Otra vergüenza en Europa
El Barcelona perdió en el Estadio de la Luz frente al Benfica por 3-0 en el partido correspondiente a la jornada 2 de la fase de grupos de la Champions League
🔴 Resultado Benfica - Barcelona en directo: Resumen y goles del partido de la Champions League
Así queda la clasificación del grupo del Barcelona tras su derrota contra el Benfica
Le está cogiendo el gusto el Barça a pegársela en Europa. Tras esta derrota por 3-0 ante el Benfica están cuartos en su grupo, casi mejor acabar en esa posición en vez de quedar terceros e ir a la Europa League a hacer lo mismo. Los hombres de Ronald Koeman, con esta nueva goleada encajada, se complican bastante la vida en el grupo, aunque es cierto que todavía restan cuatro partidos por delante y se sabe que en el fútbol puede pasar absolutamente de todo, pero viendo lo visto, el aficionado culé debe seguir asimilando que quedan unos cuantos años para recuperar la grandeza deportiva y económica por parte del club.
Podía sonar a test, pero no lo era. El Barcelona, después de brillar ante el Levante, pero también haber dejado dudas ante Granada y Cádiz, necesitaba mostrar que la goleada ante los granotas no había sido un espejismo. Los jugadores demostraron que lo fue. Que aún queda mucho tiempo para afrontar y superar esta transición post Messi. Ronald Koeman, de nuevo, más fuera que dentro, más aún viendo que en el único partido en el que los azulgranas dejaron grandes sensaciones fue en el que él estaba sancionado.
Viajaba el Barcelona a Lisboa con la clara necesidad de ganar para coger aire en esta Champions que Ronald Koeman dio por descartada. El técnico holandés, que sí se sentaba en el banquillo del Estadio da Luz, volvió a la línea de cinco defensas y devolvió la titularidad a Pedri tras recibir el alta. En la medular, junto al canario, estaban Sergio Busquets y Frenkie de Jong. Por delante, el otro De Jong, Luuk, y Memphis. La portería era para Ter Stegen, en los carriles aparecían Sergi Roberto y Sergiño Dest y el trío de centrales era para Piqué, Araújo y Eric.
El inicio del partido fue un claro reflejo de lo que es el Barcelona. Los aficionados no se habían terminado de sentar ni los teleespectadores no habían acabado de sintonizar el canal de televisión cuando el Benfica dio el primer mazazo. Dos minutos. Sólo dos minutos tardaron los lisboetas en complicarle más la vida a Ronald Koeman. Fue obra de Darwin Núñez, que dribló a Eric García y batió por el palo corto a Ter Stegen. Se repetía la historia de hace una semana frente al Granada.
Instantes después Yaremchuk volvió a disparar a puerta, pero esta vez Ter Stegen sí atinaba a detenerlo. Se cabreaba Ronald Araújo y con razón. Esos gritos del uruguayo parecía que surtían efecto en sus compañeros porque a partir de ahí espabilaron y comenzaron a ir de menos a más hasta el punto de acabar dominando la posesión del balón. Los hombres de Ronald Koeman empezaron a rozar el empate y la más clara llegó de los pies de Luuk. Pase mágico de Pedri a Frenkie, que hizo un pase de la muerte que falló el De Jong delantero porque Veríssimo apareció para meter un pie estelar. El rechace volvió a los pies del mediapunta canario, que lo mandó fuera.
Mucha posesión y pocas nueces
El ex de Las Palmas volvió a probar fortuna desde un disparo desde la frontal del área, pero la pelota se fue lamiendo el palo. Seguían dominando los azulgranas, pero ya tener el balón en tus pies durante mucho tiempo no sirve de nada si te falta esa chispa con la que hacer un gol, una chispa que se llama Leo Messi. Memphis se estrellaba con la experimentada defensa del Benfica, que estaba bien plantada y repelía cualquier centro culé. Y si no eran ellos era Vlachodimos.
Entre ocasión y ocasión llegó una primera amarilla a Piqué por llegar tarde a un balón. El central se llevó la cartulina tras barrera a Yaremchuk y minutos después Orsato le perdonó claramente la segunda. Gerard barrió por detrás a Rafa y el colegiado dio la ley de la ventaja. Un minuto después de esta acción Ronald Koeman no quería correr riesgos y cambió al defensor, dando entrada en su lugar a Gavi. Con el 1-0 favorable para los lisboetas se llegó al intermedio y los azulgranas iban a necesitar algo más de suerte para lograr empatar el partido.
Más aún viendo cómo salió el Benfica a la segunda mitad. Los de Jorge Jesús entraron mejor y pudieron ampliar rápidamente la diferencia en el marcador. Un balón largo, con la defensa del Barcelona adelantada, originó que Ter Stegen saliese casi hasta el centro del campo y un Darwin muy veloz apareciese para llegar antes. El ex del Almería, muy forzado, mandó la pelota al palo. Se salvaba el Barça de pura chiripa… por ahora.
Las Águilas devoran a su presa
Porque De Jong, Luuk, pudo haber igualado la contienda, pero la mala suerte sigue rodeándole. Frenkie colgó una falta al segundo palo, donde Araújo se impuso por arriba enviando el cuero al otro poste. Ahí aparecieron Eric, que no llegó con la cabeza, y el ariete holandés, que mandó la bola al palo. En realidad el colegiado señaló fuera de juego, pero fue un error que ningún culé se puede explicar.
Pasada la hora de juego Koeman daba entrada a Nico, Coutinho y Ansu Fati. Se marcharon Busquets, Luuk de Jong y Pedri. Y acto seguido, el segundo del Benfica. Buena jugada de Joao Mario que termina con Ter Stegen deteniendo su disparo, pero con la tan mala fortuna que el rechace le cayó a Rafa, que no falló. Locura total en el Estadio da Luz. Jugadores, cuerpo técnico lisboeta y aficionados sabían que era la noche. Que este Barcelona ya no es el de Messi, que si había un día para meter mano era hoy y así lo hicieron.
Por si fuera poco, Sergiño Dest cometía un penalti en el 76′. No lo vio Orsato, pero fue a la pantalla y no necesitó más de 10 segundos para ver que se había comido una mano tremebunda del lateral. Darwin agarró el balón, retó a Ter Stegen y engañó al guardameta del Barcelona. El alemán a su derecha y el balón al lado opuesto. 3-0 y menos mal que restaban menos de 15 minutos para que se escuchara el pitido final. Eso sí, en ese tiempo Eric García fue expulsado y los de Ronald Koeman escucharon el pitido final prácticamente sin haber tirado entre los tres palos. Un día más en la oficina. Un ridículo nuevo en Europa.