La nueva dirección fulmina a Ayuso y a quienes entregaron ‘El País’ a los servicios secretos

Javier ayuso caso villarejo
El periodista y ex director de comunicación de la Casa del Rey Javier Ayuso.
Manuel Cerdán

La recién nombrada directora de El País, Soledad Gallego-Díaz, ha fulminado de forma inexorable a la cúpula del diario de Prisa que hipotecó el contenido de sus páginas y su línea editorial a los intereses de los servicios secretos del Centro Nacional de Inteligencia (CNI).

Por primera vez en su historia, se ha producido un despido generalizado de la cúpula del diario sin que la nueva jefatura haya barajado la posibilidad de su reubicación en otras áreas del grupo periodístico. Tan brusca decisión, que ha puesto en la calle a su ya ex director Antonio Caño y a sus adjuntos Javier Ayuso y David Alandete, se sustenta principalmente en el comportamiento sectario y arbitrario en publicación de informaciones sobre algunos de los temas de interés general.

Durante los últimos años, el staff de El País, dominado por los tres directivos, colocó al histórico periódico bajo la tutela de La Casa, como se conoce la sede del espionaje español. El diario progresista renunciaba de manera sistemática a su independencia cuando se enfrentaba a noticias que afectaban al CNI. Si se repasa la hemeroteca del diario, sus lectores difícilmente podrán encontrar informaciones o editoriales críticas –al igual que sucede con Público- con los excesos, incompetencias o patinazos de los servicios de información.

Incondicionales con el CNI

Todo lo contrario, el diario de Prisa se apuntó incondicionalmente a la línea mantenida por el director del Centro Nacional de Inteligencia, el general Félix Sanz Roldán, ante escándalos de gran proyección mediática  como: las escuchas de los espías al Pequeño Nicolás; la conocida como guerra entre comisarios –principalmente entre los jefes policiales Villarejo y Martín Blas–; la filtración de la grabación de la cinta del ex ministro del Interior Jorge Fernández Díaz; el fracaso en el control de las urnas del 1-O en Cataluña; la fuga de Puigdemont a Bruselas; la injerencia del CNI en el caso Emperador y las investigaciones sobre el chino Gao Ping; las pesquisas sobre el bróker suizo Arturo Fasana y la cuenta Soleado de la Gürtel en Ginebra; la entrevista de Sanz Roldán con la princesa Corinna en Londres, tras su separación del Rey emérito; el papel del imán de Ripoll como confidente de los servicios secretos y el atentado de Barcelona; la publicación de una fotografía del actual comisario jefe del Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO), José Luis Olivera, en una operación encubierta antiyihadista en Melilla; las relaciones entre los servicios secretos y el magnate audiovisual Jaume Roures, enfrentado al grupo Prisa; y la filtración interesada y falsa de los movimientos de dos activistas rusos en Barcelona durante el proceso independentista, entre otras.

Así mismo, Caño y Ayuso, desde la llegada de ambos a El País en mayo de 2014, iniciaron una dura y sistemática campaña -ayudados por el diario Público- contra otros profesionales y medios de comunicación de la competencia, como OKDIARIO, que se mostraban más críticos con los servicios secretos.

Una larga relación con el CNI

No obstante, quien desempeñaba el papel de portavoz del CNI en El País era Javier Ayuso, el que fuera dircom del BBVA y de la Casa Real. El periodista, el mismo que facilitó medio millón de euros a Urdangarín cuando trabajaba en el banco y que mantenía una larga relación con los servicios secretos desde los años de UCD, tenía hilo directo con el general Félix Sanz Roldán. De ahí que, días después de que OKDIARIO desvelara la condición de confidente del CNI del imán de Ripoll, uno de los cerebros del atentado de Barcelona, utilizó las páginas de El País para edulcorar una versión tergiversada de los servicios secretos.

Pero fue tan nebuloso el proceso que el diario llegó a publicar tres versiones diferentes en sus ediciones de Madrid y Cataluña en tan sólo seis horas, hasta que el resultado final convenció a sus fuentes de los servicios secretos. Es decir, que el imán Es Satty nunca llegó a ser confidente del CNI, “sólo fue contactado y sondeado en la cárcel de Castellón y muchos años antes del atentado de Las Ramblas”.

