La surrealista previsión económica del Gobierno con el Mundial 2030 que destroza la historia
El ministerio de Cultura y Deporte realizó una estimación inicial de 4.700 millones de beneficios
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El ministerio de Cultura y Deporte realizó una evaluación muy optimista del rendimiento económico que puede dar a España la organización del Mundial 2030 y que choca con los resultados deficitarios que arrojan la mayoría de ediciones del campeonato de fútbol más importante del planeta. Así se desprende de las cuentas que realizó el organismo el pasado mes de diciembre en el Boletín Oficial del Estado (BOE) para argumentar la concesión de una subvención de 7,5 millones de euros a la Real Federación Española de Fútbol (RFEF).
«Se hace ineludible el desarrollo de acciones positivas que tiendan a consolidar el sector deportivo español, de modo que alcance a todos los ciudadanos mediante el fomento del hábito deportivo y la posterior detección del talento con vistas, en su caso, a la especialización y, a su vez, vertebre iniciativas susceptibles de generar valor añadido desde el punto de vista económico (deporte como creador de empleo), social (elemento de inclusión) y que garantice la sostenibilidad del sistema», apuntaba el ministerio el pasado 21 de diciembre, con el farragoso lenguaje que se suele emplear en estos casos.
A la hora de abalizar la «dimensión económica» del Mundial 2030, el ministerios citaba «estudios elaborados por las instituciones académicas universitarias», sin aclarar de qué estudios se trata ni qué universidades los han elaborado, que garantizan que la organización de un Mundial de fútbol tiene «un efecto multiplicador en la economía española de especial relevancia y altamente significativo en el contexto de la economía productiva».
Dicho lo cual, la institución pública que comanda Miquel Iceta realizaba el cálculo de ese supuesto efecto multiplicador divulgando cifras muy concretas: por cada euro de gasto en «inversión y en organización para el desarrollo de la Copa del Mundo de 2030 se generarán, solo para España, 4,28 euros del PIB y 1,32 euros de ingresos fiscales».
Dentro del batiburrillo de cifras que siguen a continuación, donde sorprende, por ejemplo, la precisión en la estimación de puestos de trabajo que se crearán (82.513 empleos) teniendo en cuenta que el proyecto todavía estaba en pañales, el ministerio incluye la estimación de la inversión global realizada por los responsables de la candidatura: 750 millones de euros en infraestructuras deportivas de y 683,2 millones en gastos de organización. En total, una inversión de 1.433,2 millones que, multiplicada por ese 4,28 estimado, elevaría el retorno hasta los 6.133 millones. Es decir, un beneficio de 4.700 millones por organizar el Mundial 2030.
Seguramente la explicación haya que buscarla en la ingenuidad de las cifras económicas que maneja la candidatura española: el Mundial de Brasil 2014 costó 15.000 millones de dólares y el de Rusia 2018, 11.600 millones de dólares. Y eso que ambos están lejos del faraónico presupuesto que manejó el último Mundial de Qatar, en torno a los 220.000 millones de dólares.
El bofetón de la historia
La historia desmonta el optimismo español y lanza un serio aviso del agujero económico que puede suponer la organización de un Mundial. Hay un dato demoledor que advierte de esta amenaza: desde México 1970, todos los Mundiales de fútbol han sido deficitarios para los países organizadores -de México 1986 no se tienen datos- excepto el de Rusia 2018. Y con la lógica prudencia que hay que tomarse todo lo relativo al régimen de Vladimir Puttin.
Así se desprende del profundo análisis realizado por los investigadores Martin Müller, David Gogishvili y Sven Daniel Wolfe de la Universidad de Lausana (Suiza). En su estudio realizado para analizar el impacto económico que tiene para los países la celebración de grandes competiciones como los Juegos Olímpicos y los Mundiales de fútbol, concluyen que existe un «déficit estructural» del que es casi imposible despegarse.
«Es un déficit persistente y sistemático y, por lo tanto, no es el resultado de una mala toma de decisiones individuales o de condiciones específicas de acogida. Estos déficits son persistentes y, por lo tanto, no son el resultado de una mala toma de decisiones individuales o de condiciones adversas específicas para organizar el evento, como crisis económicas, alta corrupción, protestas u otras. Por lo tanto, nuestros hallazgos respaldan explicaciones teóricas que predicen una presencia sistemática de costos subestimados y beneficios sobreestimados para los megaeventos», advierten estos expertos.
Además, añaden que tanto los Juegos como los Mundiales «no son financieramente viables por sí solos» y exigen un enorme esfuerzo económico a los países organizadores. «En otras palabras, el COI y la FIFA estarían en quiebra desde hace mucho tiempo si tuvieran que asumir los costes directos de sus eventos con los ingresos que estos generan (…) Nuestro análisis demuestra que el supuesto premio ofrecido al pujar por estos eventos tiene en realidad un valor financiero negativo en la mayoría de los casos», concluyen con contundencia.
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