Cuando Pedro Sánchez exigía dimisiones en el PP por imputaciones judiciales como la de su mujer
"La política tiene que ir un paso por delante de la legalidad", defendió hace unos años
Begoña Gómez, mujer del presidente del Gobierno, tendrá que declarar el próximo 5 de julio ante el magistrado Juan Carlos Peinado, titular del Juzgado número 41 de Madrid, por presuntos delitos de corrupción en los negocios y de tráfico de influencias. Hace años, Sánchez pedía dimisiones a cargos del PP imputados por corrupción. Ahora el líder del PSOE descarta dimitir a pesar de la investigación judicial abierta contra su mujer.
«La ejemplaridad en política significa, simple y llanamente, que la política tiene que ir un paso por delante de la legalidad, y por eso hoy pido la dimisión de Barberá y De Guindos del Gobierno de España», afirmó Pedro Sánchez en un acto del PSOE en La Coruña el 13 de septiembre de 2016.
El dirigente socialista pidió la dimisión de Rita Barberá, que en aquel momento fue imputada por el Tribunal Supremo por un supuesto delito de blanqueo de capitales cometido durante la campaña de las elecciones municipales de mayo de 2015. Ella dimitió de todos sus cargos dentro del PP y no renunció a su acta de senadora. Falleció en noviembre de 2016, tras declarar ante el Supremo. Murió sin conocer que la mayoría de causas abiertas contra ella fueron archivadas por la justicia.
Pedro Sánchez también apuntó a Luis de Guindos, el que fuera ministro de Economía en el Gobierno de Mariano Rajoy. El líder del PSOE pidió su dimisión por el caso Soria, en alusión a José Manuel Soria, el que fuera ministro de Industria con Rajoy. Soria dimitió de todos sus cargos en el Ejecutivo y en el PP tras aparecer en los papeles de Panamá y revelarse que tenía una red de sociedades en paraísos fiscales. En septiembre de 2016, el Gobierno en funciones lo seleccionó como candidato para director ejecutivo del Banco Mundial. Debido a las quejas que provocó su elección, renunció finalmente a su candidatura. «Desde el punto de vista político la decisión no es correcta. El señor Soria no está imputado ni inhabilitado. Es la historia que acaba en una no designación», apuntó por entonces Luis de Guindos sobre este asunto.
«Continúa el serial: Pedro Antonio Sánchez, imputado por la Púnica. Mientras, Rajoy sigue sin dar la cara y sin presentar su dimisión», escribió Sánchez en redes sociales el 26 de mayo de 2017. Pedro Antonio Sánchez fue dirigente del PP y presidente del Gobierno de la Región de Murcia hasta abril de 2017, cuando renunció a todos sus cargos por estar imputado en el caso Púnica. La Audiencia Nacional archivó la causa en abril de 2019 por la que se investigaba si usó dinero público para mejorar su imagen en internet.
Continúa el serial: Pedro Antonio Sánchez, imputado por la Púnica. Mientras, Rajoy sigue sin dar la cara y sin presentar su dimisión.
— Pedro Sánchez (@sanchezcastejon) May 26, 2017
José Luis Ábalos, el que fuera ministro de Transportes con Pedro Sánchez, abandonó el grupo parlamentario del PSOE en el Congreso el pasado mes de febrero, pasando al Grupo Mixto de la Cámara Baja. Ábalos desoyó el ultimátum que le dio su partido después de que Koldo García, el que fuera su asesor, fuese imputado en una trama de corrupción por presuntas mordidas en la compra de material sanitario durante la pandemia. El PSOE le suspendió de militancia.
Pidió la dimisión de Ayuso
El presidente del Gobierno también pidió la dimisión de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, después de que se abriese una investigación contra su pareja, Alberto González Amador, por dos presuntos delitos fiscales. Ahora Pedro Sánchez se encuentra en la misma situación, al estar Begoña Gómez imputada por presuntos delitos de tráfico de influencias y de corrupción en los negocios.
«Ayuso no tiene excusas para no dimitir», aseguró Pedro Sánchez el pasado mes de marzo, un argumento que se vuelve en contra de él por la imputación de su esposa por presuntos delitos de corrupción en los negocios y de tráfico de influencias.
El jefe del Ejecutivo pidió también al líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, que exigiera la dimisión de la presidenta madrileña. «Creo que, en buena medida, lo que está sucediendo en la Comunidad de Madrid tiene que ver con esto. Que todo este ruido tiene que ver con el silencio del señor Feijóo ante el caso Ayuso. Creo que después de las noticias conocidas hoy, el señor Feijóo no tiene excusas ni tampoco la señora Ayuso tiene argumentos para no dimitir o exigir su dimisión», señaló Pedro Sánchez el pasado 22 de marzo. Fue en una rueda de prensa en Bruselas tras haber participado en la reunión del Consejo Europeo de aquella semana.
«Lo que espera todo el mundo y toda España es que el PP asuma su responsabilidad y le exija la dimisión a la señora Ayuso como presidenta de la Comunidad de Madrid y presidenta del PP», apostilló.
Pedro Sánchez pidió también al PP que no tapase «la corrupción», algo que sí está haciendo ahora para evitar hablar de la imputación de Begoña Gómez. «Porque criticar la corrupción de un tercer partido es lo sencillo. Luchar contra la corrupción y tomar medidas en tu propio partido es lo relevante, es lo importante. Y yo, como presidente del Gobierno y también como secretario general del PSOE creo que he tomado decisiones contundentes, rápidas, ejemplares, cuando por desgracia, hemos sufrido algún caso de corrupción. Lo que tenemos que ver es que el PP no tape esa corrupción, sino que expulse esa corrupción de su organización política. Y es lo que se espera», zanjó el dirigente socialista.
El propio Pedro Sánchez publicó la carta con la que amagaba con su dimisión dos días después de saber que Begoña Gómez estaba investigada por presuntos delitos de corrupción y de tráfico de influencias. El presidente del Gobierno amenazó en esta misiva con irse ante la campaña de «fango» y de «bulos» que había desatado, según él, la «ultraderecha» contra su mujer, aunque sin reconocer que su mujer estaba siendo investigada.
En aquel alegato del presidente del Gobierno, se definió como «un hombre profundamente enamorado de su mujer» y fijó un plazo de cinco días para decidir si le merecía la pena continuar al frente de sus funciones. Así, inició un periodo de reflexión en el que el PSOE alentó a los suyos a tomar las calles para defender el honor de la mujer del líder socialista, atacado presuntamente por «bulos de la ultraderecha».