La Guardia Civil denuncia ante la AN los incidentes en los que fueron increpados por los Mossos
La Guardia civil acusa ante la Audiencia Nacional a los Mossos d’Esquadra de mantener en el mejor de los casos una «actitud pasiva» ante la concentración de un elevado número de personas frente a los centros en los que se desarrolló el referéndum ilegal del pasado 1 de octubre. En algunos casos los mossos evitaron intervenir cuando los agentes del instituto armado eran agredidos «llegando incluso a increpar a algunos de los agentes» en otras ocasiones.
Así obra en un completo informe, en el que la Guardia Civil informa a la juez Carmen Lamela – que investiga por sedición al mayor de los Mossos, Josep Lluís Trapero- de las principales incidencias registradas durante la celebración del referéndum ilegal en Cataluña, y que se apoya en numerosas fotografías y vídeos.
Según este informe, en todas estas incidentes se detectan dos elementos comunes: la concentración de un elevado número de personas «que, ofreciendo resistencia, trataban de impedir el acceso de la fuerza policial a los distintos centros den los que se estaban llevando a cabo las votaciones», y la actitud pasiva exhibida por los Mossos d’Esquadra.
Un mosso dijo no reconocer al TSJC
Entre estas incidencias el informe destaca lo ocurrido en el CEIP El Pi Gros de Sant Cebrià de Vallalta (Barcelona) donde el caporal de Mossos de’Esquadra llegó a manifestar a uno de los agentes –al que se identifica con su carnet profesional– que «no le reconocía como agente de la autoridad y que únicamente reconocía y obedecía órdenes del mayor Trapero», así como que tampoco reconocía al Tribunal Superior de Justicia de Cataluña» (TSJC).
Algo parecido ocurrió en el colegio Avenida Montserrat de Castelgallí, también en Barcelona, donde un mando de los Mossos se dirigió al jefe del dispositivo de la Guardia Civil recriminándole la actuación y llegando a preguntarle «si la misma estaba amparada por alguna orden judicial». En el Colegio Casal de Dosrius, en la misma provincia, los mossos se alejaron de la zona pese que los agentes del instituto armado les solicitaron su colaboración; mientras que en el Ayuntamiento de Fonollosa resultó herido un agente por la patada de un vecino y tampoco los agentes autonómicos cooperaron.
En Lérida, en el local polivalente de la localidad de San Ramón el local estaba cerrado, si bien los mossos se ofrecieron «para que un señor de la localidad que tiene las llaves les abriera para realizar la correspondiente inspección», según el atestado. En Girona la Guardia Civil llevó a cabo al menos 6 actuaciones según el informe, en una de las cuales, en Garrigas, un agente de este Cuerpo resultó agredido en la frente con un juego de llaves.
Abrazos a los agresores
El informe refleja otro enfrentamiento en la Tallada de l’Amporá, también en Gerona, donde tras pedirse la colaboración de los mossos uno de ellos, en catalán, contestó al agente de la Guardia Civil: «¿Por qué motivo? No molestan», continuando «impasible e inactivo» ante la concentración de unas 40 personas que impedían la entrada a la policía. Tras la actuación los agentes «incluso llegaron a abrazar a algunos de los agresores que participaron activamente en la resistencia y uno de los guardias civiles tuvo que ser trasladado a un hospital.
En Siurana, también en Gerona, uno de los mossos grabó en su móvil la actuación policial propinó un empujón al oficial responsable del operativo.
Además en el IES Quercus, situado en Sant Joan de Vilatorrada (Barcelona), dos agentes de los Mossos «se interpusieron delante de la formación que avanzaba hacia la entrada del centro, empujando en sentido contrario» y pidiendo la autorización judicial.
Finalmente, los agentes pudieron llegar a la entrada, donde «se tuvo que fracturar el cristal de la puerta», y fue cuando, como se ha visto en los medios de comunicación, un sargento de la Guardia Civil recibió «el contundente impacto de una silla metálica que fue arrojada con fuerza» por una de las personas que estaba en el interior.
En el IES Juncadella, en la misma localidad, el alcalde, Jordi Pesarrodona se encontraba en el interior del centro junto con otras 400 personas y allí se opuso a facilitar el acceso, «argumentando que el material es democrático y electoral» e incitando a los manifestantes a «resistirse a la actuación policial, justificándose en que ellos se deben al Gobierno de la Generalitat».
En el CEIP La Roureda, en Sant Esteve de Sesrovires (Barcelona), los guardias civiles emplearon, según el atestado, «la fuerza mínima imprescindible» para acceder al centro y uno de ellos «recibió una brutal patada en la cabeza por parte de uno de los manifestantes, siendo detenido». En ese lugar hubo 10 agentes heridos.