Nadal se hace grande ante Schwartzman y ya está en cuartos en Australia
En las buenas, Rafa Nadal es un tenista increíble, pero cuando vienen mal dadas es Don Rafael. El número uno del ránking ATP ejerció como tal en un encuentro que se le complicó debido al espectacular juego de Diego Schwartzman, y acabó imponiéndose (6-3, 6-7, 6-3, 6-3) a base de experiencia y saber estar para firmar el pase a los cuartos de final del Open de Australia. Ni las carreras y ganadores del Peque, ni los errores no forzados acabaron con Rafa, que seguirá haciendo madrugar a sus incondicionales en busca de su decimoséptimo Grand Slam.
Acostumbrados a un inicio fulgurante de Nadal, el comienzo de los octavos de final resultó todo lo contrario para el manacorense. Los errores se acumularon en su casillero hasta sumar los mismos fallos no forzados en seis juegos que en su partido frente a Leo Mayer en segunda ronda. Dobles faltas, pelotas teóricamente fáciles, Rafa encontraba problemas y parecía sufrir en pista, tanto por las condiciones como por el juego de su rival.
Y es que Schwartzman saltó a la Rod Laver Arena con las ideas clarísimas, muy agresivo al servicio para impedir la contra del número uno y con un acierto irreal. Seis aces en tres juegos de saque del Peque, que en el séptimo gozó de un 0-40 para ponerse con una jugosa ventaja para vencer el primer parcial. No lo aprovechó por imprecisiones y mérito de Rafa, activado a base de golpes, pero justo a tiempo. El manacorense fue obligado a despertar de inmediato y no sólo remontó la mencionada situación, sino que en el siguiente juego quebró por primera vez el saque de Diego, para cerrar en 6-3 una primera manga que poco tuvo que ver con el resultado final.
La inercia ganadora de Nadal se trasladó también al segundo set, comenzado con un break inicial del español que hacía presagiar el despegue hacia los cuartos de final. Nada más lejos de la realidad. Schwartzman, conectadísimo al juego aunque menos acertado, le devolvía el quiebre a la primera, para consolidar con su saque su primera ventaja en la manga.
El set continuó por los derroteros de la igualdad sin importar quién estuviera al servicio. Las roturas siempre estaban cerca de producirse, y aunque Nadal sumó dos juegos consecutivos para colocarse con un atractivo 4-2, la recuperación de su derecha, y con ella la confianza en el triunfo, se niveló con varios errores impropios que unidos al notable juego de Schwartman volvieron a equiparar la lucha. La magia del Peque le permitió ponerse 5-4 con varios golpes de auténtico genio, pero Nadal, que se ha visto en mil como estas, respiró para igualar sin demasiados apuros y aprovechó la experiencia para encontrar un resquicio y quebrar el saque de Diego por tercera vez en el set.
Parecía la definitiva para ponerse 2-0, sin embargo, los errores volvieron a llamar a la puerta de Rafa, desconocido en este aspecto, y forzaron el tie break para dictaminar la igualada o el despegue en el marcador. La muerte súbita gozó de un nivel espectacular, con el menudo argentino desatado en cuanto a agresividad y Nadal, muy sobrio por momentos, sucumbiendo ante sus propios errores en el momento decisivo del set.
Se enredaba el partido para el español y el tercer set le tenía preparada una bienvenida especial al de Manacor. Schwartzman volvía a gozar de oportunidades de break debido al desacierto de un Rafa que no conseguía despegarse de los errores no forzados. Un break inicial podría haber sido demasiado duro hasta para Nadal, pero la reacción llegó a tiempo y tras siete minutos consiguió atar su servicio para comenzar mandando.
Reacción de campeón
Lejos de venirse abajo, la fortaleza mental jamás superada en el circuito hizo de las suyas y Nadal tomó como un reto de constante mejora el resultado, el sufrimiento vivido y el juego desplegado en las más de dos horas que llevaba el partido de avance. El balear dejó los errores a un lado para dar paso a los golpes ganadores, destacando los aces que tanta falta le hicieron en los sets previos para consolidar la sangría de breaks, que siguió abierta mientras Rafa quiso. Tres juegos hizo Schwartzman en el tercer set, los tres en blanco y con su rival a medio gas, esperando confiado al saque para ponerse con ventaja y a un set de cuartos de final.
Nadal ya transmitía el aura ganador de los encuentros previos, pero Schwartzman quería seguir divirtiendo a la Rod Laver Arena. El argentino es uno de esos jugadores que entran por los ojos por estilo y enamoran por tenis y actitud. Un auténtico hueso que volvió a forzar a Nadal a mantener su saque tras un juego larguísimo, de casi 13 minutos, tras el cual el manacorense salió espoleado y logró romper el de su contrincante.
El duelo de Schwartzman contra el imposible de ganar a Nadal parecía cada vez más utópico. El argentino había logrado hacer dudar al líder del ranking de su propio tenis para después responder con un juego agresivo en carreras y golpes, pero el agujero encontrado en el servicio de Rafa había sido cerrado por el manacorense, que para más inri ya conectaba derechas ganadoras como churros.
Llegábamos al 4-2 y al contrario que en el set anterior, Rafa no iba a jugar a medio gas un solo punto. Diego, consciente de que un nuevo break era poner fin al partido, también hizo un all in poniendo todas sus cualidades encima de la mesa y tras otra maratón, se apuntó el juego para continuar soñando en la Rod Laver. Anduvo próximo a la gesta, gozando de dos pelotas de break y empate parcial, lástima para él encontrarse, por enésima vez, con la mejor –y más agresiva– versión de Nadal enfrente, una versión imparable hasta conseguir, sin ningún tipo de facilidad, el juego, set, y partido.