1.000 veces Nadal
2003. Un adolescente Rafael Nadal derrotaba a Ramón Delgado en su Mallorca natal para sumar su primera victoria en su bautismo como profesional, el inicio de un tenista de época. 14 años después, en Miami, Rafa se convirtió en milenario al derrotar a Philipp Kohlschreiber (0-6,6-2, 6-3) en un encuentro muy duro para el manacorense, que tuvo que sobreponerse a un rosco inicial, pero, al igual que el primer día, acabó levantando los brazos y sumando un triunfo más en su haber. En 1.000 partidos. Una leyenda.
El partido debía ser un homenaje para Nadal, pero las pistas de Cayo Vizcaíno nunca han sido territorio favorable para el español, y amenazaron con tornarse una vez más en pesadilla, esta vez antes de tiempo. Empezó Rafa al saque y rompió Kohlschreiber. Fue el primero de un sexteto de juegos que cayeron siempre del lado alemán, copiando la táctica con la que Roger Federer había borrado de la pista al balear en Indian Wells.
Pero Kohlschreiber, a pesar de la finura en sus golpes, no es Federer, y Rafa, sabedor de la importancia del partido, se repuso a lo que otros nunca habrían podido a base de paciencia y cabeza. Amenazó con seguir con el monólogo después del rosco el alemán, pero Nadal se levantó y aprovechó en cuanto pudo su oportunidad de romper el servicio de su rival. Con un 6-0 abajo, las casas de apuestas seguían dando como favorito a Rafa y su determinación de locos.
Con 1.000 partidos a la espalda, uno acaba aprendiendo a competir en situaciones complicadas, pero Nadal siempre ha mostrado estar un nivel por encima en todo lo que incluya el factor mental. Así, después del rosco, empató con un 6-2 y rompió de entrada el servicio de Kohlschreiber, porque de nada vale un rosco si no te llevas el partido. El bajón del teutón era una realidad y Rafa, sin hacer su juego más brillante, siguió sumando seguro de que la victoria no se le iba a escapar. Tuvo lo que le faltó a su rival, cabeza, dosificación, sobriedad y determinación. Puro Nadal.
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- Masters 1000 de Miami