Un correo y dos tuits de Belarra provocan el primer cuerpo a cuerpo entre Sánchez y Díaz

Ione Belarra Pedro Sánchez
La ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra.

Al término de este viernes Pedro Sánchez y Yolanda Díaz no habían hablado. Y no parece que lo vayan a hacer en las próximas horas, con el presidente de viaje en La Palma este sábado y en Mérida el próximo domingo. Si lo hacen, seguramente, ya será el martes antes del Consejo de Ministros. Pero el ambiente está tan caldeado que ambos “prefieren esperar a descolgar el teléfono”, apuntan en sus equipos. El choque que se produjo ayer es el primer cuerpo a cuerpo de Sánchez y Díaz como líderes de las dos almas del Gobierno. Y a juzgar por cómo están las cosas, podría ser uno de los últimos. El acuerdo no se romperá, por ahora, pero podría tener los días contados.

La crisis que estalló este viernes empezó la noche del jueves en el teléfono móvil de la vicepresidenta segunda. Yolanda Díaz se encontraba revisando unos correos cuando, en su bandeja de entrada, encontró una comunicación que situaba a la vicepresidenta primera y ministra de Economía y Transformación Digital, Nadia Calviño, por encima de ella en el tramo final de la negociación de la reforma laboral con sindicatos y empresarios. Se enfadó y mucho. Cogió el móvil y se comunicó con la líder de Podemos, Ione Belarra.

La titular de Trabajo, que ha defendido a capa y espada la derogación de la reforma del PP como un proyecto personal, se dirigió a su compañera con una petición expresa: “Sal tú a comunicar el enfado por la injerencia de Calviño y a pedir una reunión de la mesa de seguimiento del acuerdo de coalición”. Ione Belarra, de tuit fácil, aceptó rápidamente. Acordaron hacerlo público la mañana siguiente. Poco más tarde de las nueve, la secretaria general de Podemos, lanzaba la bomba que inauguraba un viernes que pocos predecían cómo podía acabar.

Ataques de Belarra

La petición de Ione Belarra de reunir el órgano fiscalizador del cumplimiento del acuerdo tuvo una respuesta rápida del PSOE de Pedro Sánchez. “Sí, no hay problema en reunir la mesa, como tampoco hay problemas en la coalición”, aseguraban desde el Partido Socialista. Pero evitaban poner fecha y hora al encuentro. No tienen la misma prisa que sus socios. Ya al mediodía Sánchez, desde la sede de la Representación Permanente de España ante la Unión Europea, evitaba apoyar explícitamente a Calviño a la vez que retiraba a Díaz el papel protagonista en la negociación. “Es una reforma estructural del Gobierno que afecta a cinco ministerios a los que he ordenado coordinarse para cooperar”, apuntaba. Una enmienda a la totalidad a los podemitas, aunque con talante.

Tras sus palabras desde Bruselas eran los responsables del grupo confederal de Unidas Podemos en el Congreso, Pablo Echenique y Jaume Asens, los que cogían el relevo en el ring. Ambos escribían en sus redes sociales cargando contra la declaración de Sánchez. Echenique aseguraba: “El PSOE nos está mandando un mensaje claro: quieren impedir la derogación, en contra de lo que prometió el presidente”. En la misma línea se pronunciaba el catalán Asens que añadía la pregunta a los socialistas de sí “¿temen más a Yolanda Díaz que a la precariedad de los trabajadores?”. El recorrido de ambas publicaciones, sin embargo, fue corto. Minutos después Meritxell Batet comunicaba a Alberto Rodríguez que en aplicación de la sentencia judicial del Tribunal Supremo dejaba de ser diputado.

A partir de ese momento, todo lo ocurrido hasta entonces pasaba a segundo plano. Casi no tenía importancia teniendo en cuenta que Belarra, ahora sin que Yolanda Díaz se lo pidiera, volvía al tuit fácil para atacar a los jueces del Supremo que condenaron a Rodríguez para acusarles de “prevaricar”. Rápidamente la Comisión Permanente del Consejo General del Poder Judicial emitía un comunicado harto de la intromisión de los ministros en sus decisiones. Y recordaban que las palabras de la líder de Podemos “exceden absolutamente los límites del derecho a la libertad de expresión». Sin titubeos, los jueces mostraban su hartazgo.

Pero los tuits de Belarra eran sólo la antesala de lo que estaba por venir. Mientras la ministra de Derechos Sociales disparaba contra el Tribunal Supremo, a través de un grupo de Telegram, los dirigentes de la formación morada preparaban el golpe definitivo. El que dinamita la confianza con sus socios del PSOE. Podemos ultimaba el anuncio de una querella por prevaricación contra, ni más ni menos, la tercera autoridad del país: Meritxell Batet. Eso ocurría al filo de las nueve y media de la noche, casi sin capacidad de reacción pública por parte de los actores implicados. Las pocas valoraciones se hacían en privado y midiendo muy bien las palabras. “Habrá días para hablar de lo que ha pasado” sostenía una fuente de Moncloa consultada por este periódico.

Díaz quiere protegerse

Yolanda Díaz le pidió a Ione Belarra asumir la queja para no desgastarse ella. La líder de Podemos, como la ministra de Igualdad Irene Montero, se siente cómoda en el enfrentamiento contra los socialistas. Ambas son hijas del 15-M y han hecho política a base de la bronca. La vicepresidenta, sin embargo, es más cauta. Aunque cuando se enfada, aseguran quienes la conocen, lo hace notar. Pero siempre de puertas hacia dentro. Díaz mantiene muy buena relación -como mínimo hasta ayer- con Sánchez. Y quería preservar ese buen rollo y su fama de moderada ante la próxima cita electoral en la que se estrenará como candidata. Por eso, pese a ser la protagonista de la pelea matinal del viernes, estuvo prácticamente desaparecida.

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