Rajoy aliviado y eufórico a los suyos: “Era el mayor desafío y lo hemos superado”
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, era consiente de que todos iban a analizar hasta la última palabra de su declaración como testigo en el juicio del caso Gürtel. Y está convencido de que ha superado la prueba con nota.
«Era el mayo desafío y lo hemos superado», ha comentado ante sus colaboradores más próximos, entre aliviado y eufórico, tras responder durante casi dos horas a las preguntas de la fiscal Anticorrupción Concepción Sabadell, las acusaciones populares y varios abogados de los imputados en la causa.
Con la tenacidad de un opositor a registrador de la propiedad, Rajoy se había encerrado durante todo el fin de semana para preparar hasta el más mínimo detalle de su comparecencia. Lo hizo asesorado por el abogado del PP, Alberto Durán, y el letrado Jesús Santos, ex teniente fiscal de la Audiencia Nacional, responsable del departamento de Derecho Penal del despacho de abogados Baker & McKenzie y abogado del jugador del Real Madrid Cristiano Ronaldo.
A ellos se unió también la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, quien ha aportado su formación como abogada del Estado. El objetivo era evitar que, durante su declaración, Rajoy se viera sorprendido por alguna pregunta comprometedora sobre la financiación del partido.
El interrogatorio más difícil
Finalmente, durante sus dos horas de declaración, ha logrado evitar que los abogados de las acusaciones populares –representadas por la Asociación de Abogados Demócratas de Europa (Adade), el PSOE de la Comunidad Valenciana y el PSOE de Madrid– le pusieran contra las cuerdas.
Sin salirse del guión marcado, Mariano Rajoy ha dejado claro desde el primer momento que no podía responder a ninguna pregunta sobre la financiación del PP: «Jamás me he ocupado de ninguna cuestión de la contabilidad» del partido, ha remarcado. Ni como vicesecretario general del PP, ni como director de las campañas electorales de 1996 y 2000, ni luego como presidente del partido.
Los momentos más tensos de su declaración se han producido cuando respondía al abogado de Adade (una asociación muy próxima al PSOE), José Mariano Benítez de Lugo, padre de un candidato de Podemos al Senado por Ciudad Real.
El letrado ha insistido una y otra vez en plantear preguntas sobre la contabilidad del PP, por lo que el presidente del tribunal, Ángel Hurtado, ha tenido que recordarle que el testigo no está obligado a contestar cuestiones relativas a otras piezas separadas del caso Gürtel, que serán juzgadas en su momento.
Bárcenas, el gran ausente
«Si no va a contestar a ninguna cuestión económica, no sé qué sentido tiene traer a este testigo», ha protestado Benítez de Lugo contrariado. Mariano Rajoy se ha mostrado firme en el interrogatorio y ha sido rotundo al lanzar varias mensajes: ha asegurado que nunca cobró sobresueldos en b, ha negado veracidad a los papeles de Bárcenas y ha dicho desconocer, porque no era su cometido, cualquier cuestión relativa a la financiación o a las donaciones recibidas por el partido.
Como la mayoría de los 37 acusados, el ex tesorero del PP Luis Bárcenas no ha asistido a la sesión del juicio y su abogado, Francisco Maroto, ha optado por no plantear ninguna pregunta a Mariano Rajoy.
El presidente del Gobierno ha declarado sentado en una mesa individual, colocada sobre el mismo estrado que los tres magistrados del tribunal. Al declarar como testigo, estaba obligado a contestar todas las preguntas y a decir la verdad bajo juramento.
Por este motivo, ha utilizado varias veces la fórmula «que yo recuerde, no», para excusar que no pueda precisar algunos detalles: «Hablamos de algo que ocurrió hace 17 años», ha señalado en una ocasión.
El Apocalipsis de Pablo Iglesias
Tras abandonar la sede judicial de la Audiencia Nacional situada en san Fernando de Henares (ante la que Podemos apenas ha logrado congregar a un centenar de personas para protestar), Rajoy se ha mostrado satisfecho ante sus más estrechos colaboradores. Prueba superada.
La otra buena noticia del día para Rajoy ha sido la escasa capacidad de movilización de Podemos, cuya táctica de agitación en las calles vuelve a pinchar. Pablo Iglesias había anunciado un Apocalipsis por la declaración del presidente del Gobierno ante el juez, pero sus bases vuelven a darle la espalda.