En otra información de mayo de 2018 (“La guerra secreta de los espías españoles”), El País se reafirmaba en una versión mucho más almibarada y sólo “secreta” para su redactor : “Durante los cuatro años que pasó encarcelado (el imán de Ripoll) en Castellón, dos agentes del CNI, uno psicólogo, mantuvieron contactos regular con él, pero acabaron por desistir convencidos de que carecía de interés como fuente. Aún lo lamentan».

Ayuso, que no se perdió el estreno en un cine de Madrid del documental basura del independentista y del millonario trotskista Roures Las cloacas de Interior, siempre barría para La Casa. En otra información sobre el caso Nicolay ocultó la existencia de un informe policial que contradecía la versión del ex comisario de Asuntos Internos, Marcelino Martín Blas, de que su móvil había sido programado para poder grabar un encuentro secreto con agentes del CNI para tratar el caso del Pequeño Nicolás. La grabación de la reunión fue después filtrada a los medios de comunicación, según Ayuso, por el comisario Villarejo para beneficiar a un amigo.

Las falsedades de Ayuso y su staff

Ayuso y el staff de El País utilizaban las páginas del histórico periódico para fustigar a los medios de la competencia que consideraban enemigos o enemigos de sus amigos. Así se permitía el lujo de mentir con descaro en una información, publicada el pasado 23 de mayo, al incluir a OKDIARIO en “el negocio de la manipulación digital en España”. El diario de Prisa aseguraba que OKDIARIO ganaba dinero con “páginas de desinformación y propaganda aprovechándose de Google y otras redes de publicidad online”.

Para El País, “el modelo de negocio”, al que se había apuntado OKDIARIO, “ha generado el incentivo perverso de lucrarse con desinformación”.

Y el entonces diario de los directivos despedidos tenía la desfachatez de situar a OKDIARIO junto a Periodista Digital o Esdiario, entre “ocho de las principales páginas españolas de contenido partidista, sesgado o bulos”, que se lucraban “gracias a la red de publicidad de Google, la Google de Display Network”.

La prepotencia llevaba a los entonces cerebros de El País a sentirse legitimados para expender títulos de idoneidad periodística. Su sección de tecnología se atrevía a calificar a los medios citados de “páginas” y a afirmar que algunos de ellos tenían «redacciones» y publicaban «exclusivas” y otros publicaban «contenido xenófobo o machista.. demagogias y bulos”.

El diario de Prisa daba a entender de manera torticera de que OKDIARIO había sido reprendido por Google por algunas de sus informaciones pero esa acusación era una falsedad calumniosa, ya que tal situación nunca se había producido.

El País deslizaba veladamente la falsedad de que Google había incluido a OKDIARIO en una lista de 650 “sitios web” que promovían el odio, cuando conocía de antemano por la propia Google de que este diario jamás había sido reprendido por unas falsas inclinaciones xenófobas o machistas.

Aún así, el diario aprovechaba la ocasión para mandar un aviso a los “grandes anunciantes”, como si se tratara de la partida de la porra, que se atrevían a aparecer junto a titulares como: “Unas feminazis del 15-M defendían vestidas de etarras la procesión del coño insumiso», en referencia a OKDIARIO.

El periódico de Prisa, sin embargo, ocultaba que “la procesión del coño insumiso” es una manifestación pública promovida por el movimiento feminista, de la que también informaba desde sus mismas páginas en la edición del 5 de julio de 2017: “Las encausadas, que forman parte de un grupo de feministas, sacaron a la calle el 1 de mayo de 2014 un palio con una vagina cubierta por un manto para manifestarse por los derechos de la mujer”, señalaba El País.

Con ese tipo de informaciones Ayuso y sus colegas ahora fulminados pretendían ajustar cuentas con OKDIARIO en nombre de otros, intentando hacerle daño en la vertiente donde más duele: el de la publicidad, la única fuente de ingresos de los diarios digitales.

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