Marruecos

Marruecos asume la propiedad del Sáhara y firma la explotación de gas en alta mar frente a Canarias

Marruecos Canarias
Pedro Sánchez y Mohamed VI, en Rabat. (Foto: EP).
Pelayo Barro

La relación de Marruecos con el Sáhara ha registrado en este 2022 un antes y un después. La legitimidad que le han dado algunos países -entre ellos, España- a las tesis marroquíes sobre ese territorio ha llevado a Rabat a asumir la soberanía de facto. Marruecos acaba de firmar con una empresa energética israelí la explotación de un yacimiento de gas natural en alta mar, en aguas de las costas del Sáhara Occidental y frente a la isla Gran Canaria.

La empresa israelí NewMed Energy y el reino de Marruecos han llegado a un acuerdo para la prospección y producción de gas natural en una zona marítima frente a la localidad saharaui de Bojador. El memorando de entendimiento alarga el compromiso por ocho años. La firma la ha realizado el Ministerio de Energía y Minas y también participa la empresa marroquí Adarco. La extensión del campo de gas detectado en esa zona del Atlántico Sur es cercana a los 34.000 kilómetros cuadrados. La suma de las extensiones de territorio de las provincias de Zaragoza y Cuenca.

La empresa israelí se hace así con 37,5% del permiso de prospecciones en ese campo de gas, dejando un porcentaje igual a la empresa energética marroquí. Lo restante queda en manos de la Oficina Nacional de Hidrocarburos y Minas (Onhym) pública. De esta forma, Marruecos comienza a comerciar con los recursos naturales de la franja del Sáhara, una zona aún en disputa pese a los reconocimientos internacionales recibidos a lo largo de este 2022. Principalmente, el de España, actor fundamental en la región, ya que la ONU encargó a Madrid en la década de los 70 la organización de un referéndum que nunca se llegó a realizar. El pasado mes de abril, en un giro histórico del que ni siquiera fue informado el Consejo de Ministros, Pedro Sánchez daba su visto bueno al plan para que el Sáhara pasase a estar bajo control marroquí.

El campo de gas se encuentra en alta mar, frente a las costas de la isla de Gran Canaria. Una zona que aún está en disputa, ya que España y Marruecos ambicionan conseguir una extensión de sus aguas de influencia. De fondo está el control de los ricos yacimientos de materiales y tierras raras como el cobalto o el telurio, claves para el futuro de industrias como las telecomunicaciones, los paneles solares, las baterías y los vehículos eléctricos.

Aguas canarias

La de las aguas territoriales de Canarias es una de las negociaciones más delicadas y estratégicas que tiene en estos momentos en marcha la diplomacia española. Y la posición de fuerza de España ha quedado debilitada tras la cesión histórica sobre el Sáhara, que culmina las aspiraciones marroquíes sobre ese territorio y le permite ampliar su demanda a las aguas territoriales de esa costa.

Canarias controla un rango de 200 millas náuticas (unos 370 kilómetros) de aguas circundantes. La parte externa de ellas es lo que se llama Zona Económica Exclusiva (ZEE). España solicitó en 2015 a la ONU la ampliación de esas 200 millas hasta las 350, alegando que la morfología del fondo marítimo indicaba que eran una prolongación de la plataforma canaria. Pero Marruecos, de apuntalar su dominio sobre el Sáhara, también podrá reclamar parte de la zona que España reclama.

Materiales

La clave de todo el litigio está en el fondo submarino. En la zona en disputa se encuentra el monte submarino Tropic, una gran mole geológica situada a 4.000 metros de profundidad que está considerada como una de las mayores reservas de telurio. Uno de esos conocidos como materiales raros que puede utilizarse como semiconductor -los mismos que faltan ahora en la industria-. Según la revista Science, se calcula que en el Tropic hay suficiente telurio como para producir 277 millones de coches eléctricos. Y millones de paneles solares. Un filón para el futuro.

Marruecos, de forma unilateral, ha ampliado sus lindes marítimos para alcanzar la zona del Tropic, frente a las costas saharauis. La declaración de soberanía sobre el Sáhara por parte de Rabat, que apoyó explícitamente Pedro Sánchez, otorga una ventaja estrategia a Marruecos en este asunto. En esa carrera por hacerse con los recursos minerales submarinos de las aguas frente a Canarias, Marruecos ha conseguido una baza estratégica: ha sentado en el comité científico de la ONU que decidirá ante un hipotético litigio con España a un jurista y lobbista marroquí. Un perfil que no encaja con el resto de currículums de ese comité.

 

 

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