La cruda realidad del Barcelona sin Messi
Desde que Leo Messi dejó el Barça, los culés solo han ganado tres de sus primeros ocho partidos con dos derrotas muy duras en Champions League
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En algún momento tenía que llegar, más pronto que tarde, pero quizá fue en el impás más dramático posible. La marcha de Leo Messi del Barcelona está llevando al equipo culé a conocer la cruda realidad de la competición sin él con la elástica culé. Tras los primeros ocho partidos disputados, entre Liga y Champions League, el Barça solo ha ganado tres partidos, ha empatado otros tres y ha caído en dos ocasiones, ambas en Europa con goleada ante Bayern de Múnich (0-3) y Benfica (3-0).
Ni en el peor de los sueños se imaginaba el aficionado culé que Leo Messi finalmente acabaría marchándose del Barça. Parecía todo hecho tras la elección de Joan Laporta como nuevo presidente culé y cómo el jugador había ido adaptándose a la nueva realidad tras su amago de fuga el verano anterior. Pero la gravedad del estado de salud de las arcas del club acabaron por obligar a la decisión más difícil de todas: dejaban ir a Messi.
El plan inicial era claro: un par de años más de Leo Messi al servicio del Barça para hacer más liviano su adiós. Pero no pudo ser, el planteamiento inicial con el que disfrutarían de su fútbol un par de temporadas se desmoronó como una torre de naipes, tocaba iniciar de golpe la era post Messi. Y nadie estaba preparado. Las dificultades económicas obligaron no sólo a su marcha, sino también la de otros como Griezmann o Emerson.
El Barça comenzó la reestructuración de la plantilla sin Leo Messi y con lo puesto. El único refuerzo que llegó sobre la bocina fue un Luuk de Jong que está demostrando en pocos partidos el porqué de su suplencia en el Sevilla de Julen Lopetegui y porque era transferible. Ronald Koeman se ha encontrado con una plantilla que, a su juicio, no da. Ya ha dicho públicamente que con esto se hacen milagros y a la vista está de sus resultados que la temporada pinta pero que muy mal.
Depay es la estrella sin Messi
No empezaron las cosas nada mal para el Barça en su debut liguero. El triunfo en el Camp Nou ante la Real Sociedad por 4-2 dejó detalles de que podía funcionar este nuevo rumbo del club. Memphis Depay brilló con varias actuaciones y parecía ser un jugador diferencial. Pero todo se torció pronto. El empate a uno ante el Athletic de Bilbao mostró lo vulnerable que puede ser el equipo de Koeman si se le sabe hincar el diente. En Getafe el equipo salvó el partido sin grandes alardes, sin brillo (2-1).
Fue el Bayern de Múnich el encargado de mostrar todas y cada una de las carencias del Barça. Le desnudó, le hizo pequeñito y le goleó en su casa. El 0-3 fue un demoledor golpe a la reestructuración de la plantilla que dejó muy tocado en el cargo a Koeman. Ya estaba cogido con pinzas el holandés pero fue entonces cuando comenzó una guerra con la directiva que aún perdura, no hay retorno ya en ese sentido.
Traspiés en Liga y Champions
Llegaron dos empates consecutivos ante Granada en casa (1-1) y ante el Cádiz en el Nuevo Mirandilla (0-0). La goleada ante el Levante (3-0) con el regreso de Ansu Fati fue solo esa calma que aparece antes de la tempestad. El Benfica, en otra noche negra de Champions, destrozó a la defensa culé y mostró cómo se puede desarmar a este nuevo equipo con orden y un par de jugadores con un buen día, sobre todo si están al nivel de Darwin Núñez.
Sin Leo Messi el Barça no solo perdió a uno de los mejores jugadores del mundo, sino también a un líder, un jugador sobre el que gira al equipo y que casi siempre rozaba un nivel notable cada vez que saltaba al césped. El argentino fue durante años un futbolista capaz de decantar un partido del lado culé, que desatascaba defensas, que rompía líneas para encontrar ese último pase o disparo imposible. Messi no solo marcaba y asistía sino que daba sentido a todo el juego estructural de este Barça. Sin él, los culés conocen la cruda realidad de la competición al máximo nivel.
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