en los Dubái. Cabe recordar que hasta hace unos días la relación entre ambos era casi inexistente. Una imagen que Díaz y Bolaños, cada uno a su manera, utilizarán para hacer ver a sus socios que o se suman o dejarán de sumar.

Sánchez desde los Emiratos Árabes Unidos y los dos ministros desde España -despejando incluso su agenda para facilitar reuniones de última hora en este sprint final-, supervisan y ejecutan todas las negociaciones in extremis para salvar el decreto. Casi a la desesperada, porque aunque muestran en público confianza en que «nadie se va a atrever a que decaiga» sí hay temor a que la norma no prospere, Sánchez aprovechará la presencia de Antonio Garamendi en su delegación oficial a Dubái para exhibir «buena sintonía» con él como forma de presionar a unos y otros.

El presidente español, de la misma forma que ha hecho el ministro con los líderes sindicales, con los que se ha reunido este martes, ha trasladado su palabra al presidente de la CEOE de que no habrá ningún cambio respecto al acuerdo que suscribieron semanas atrás a tres bandas. Sánchez le ha garantizado al jefe de los empresarios que el real decreto ley no se va a modificar en la tramitación parlamentaria ni que se van a comprometer cambios que alteren sustancialmente lo firmado mediante la modificación de otras normas del ámbito laboral.

En resumidas cuentas, lo que ha querido dejar claro Moncloa a los empresarios es que nada de lo que está negociando la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, y su equipo, servirá de nada. Los podemitas tratan de convencer a sus socios de la investidura prometiendo cambios legislativos a posteriori en las Cortes para evitar que el decreto ley tenga que salir aprobado con Ciudadanos. Les piden confianza ahora para aceptar sus peticiones a futuro.

Y es que mientras Díaz opta por la vía del diálogo con ERC, Bildu -que parece difícil que puedan cambiar de opinión- y el PNV -más proclives a ceder si el Ejecutivo acepta tocar la prevalencia de los convenios colectivos-, algo que rechaza Ciudadanos -imprescindible en esta ecuación-, Sánchez y el PSOE vuelven al terreno de la amenaza para tratar de hacer recapacitar su posición a los socios. Y esa estrategia no es otra, según fuentes cercanas al presidente, que exhibir «la buena sintonía y relación» que existe entre Sánchez y Garamendi, o lo que es lo mismo, entre el Gobierno y los empresarios, algo que escuece en la izquierda.

Eso quiere decir que si los separatistas no facilitan la convalidación del real decreto ley de la reforma laboral este jueves en el Congreso, se abrirían nuevos escenarios de cara a la gobernabilidad que hasta ahora no se habían planteado. Y que no fallando a su palabra con los empresarios, y acercándose de nuevo a Ciudadanos, cuestiones tan importantes como la subida del salario mínimo interprofesional podrían solventarse con esta fórmula dejando a ERC, Bildu y el PNV en la residualidad política a la hora de condicionar al Gobierno.

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