Ferraz reta a los críticos a presentar una moción de censura para echar a Sánchez
El desenlace de la crisis que ha abierto en canal al Partido Socialista es tan incierto cómo cuales pueden ser los próximos planes de cada uno de los bandos en disputa.
La Ejecutiva socialista, o lo que queda de ella tras la dimisión en bloque de 17 de sus miembros, se ha reunido este jueves para reafirmar la intención del secretario general de seguir enrocado. Como ya avanzó este jueves, Sánchez se resiste a dimitir y se aferra a los estatutos para interpretar que, en ningún caso, debe constituirse una gestora que tome las riendas del partido.
La dirección de Ferraz ha venido agarrándose a la literalidad de sus propias normas para justificar que Sánchez siga en el cargo. Esa textualidad es ciertamente controvertida, levanta grandes dudas jurídicas y muchas más si se tiene en cuenta que ya han existido varios precedentes de gestoras en el partido, como cuando, tras la dimisión de Joaquín Almunia en 2000 fue precisamente este órgano el que asumió las riendas. Entonces, eso sí, su creación fue consensuada por todos los estadios del partido.
En concreto, el artículo 36, punto 0, de esos estatutos establece que «cuando las vacantes en la Ejecutiva Federal afecten a la Secretaría General, o a la mitad más uno de sus miembros, el Comité Federal deberá convocar Congreso extraordinario para la elección de una nueva ejecutiva federal». No se habla en ningún caso de gestora, aunque es verdad que se sobreentiende. Desde Ferraz consideran que lo que marcan las normas es precisamente lo que están haciendo: convocar un congreso-proponen que se celebre los próximos 12 y 13 de noviembre-y unas primarias en las que se elija un nuevo secretario general, el 23 de octubre.
Así las cosas, Ferraz ha redoblado su inédita resistencia y reta a los críticos a que presenten una moción de censura. Esa opción está también recogida en los estatutos federales, aunque con mucha más concreción: el artículo que la regula es el mismo, el 36, que establece que entre las competencias del comité federal está «exigir, en su caso, la responsabilidad política de la Comisión Ejecutiva federal mediante la presentación de una moción de censura, apoyada al menos por el 20% de sus miembros». El Comité lo forman unas 300 personas, aunque la cifra nunca ha sido facilitada por Ferraz.
En cualquier caso, para que esa moción tenga efecto deberá ser sancionad por la mayoría absoluta de sus integrantes, algo bastante improbable y que entraña considerables riesgos. Nadie se atreve a calcular con precisión cuántos miembros de ese comité están a favor o en contra de cada bando, con lo que encomendarse a esa apuesta sería demasiado arriesgado.
Desde el sector crítico la opción no se contempla además por otra razón fundamental: porque consideran que la Comisión Ejecutiva federal quedó ya totalmente liquidada este jueves. No existe. Presentar esa moción supondría, por tanto, reconocer que todavía tiene vigencia, legitimarla al fin y al cabo.
La salida: la vía «conciliadora»
El tiempo, de aquí al sábado, está en descuento. Con Sánchez atrincherado, en el sector oficialista no descartan, no obstante, que finalmente se ceda a una solución intermedia para intentar conciliar posturas. La mayoría de dirigentes presentes este jueves en la ‘pseudo-Ejecutiva’ han presionado a Sánchez para que busque una salida de consenso que permita templar los ánimos en un partido ya abierto en canal.
Entre los ‘conciliadores’ están miembros destacados y muy próximos al secretario general, como Meritxell Batet, Óscar López, Antonio Hernando, Patxi López… y otras figuras de consenso, como Ángel Gabilondo. Entre sus propuestas estaría, por ejemplo, retrasar la fecha del Congreso extraordinario hasta que se forme gobierno.
Esa apuesta es, precisamente, la que esgrimió este jueves la presidenta de Andalucía, Susana Díaz, en la intervención ante su Comité Director. Esperadísima, la primera respuesta de Díaz al desafío de Sánchez ha sido sutil, pero no por ello menos efectiva: la dirigente andaluza se ha propuesto para «coser» y «unir» el socialismo y hacer del PSOE «un partido ganador».