Carmena planea quitar el tráfico de Castellana y que sea un «eje verde peatonal»
La alcaldesa Manuela Carmena ya ha dado los primeros pasos para poner en marcha la iniciativa con la que quiere que sea recordado su paso por el Ayuntamiento de Madrid.
El concejal de Desarrollo Urbano Sostenible, José Manuel Calvo, ha encargado a los técnicos de su departamento que elaboren el proyecto de transformación urbanística de uno de los espacios más emblemáticos de la ciudad: el Paseo de la Castellana.
La consigna dada a los técnicos responde a una de las obsesiones del actual equipo de gobierno: eliminar buena parte del tráfico rodado que recorre esta arteria urbana, con el fin de ganar espacios para los peatones, los ciclistas y el transporte público.
El primer esbozo debe estar concluido el próximo mes de mayo e incluirá una sensible reducción del número de carriles destinados al tráfico, que en la actualidad son diez en buena parte de su trazado: seis carriles centrales y dos en cada lateral.
El encargado de coordinar el proyecto es el arquitecto y actual director general del área de urbanismo José Luis Infanzón, que ya trabajó estrechamente con los dos anteriores alcaldes del PP, Alberto Ruiz Gallardón y Ana Botella.
El pulmón verde de Madrid Río
Como subdirector general del Proyectos Singulares, Infanzón impulsó el desarrollo de Madrid Río, que ha dotado de un importantísimo pulmón verde a las barriadas del sur en ambas márgenes del Manzanares, tras la costosa inversión que supuso enterrar este tramo de la M-30.
Posteriormente, Ana Botella encargó a Infanzón la redacción del nuevo Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), que finalmente quedó sobre la mesa. José Luis Infanzón tiene ahora en sus manos el que ha de convertirse en el proyecto estrella del equipo de gobierno de Manuela Carmena: la transformación de la Castellana.
La prioridad será reducir a la mínima expresión los actuales diez carriles de tráfico. Serán parcialmente sustituidos por carriles bici, carriles reservados para el transporte público y zonas verdes para los peatones.
Aunque más allá de su aspecto urbanístico, el Ayuntamiento deberá analizar el impacto de una revolucionaria idea, que podría provocar un auténtico caos circulatorio en las zonas colindantes de la ciudad.
Con una longitud de más de seis kilómetros, la Castellana es la principal arteria que atraviesa la capital, desde la zona de Fuencarral y la entrada norte de la ciudad, hasta el centro situado en torno a las plazas de Colón y Cibeles. Miles de personas acuden cada día a trabajar a los rascielos de su característico skyline, que configuran uno de los más importantes centros financieros y de negocios del país.
Más de 800.000 vehículos diarios
Dado que la Castellana divide en dos toda la ciudad, las restricciones de tráfico que planea el Ayuntamiento pueden provocar nuevos colapsos en su entorno. No en vano, cada día entran y salen 800.000 vehículos en el casco urbano de la ciudad.
Bajo la consigna de «recuperar para los ciudadanos los espacios públicos ocupados por los coches», enunciada por el edil José Manuel Calvo, el equipo de Manuela Carmena ya ha puesto en práctica medidas como el cierre del tráfico en el Paseo del Prado todos los domingos por la mañana.
Del mismo modo, los problemas de contaminación han permitido al gobierno municipal experimentar con este tipo de medidas restrictivas, al prohibir durante varios días los estacionamientos en el centro urbano (excepto para los residentes) y reducir a tan sólo 70 kilómetros por hora la velocidad máxima en todo el trazado de la M-30.
Pero el plan que prepara ahora el Ayuntamiento no pasa por implantar medidas temporales, sino que incluirá la ejecución de obras públicas para llevar a cabo la definitiva supresión de buena parte del tráfico rodado en una de las vías más transitadas de Madrid.