Adrián De La Torre, florista profesional: «Si las hojas de la dracaena se ponen amarillas, es absolutamente normal»
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La dracaena es y será una de las plantas de interior más tenidas en cuenta por su capacidad de adaptación y su mantenimiento discreto. En los últimos años, su presencia en viviendas y oficinas se ha extendido gracias a su tolerancia a condiciones variables de luz y temperatura. Aun así, su crecimiento y el estado de sus hojas despiertan algo de incertidumbre.
En uno de sus videos, Adrián De La Torre, un florista profesional, profundizó en aspectos clave sobre esta especie, abordando desde la iluminación hasta el tipo de riego más conveniente. El florista repasó situaciones frecuentes que pueden observarse en la evolución natural de la dracaena, como el típico color amarillo que suele formarse en sus hojas.
¿Por qué si las hojas de la dracaena se ponen amarillas es normal?
Durante su explicación en un video de TikTok, De La Torre destacó que el amarilleo de las hojas más antiguas es un proceso natural. A medida que surgen brotes nuevos en la parte superior, las hojas inferiores van desprendiéndose.
El profesional lo describió como una fase característica de esta especie, relacionada con la renovación del tallo y la evolución de su estructura vertical. Sin embargo, otras manchas o cambios en la textura merecen atención.
Manchas marrones, aspecto blando o desprendimientos irregulares pueden relacionarse con riegos demasiado frecuentes, exceso de calor o falta de ventilación. En estas situaciones, ajustar la frecuencia de hidratación y revisar el drenaje suele ser suficiente para corregir el problema.
Las puntas secas también son comunes cuando la humedad ambiental es baja. Una pulverización ligera entre dos y tres veces por semana puede aportar el nivel de humedad conveniente, siempre sin empapar el follaje. Este gesto contribuye a evitar que los extremos se resequen en entornos especialmente secos.
Cuidados básicos de esta planta para un buen mantenimiento
La dracaena se desarrolla sin grandes exigencias, siempre que reciba luz indirecta y estable. Esta característica facilita su presencia en diversas estancias, desde zonas próximas a ventanas hasta cuartos con luminosidad más moderada.
De La Torre insistió en evitar la exposición directa, ya que puede provocar quemaduras en el follaje y alterar el ritmo habitual de crecimiento.
En cuanto al riego, apuntó que es preferible dejar que el sustrato se seque por completo antes de volver a hidratar la maceta. La recomendación general es utilizar riego por inmersión para empapar la tierra de manera uniforme y dejar escurrir todo el excedente.
Mantener un plato con agua estancada no resulta adecuado, porque puede generar pudrición o humedad excesiva en la base.
La dracaena responde bien a temperaturas situadas entre 15 y 26 °C. Por debajo de ese margen, su actividad disminuye de forma evidente. Por encima, la planta puede experimentar cierto estrés térmico si coincide con un aporte hídrico insuficiente o un ambiente demasiado seco.
Para completar su mantenimiento, un fertilizante para plantas de hoja verde aplicado una vez al mes en primavera y verano favorece un crecimiento equilibrado.
La dracaena en interiores: iluminación, humedad y temperatura
Las recomendaciones sobre iluminación siguen una línea clara cuando se trata de interiores: luz abundante, siempre filtrada. Un baño, un recibidor o un estudio pueden albergar una dracaena si cuentan con cierta claridad ambiental. La versatilidad de la especie facilita su incorporación en distintos puntos de la vivienda sin que ello suponga alterar la rutina de mantenimiento.
En relación con la humedad, mantener un nivel moderado aporta equilibrio al follaje. La ausencia de corrientes directas, aparatos de climatización enfrentados o cambios bruscos de temperatura contribuye a conservar la planta en mejores condiciones.
Por último, las limpiezas periódicas con un paño ligeramente humedecido permiten retirar polvo y mejorar la absorción lumínica.
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