Asensio es el brote verde
En plena crisis Asensio es el brote verde. El Real Madrid sigue en estado de depresión profunda, en un coma futbolístico que le llevó a perpetrar otro partido triste e insulso en Leganés. Los de Zidane, sin juego, sin imaginación y sin pegada apenas tiraron a puerta. Los locales tuvieron un palo en la segunda mitad y estuvieron más cerca de ganar el partido que de perderlo. Pero Asensio, con su golazo imposible y postrero, dio la victoria al Madrid y encarriló la eliminatoria.
Noche de Copa, equipo de Copa. Con matices, perdonen. Zidane dejaba en casa a la BBC al completo y tampoco se llevaba a Leganés ni al fundido Marcelo ni al lesionado Sergio Ramos, así que el once del Real Madrid estaba plagado de los que tienen menos oportunidades en la Liga que un contertulio tartamudo en un programa de debate.
No me enrollo. Casilla de portero, una defensa mixta con dos titulares (Carvajal y Varane) y dos suplentes (Vallejo y Theo), centro del campo nuevo integrado por Marcos Llorente, Kovacic y Ceballos, trío de atacantes para Lucas Vázquez, Asensio y Mayoral. El examen de Butarque lo pasarían, pues, los menos culpables del desplome liguero del Real Madrid.
De salida dominó el Leganés, con un Real Madrid un punto timorato y distraído como quien entra de incógnito en un sex shop. El tacto del cuero calmó los ánimos del equipo de Zidane, que empezó a crecer pausadamente en torno a la pelota. Se defendían ordenadamente los pepineros, bien pertrechados protegiendo el área de Champagne. Y si había que rascar, pues se rascaba y a otra cosa.
Dominio insípido
Al cuarto de hora Zidane recibió su primera mala noticia. Vallejo se rompió y tuvo que meter a Nacho en su puesto. Otra lesión muscular de un futbolista cuyo historial preocupa notablemente en la casa blanca. Más allá de eso, el Real Madrid seguía dominando el juego sin brillo ni profundidad. El portero del Lega ni siquiera había salido en plano.
Nos encaramamos a la media hora de un partido sin áreas ni chispa. El dispositivo táctico del Leganés, unido a la incapacidad creativa del Real Madrid provocaba un encuentro insulso y feo. Dicho más corto: un tostonazo. Un error obsceno de Rubén Pérez dio a Kovacic en el 33 la ocasión de plantarse solito ante Champagne, pero el croata giró el tobillo como si fuera un pimentero y echó la pelota fuera.
Me gustaría contarles alguna cosa más, pero me temo que toca escribir los versos más tristes esta noche. Alguna cosilla de Asensio por la izquierda y poco más. De una de esas acciones puntuales nació una falta lateral que botó Ceballos y empaló Carvajal de aquella manera. Y luego otra en la que Borja Mayoral no llegó a verduguear el pase de la muerte. Ahí se murió una primera parte aburrida como Puigdemont en Bruselas.
Sigue el tostón
De salida en la reanudación el partido siguió en coma futbolístico. Ritmo cadencioso, más orden que improvisación. Un rollo, vamos. El Leganés a pelotazos y el Real Madrid al toque, ambos con imprecisiones. Casilla evitó una ocasión local en el 56 después de un caño a Carvajal que desperdició Naranjo. El público espoleaba a los suyos porque creía en la victoria.
Al filo del 60 Zidane tenía calentando a Isco y Modric. Pero fue el Leganés el que dio un susto de muerte al Real Madrid en una falta desde cualquier sitio en la que Casilla salió a por uvas –Zidane, que sí, que hace falta un portero– y Marcos Llorente estuvo a punto de hacer un autogol de cabeza.
Por fin Zidane se decidió a hacer el cambio y metió a Modric por Ceballos. Otro partido insulso del sevillano. Precisamente un lujo de pase del croata habilitó a Lucas Vázquez para plantarse, algo exigido, en el mano a mano ante Champagne, que sacó la pelota con los pies.
Nada de nada
Zizou agotaba los cambios con Isco por un agotado Marcos Llorente. Al Real Madrid le quedaba poco más de un cuarto de hora para ganar el partido… o firmar el empate, oiga. Pero la ocasión la tuvo el Lega después de un centro de Amrabat que remató Beauvue y desvió a córner Casilla con una parada con la que enjugaba el error anterior.
El Leganés volvió a apretar en los minutos finales con un Real Madrid a la deriva. Ni gobernaba el partido ni se defendía con solvencia. El equipo de Zidane dejó pasar los minutos con una desesperante languidez hasta que el partido parecía morirse. Pero entonces apareció Asensio, el único brote verde del Real Madrid para marcar un gol imposible y encarrilar la eliminatoria. Los blancos, más vale tarde que nunca, encontraron el gol y reencontraron a Marco Asensio, un soplo de aire fresco en un equipo en plena depresión.