Heroico Atlético, gigante Oblak
El once de Simeone en el Allianz no tenía sorpresas. Cartas boca arriba. Once gladiadores dispuestos a morir por la final de Milán. Un equipo rocoso, lleno de disciplina y trabajo. Oblak defendía la portería. Volvía El Cacique Godín para formar pareja con Giménez en el eje de la zaga. En los costados los inseparables Juanfran y Filipe Luis.
Por delante los cuatro trotones del Cholo para formar una cuádriga que haría las delicias del mismísimo Ben-Hur: Koke, Gabi, Augusto y Saúl, el Maradona rojiblanco. Arriba, velocidad, trabajo y gol: Griezmann y Fernando Torres.
En el Bayern, Guardiola montaba un equipo diseñado para atacar con Xabi Alonso y Vidal en el equilibrio, tres mediapuntas para el desborde (Douglas Costa, Müller y Ribèry) y el temible Lewandowski dispuesto a rematar cualquier cosa que caiga por sus dominios.
Como una camisa almidonada el Atlético nunca se arruga. Saltó al Allianz con la intención de hacer lo que mejor se le da: correr, presionar, defender y sufrir. Sin complejos. Y si a algún gurú no le gusta, pues que no mire. El Bayern también salía con la intención de meter a los rojiblancos en su área, pero sin volverse locos, como les ocurrió hace un par de años ante el Madrid de Ancelotti.
Todo (o casi todo) iba según el plan previsto por Simeone: dominaba el Bayern, se defendía ordenadamente el Atlético. Pero los rojiblancos tenían un problema: necesitaban meter un poco de miedo a la contra a los alemanes. Lewandowski, a pase envenenado de Douglas Costa, tuvo la primera ocasión clara a los once minutos, pero su cabezazo, apenas rozado, se marchó a la derecha de Oblak.
Perdona Lewandowski
El duelo era un monólogo del Bayern, pero el Atlético es a un partido lo que la cal a la lavadora: se agarra que no veas. Todos los balones al área de los bávaros buscaban a Lewandowski, rodeado siempre por Godín y Giménez. El polaco empezó a ganar peso en el duelo y perdonó un mano a mano ante Oblak, que le tapó rapidísimo, después de una asistencia de Müller tras una gran diagonal de Douglas Costa. Era el minuto 20 y el Bayern maduraba el gol.
Tres minutos después, un disparo lejano de Vidal se le escapó a Oblak, que tuvo que tirarse a los pies de Lewandowski para evitar males mayores. El Atlético sufría con la cabeza alta, como un marine torturado por Al Qaeda. El acoso del Bayern, con todo, empezaba a ser peligroso para las ilusiones rojiblancas y no habíamos llegado ni a la media hora de partido.
Y al final el cántaro se rompió. Fue en una falta en la frontal, provocada por lo cerca de su área que estaban defendiendo los rojiblancos. En la barrera había cien mil jugadores, dos policías, un vendedor de salchichas, una pareja de perroflautas, un señor disfrazado de C3PO, el profe Ortega… Demasiada gente para que Oblak pudiera ver algo. Xabi Alonso vio el follón y eligió bien: tirar al bollo. La pelota se le coló entre las piernas a Giménez y despistó al meta esloveno. El Bayern, merecidamente, igualaba la eliminatoria.
Tres minutos después, Giménez hizo un penalti obsceno, de esos que hace en cada partido de Liga y no le pitan nunca. El uruguayo es un central extraordinario, pero si no controla esas acciones, saldrá a penalti por partido. El Bayern empezó a celebrar el 2-0 antes de lanzar el penalti y ahí Müller se topó con Oblak, el Messi de los porteros, que salvó el gol con un paradón antológico, que repitió en el rechace ante Xabi Alonso.
El partido se enredó y Simeone empezó a buscar pendencias en la banda. Eso le encanta al Cholo, pero en él todo es virtud y buen ejemplo para los niños. El Bayern acusó el fallo del penalti y se le echó encima el descanso lamiéndose las heridas.
A la contra empata Griezmann
En la reanudación Simeone movió ficha. Carrasco por Augusto. El Cholo sabía que para estar en Milán había que marcar un gol, no valía sólo con resistir. El Bayern siguió dominando, pero el Atlético picó primero. Fue en una contra fulgurante que encabezó Griezmann, se le puso de cabeza a Torres, que metió un pase magistral para la carrera del francés, que arrancó en posición legal, se plantó delante de Neuer y le batió por bajo. El sueño de Milán estaba más cerca para el Atlético.
El Bayern se lanzó al ataque y se topó una y otra vez con un majestuoso Oblak. Al menos hasta que Alaba la puso desde la izquierda al segundo palo. Por allí merodeaba Vidal, que se apoyó en Filipe Luis para ganar el salto y prolongó al centro del área, donde Lewandowski cabeceó a placer encima del meta rojiblanco. Los de Guardiola lograban el 2-1 y aún les quedaban 15 minutos para marcar un gol que les llevara a Milán.
El Bayern iba desatado a por el tercero, pero el Atlético se guardaba alguna contra en la recámara. Apretaba el Allianz Arena, dispuesto a empujar a los suyos en un partido peliagudo. Los rojiblancos se refugiaban en el área del coloso Oblak, pero cada segundo era un lustro en el reloj de Simeone.
En el 83 llegó la jugada que pudo cambiar el partido cuando Çakir pitó dentro del área una falta de Javi Martínez que era fuera. La acción, rápida y difícil, confundió al colegiado turco. Fernando Torres se encaminó a lanzar la pena máxima, pero Neuer, igual que Oblak en la primera mitad, la detuvo.
En el 87 Oblak volvió a sostener al Atlético con un paradón a un disparo envenenado de Alaba desde la frontal. A los rojiblancos volvía a sostenerles su tremendo portero. En la prolongación el Bayern siguió insistiendo, pero ya era demasiado tarde. Sus precipitados ataques morían en la poblada defensa rojiblanca y, cuando no, ahí estaba Oblak para parar lo imparable y llevar al Atlético rumbo a Milán. Allí aguarda rival, que saldrá mañana del duelo en el Bernabéu entre Real Madrid y Manchester City.