Efectividad, concentración y desesperar al rival

La herencia de Rafa Nadal que Alcaraz recoge para reinar en Roland Garros

Carlos Alcaraz cada vez se parece más a Rafa Nadal en sus victorias en Roland Garros y sus rivales lo sufren

Carlos Alcaraz, Alcaraz Nadal
Carlos Alcaraz celebra su victoria ante Tsitsipas. (Getty)
Nacho Atanes
  • Nacho Atanes
  • Redactor de deportes y canterano de OKDIARIO. Desde 2016 cubriendo la información de tenis. También baloncesto, fútbol, ciclismo y otros contenidos.

«Estaba convencido de que esta vez podría hacerle daño, pero el niño es demasiado bueno». Son las palabras de Stefanos Tsitsipas, la última víctima de Carlos Alcaraz en Roland Garros. La desesperación del tenista griego se pudo comprobar en la pista, durante las dos horas de duración de su partido de cuartos de final, donde permaneció impotente ante una versión notable del joven español. Alcaraz ni siquiera tuvo que poner la marcha más alta para acelerar y llevarse el partido en tres sets ante el número 9 del ranking ATP, dejando sensaciones de superioridad que caracterizaron a Rafa Nadal durante muchos años en París. Palabras mayores.

Alcaraz accedió a semifinales de Roland Garros con un tenis menos espectacular que en otras ocasiones y en el que se dedicó a potenciar un elemento que vale doble en los Grand Slam, la efectividad. Muchos primeros servicios, escasos errores en momentos importantes y subidas a la red para cerrar cuando estaba en ventaja. Esta maniobra recordó a Tsitsipas el por qué de su head to head dramático –6-0 para el murciano– con Carlos y le dejó sin razón casi desde la primera pelota. El griego lo intentó, pero ‘el niño’ Alcaraz fue demasiado para él, una vez más.

«Me sentía bien, estaba haciendo un gran tenis y llegaba con confianza. Estaba teniendo una gran tendencia al alza, con sensaciones que jamás había experimentado antes en este torneo», comentó en la rueda de prensa posterior al partido un sincero Tsitsipas. Lo dice alguien que logró llevar a Novak Djokovic al quinto set en toda una final de Roland Garros, pero que en dos ocasiones consecutivas, ha recibido sendos correctivos de un joven llamado a dominar sobre arcilla y, por tanto, a suceder a Rafa Nadal como rey de la superficie.

Alcaraz se mira en el espejo de Nadal

Nadal era un jugador espectacular por su garra, sus contraataques imposibles y por las remontadas, en las que nunca dejaba de creer, pero nunca se distinguió por ser un tenista que se empleara de cara a la galería. Pocas dejadas –no más de las necesarias– escasos winners de segundo o tercer golpe y mucho trabajo, para acabar tumbando a sus rivales incluso sin jugar demasiado bien. Esa receta es la que está empezando a aplicar Carlos Alcaraz y la que puede convertirle en un auténtico coloso en tierra batida.

Carlos Alcaraz tiene un estilo propio, dotado de unas virtudes técnicas y una creatividad que le llevan a verse tentado a tirar de magia casi en cada punto, pero a mayor espectáculo, mayor riesgo, y en Roland Garros, en tierra batida y a cinco sets, el riesgo puede derivar en desconexiones, algo que nunca le sucedía al 14 veces campeón, Rafa Nadal, el espejo donde mirarse para reinar en París.

La lección de De Jong y la guía de Ferrero

Frente a De Jong, número 176 del ranking ATP y en segunda ronda, Alcaraz aprendió una lección. «He visto que tenía que olvidarme de dar un show e intentar estar en los intercambios», comentó tras vencer en un mal día en el que perdió un set y pudo haber cedido otro, de no haber mediado reacción. «Hay que saber sufrir», completaba instantes después Carlos, quien no ha instaurado esto por sí mismo, si no también con la ayuda e insistencia de su cuerpo técnico, especialmente de Juan Carlos Ferrero.

Ahora que en las retransmisiones se puede escuchar a los entrenadores, quienes a su vez tienen admitido hablar con los jugadores, las instrucciones de Ferrero se escuchan constantemente en los partidos de Carlos Alcaraz. «Trabaja el punto» o «hay que ir con todo ahora» son algunas de las recomendaciones que Ferrero le hace a su pupilo en mitad del juego. El técnico sabe de las posibilidades de Carlitos pero también que las desconexiones pueden ser su principal enemigo, y la receta del éxito, al menos en Roland Garros, pasa por ser prácticamente infalible, tal y como hizo Rafa Nadal en 14 ediciones del torneo.

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