JUEGOS OLÍMPICOS DE RÍO 2016

España se queda más cerca que nunca de Estados Unidos (76-82)

España-Estados Unidos-Juegos
Sergio Rodríguez. (Foto: Reuters).
Francisco Rabadán
  • Francisco Rabadán
  • Redactor jefe de deportes. He tenido la oportunidad de cubrir dos Juegos Olímpicos, varios Mundiales de distintas disciplinas y algún que otro All-Star de la NBA con los Gasol. De Córdoba y sin acento.

No podrá ser, aunque hubo momentos en que España soñó con cumplir un objetivo que ha peleado durante los últimos cuatro Juegos Olímpicos. Los nuestros se volvieron a encontrar con el mismo obstáculo, Estados Unidos, para no poder alcanzar la que hubiese sido su tercera final olímpica consecutiva. España peleará por el bronce con la cabeza bien alta tras haberse dejado todo en la pista ante un rival que quizá en otro escenario hubiese sido factible de derrumbar.

Estados Unidos salió enchufadísima, mientras que España dio malos síntomas. Entre el agarrotamiento y la timidez se movió el equipo de Scariolo en los primeros compases, con los americanos estableciendo las primeras ventajas. Pau Gasol tuvo que salir a apagar el fuego con un primer cuarto de bandera donde anotó 12 de los 17 puntos. España adoleció en un factor en especial: el rebote. Durant ganó con 7 capturas a todo el equipo español que se quedó en 6 en los primeros 10 minutos.

En el segundo cuarto, la sangría en el rebote ofensivo fue aumentando, permitiendo dichas segundas oportunidades ametrallar desde la línea de tres a Klay Thompson. Sin embargo, la segunda unidad liderada por Navarro y Hernangómez comenzaron a anotar con fluidez. Scariolo detuvo la hemorragia del rebote implantando una zona de ajustes que resultó definitiva para pasar de estar a 10 puntos a tiro de una canasta al descanso.

Arbitraje totalmente surrealista

Con el partido y los nervios en todo lo alto, el árbitro griego Christodoulou, ese mismo que expulsó a Navarro contra Argentina, quiso convertirse en el máximo protagonista del duelo pitando en apenas cinco minutos de juego seis faltas técnicas con balance desfavorable para España por 4-2. La consecuencias reales fueron la perdida de Mirotic por el bando español y Durant por el norteamericano, ambos cargadísimos de faltas.

En la segunda mitad, Estados Unidos retorció un punto más su intensidad defensiva. DeAndre Jordan empezó a intimidar a una España que adolecía para encontrar canastas fáciles, mientras Klay Thompson emulaba a Stephon Marbury en Atenas 2004 como el verdugo de España desde la línea de tres puntos. Los campeones olímpicos alcanzaban su máximo renta del partido establecida en 13 puntos.

Cuando España parecía capitular, Pau Gasol (23 puntos al final) y Sergio Rodríguez respondían con sendos triples antes del último cuarto poniendo a los nuestros a seis puntos. Las buenas noticias no paraban de acumularse con la recuperación de Mirotic -inédito en el tercer periodo- para el cuarto final.

Sin embargo, el último descanso de Gasol antes de los minutos finales resultó definitiva. España se tiró sin anotar todo el tiempo que el de Sant Boi permaneció descansando -3 minutos- y Estados Unidos se marchó hasta los 15 de ventaja. España quería, pero no podía por la excesiva dependencia de un Pau que es el único de la generación del 80 que mantiene grandes prestaciones.

La última gran oportunidad de España de meter el miedo a los americanos salió de las manos de Sergio Rodríguez, que falló un triple abierto a dos minutos del final que hubiese puesto a España a seis. Scariolo sacó a Pau y Rudy del campo, pero ni nuestros suplentes se arrodillaron ante los americanos sin antes pelear. Mirotic y Chacho se encargaron de maquillar, aunque ya sin tiempo, un 76-82 que supone el mejor resultado de España en toda la historia de los Juegos Olímpicos. Ni en Atenas, ni en Pekín ni en Londres habíamos perdido de tan poca diferencia. Bien es cierto, que España en aquellos citas rindió a un nivel un poco más elevado. ¿Quién sabe si este equipo cuatro años más joven habría derrotado a estos Estados Unidos de Río? Siempre quedará la duda, pero nadie puede decir que no han caído con la botas puestas. El domingo se cierra el sueño de una generación irrepetible, la que siempre tuteó a los americanos.

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