Fórmula 1: Gran Premio de España

Cinco razones para creer en el podio de Alonso y McLaren-Honda en Barcelona

Los ingenieros de McLaren-Honda celebrando la sexta posición de Alonso en Sochi (McLaren)
Los ingenieros de McLaren-Honda celebrando la sexta posición de Alonso en Sochi (McLaren)
Ignacio L. Albero

La película de Alonso y McLaren-Honda bien podría ser llamada hasta ahora Mil maneras de morder el polvo. Una comedia macabra en la que uno se ríe, como en una escena de La que se avecina, por no llorar. Las lágrimas ya no son el pan diario de la dupla, el MP4-31 es un capullo de una oruga que quiere ser mariposa. La metamorfosis está en proceso y Barcelona puede ser un momento idóneo para romper el estado de pupa.

Acogiéndose al eslogan rojiblanco acuñado por el maestro Sabina, Fernando Alonso se hará ‘cholista’ por un gran premio esperando que las maneras de creer y de sufrir deriven en un podio que ya se ha olvidado de los pies asturianos. Pero esas piernas y manos no se han olvidado de patinar como Javier Fernández sobre todos los asfaltos del mundo. Un milagro posible, como que el Real Madrid gane la Liga o el Leicester haya hecho historia en la Premier. Complicado como elegir ropa en entretiempo, sí, pero a McLaren se le ha puesto cara de combinar como Victoria Beckham.

La lógica dicta un nuevo paseo de Mercedes, acompañado de cualquiera de las dos manchas rojas en la ceremonia final. La razón, la cordura, la matemática son ciencias inexactas a 300Km/h y quizá sea la carrera para que el azar se vista de gris grafito McLaren-Honda. No todo es una cuestión de suerte: hay razones para irse a dormir imaginando a Fernando en un hueco del cajón. Estas son los 5 motivos para subirse al carro de fuego:

1. Nuevo paquete aerodinámico

No es una novedad que Woking es una churrería de piezas aerodinámicas: velocidad y calidad. Nada de grasa en los nuevos elementos que poblarán el MP4-31. Las calorías de más se encuentran en la unidad de potencia Honda que estará a ensalada en este gran premio. Nuevo suelo, alerones y carrocería para ser fijos en la Q3… y atisbar en la lejanía un podio patrocinado por otras 4 incógnitas de una ecuación demasiado engorrosa.

2. El circuit de Barcelona-Catalunya

El motor Honda podrá tomarse un respiro en cualquier terracita de Barcelona gracias a la importancia del downforce en Montmeló. Tan sólo una caña, eso sí, porque será necesario la existencia de un compromiso con la entrega de potencia en el propulsor. El alta carga aerodinámica beneficia al paquete del MP4-31, que, junto con las mejoras, espera estar seguro en Q3… y cruzar los dedos para colarse en la codiciada ceremonia final. Allí también habrá champán para chasis e ingenieros.

3. El ‘vacío’ de la tercera escudería

En la monarquía parlamentaria creada por Ecclestone y Todt existe una dictadura pintada de democracia, la de Mercedes. Una oposición débil, a merced de la benevolencia que muestre su déspota líder, Ferrari, y una tercera fila de partidos políticos tanteando tímidamente el ‘sorpasso’ a los de Maranello. Williams, Red Bull, Toro Rosso y McLaren-Honda se enzarzan en una batalla por un tercer puesto que les de voz y voto en este Congreso teñido de color plateado. Una guerra de sillones, al más puro estilo español, que buscará un hueco en el cajón en estas temporales elecciones españolas.

4. Jugar en casa vale doble

Como el Bernabéu encendido en una noche de Champions, el Calderón en cualquier partido random, el Camp Nou en un Clásico, o el Kinepolis en el estreno de 50 Sombras de Grey: Montmeló arderá y se dejará la garganta animando a un héroe en horas bajas. El sonido empujará a su tullido MP4-31 que en España quiere tirar sus muletas y echarse a bailar como el anciano del famoso vídeo. Una razón más para creer en la locura: la enajenación de un público que todavía tiene fe en su ídolo. Porque la fe, como la esperanza o el amor ñoño, es creer en que todo es posible. Como diría Muhammad Ali: “Imposible no es nada”.

5. La magia de Fernando Alonso

Si el cóctel no resultara ya más explosivo que un Dry Martini, se suma el factor diferencial: el ilusionismo de Fernando Alonso. Un tiburón herido que todavía conserva su olfato e instinto para cazar. Le están afilando los colmillos para no seguir remando con los brazos en una lancha sin motor, un descenso del Sella que parece finalizado. Con el ‘nuevo’ MP4-31, las características del circuito, en su cabeza rondando el 6º puesto en Sochi, y su feligresía sonando de fondo, Alonso intentará vestirse de Capitán España y obrar otro milagro que le haga ascender  a los cielos de la Fórmula 1 donde guarda más elogios que títulos. No hay día mejor que el domingo, de Pentecostés, para que el Espíritu Santo se pose y guíe al bicampeón hacia un imposible.

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