Adiós a una tradición: la fábrica que horneaba recuerdos cierra sus puertas tras casi 100 años
Adiós a la fábrica de galletas LU que tras casi un siglo de historia ha anunciado el cierre
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Adiós a una fábrica que durante casi un siglo, horneó algunas de las galletas más populares. La planta de galletas LU de Château-Thierry cerró el pasado 14 de noviembre su último día operativo, poniendo fin a más de nueve décadas de actividad industrial en el sur del Aisne. La línea de producción se detuvo a media mañana, en una jornada que los trabajadores afrontaron como el cierre oficial de una etapa que ha marcado la economía local desde 1931.
El cierre de esta fábrica de galletas LU, se produce tras varios años de reestructuraciones internas y dos oleadas de despidos en 2023, que dejaron a la plantilla reducida a los 36 empleados actuales. La multinacional Mondelēz, propietaria de la fábrica, ha confirmado el traslado de parte de la producción a la República Checa por motivos financieros, lo que ha precipitado el final definitivo de una instalación que ha sido clave para varias generaciones de vecinos en Château-Thierry. Las autoridades locales han expresado su preocupación por el impacto económico y social del cierre. El alcalde, Sébastien Eugène, lo definió como «un día sombrío para Château-Thierry», subrayando que la fábrica formaba parte del paisaje cotidiano y que su desaparición supone un golpe significativo para la identidad industrial del municipio. Mientras tanto, el Ayuntamiento mantiene conversaciones con la empresa para definir el futuro del recinto.
Adiós a una fábrica emblemática en Francia
El último día operativo estuvo acompañado de una petición clara de los trabajadores: querían vivir la jornada sin la presencia de la dirección. Fue una forma de cerrar el ciclo entre ellos, con discreción, lejos de focos y discursos. A las 09:35 h salió «la última galleta», tal y como relató David Romedenne, delegado del sindicato CFDT. «Fue realmente angustioso», admitió, aunque también destacó que la plantilla se mantuvo “»firme en sus valores» y se marchó «con la cabeza alta».
La tensión acumulada durante meses se mezcló con la sensación de haber cumplido hasta el final. Muchos empleados llevaban décadas en la línea de producción, así que es del todo comprensible el desánimo y tristeza de este último día que han vivido. Para ellos, la fábrica era más que un puesto de trabajo: era el lugar donde habían pasado buena parte de su vida profesional.
Un símbolo industrial que desaparece
Abierta desde 1931, la planta había superado crisis económicas, transformaciones en el sector alimentario y varias etapas de modernización. En 1997 pasó a formar parte de LU y posteriormente fue integrada en Mondelēz, que inició distintos planes de reestructuración desde los años noventa. A pesar de ello, su presencia continuó siendo un elemento identificable para los habitantes de Château-Thierry, que durante generaciones convivieron con el aroma dulce que salía cada mañana de sus hornos.
El anuncio del cierre definitivo cayó como un golpe difícil de evitar pero igualmente doloroso. Muchos vecinos recuerdan cómo el olor a galletas marcaba la rutina de todos los que allí vivían, convirtiéndose en una especie de señal cotidiana del barrio. La fábrica no solo producía dulces; también formaba parte de la identidad sensorial del municipio.
Traslado de la producción y razones económicas
Mondelēz justificó la decisión en motivos financieros y en la necesidad de reorganizar su cadena de producción en Europa. Parte de las líneas industriales se trasladarán a la República Checa, donde los costes son inferiores y la compañía asegura disponer de instalaciones más adaptadas a sus planes de expansión.
La plantilla recibió esta explicación con la mezcla habitual de resignación y malestar que acompañan estos procesos. Las dos oleadas de despidos vividas en 2023 ya apuntaban a un desenlace complicado, pero no evitaron que el cierre definitivo se sintiera como un final abrupto para una fábrica emblemática.
¿Qué ocurrirá ahora con el recinto?
Aunque la producción ha cesado, las instalaciones no quedarán vacías de inmediato. Seis empleados permanecerán en la fábrica hasta mayo de 2026 para encargarse del desmantelamiento de la maquinaria y garantizar la seguridad del espacio durante el proceso.
El Ayuntamiento, por su parte, continúa negociando con Mondelēz para definir el futuro del recinto industrial. Entre las opciones que se barajan destacan un posible uso económico alternativo o la reconversión del espacio para nuevas actividades. El consistorio insiste en que el objetivo principal es evitar que la fábrica acabe abandonada, una preocupación habitual en municipios que pierden grandes instalaciones industriales.
Un cierre con impacto social y emocional
Más allá de la dimensión económica, el cierre de la planta de LU deja una huella emocional evidente. En Château-Thierry no se pierde sólo una fábrica, es más que evidente que tras casi un siglo de actividad, se despide una forma de vida, un símbolo que ha acompañado a varias generaciones de familias de la zona y un punto de referencia para la comunidad. La última galleta salió a las 09:35 h, pero el peso de casi cien años de historia permanecerá mucho tiempo en la memoria colectiva de la ciudad.