Miguel Abellán: “Los toros forman parte de nuestra cultura le pese a quien le pese”

Miguel Abellán
Miguel Abellán durante una faena en Pamplona en 2016 (Foto: AFP).

Miguel Abellán comenzó a pegar muletazos con cinco años y ser torero fue la culminación de un sueño. Tomó la alternativa el 24 de junio de 1998 en la plaza de toros de Alicante, y nunca imaginó que alguien de la talla de José María Manzanares fuese su padrino, ni que su testigo fuera Enrique Ponce. Por ambos siente gran admiración. “De pequeño, fantaseaba con vestirme de luces. Me planteaba si sería capaz de debutar con caballos y cuando tuve la posibilidad de tomar la alternativa, me sentí muy arropado por los maestros José María Manzanares y Enrique Ponce. Mi sueño se cumplió”, afirma.

La confirmación de su alternativa fue en 1999, en la plaza de toros de Las Ventas, con toros de Samuel Flores. “Fue mi presentación en Madrid como matador, después de mi última tarde de novillero, donde corté tres orejas. En mi plaza. El público estuvo muy cariñoso. Salir por la puerta grande es la paliza más bonita que le pueden dar a un torero. Atravesar esa puerta es tan difícil, que cuando lo consigues se pasa en un minuto, pero es tan intenso que te acompaña toda la vida. No todos tienen la suerte de conseguirlo, y yo me siento un privilegiado. Si cierro los ojos recuerdo cómo voy en volandas de la gente, la plaza, la emoción… La primera la atravesé sonriendo. La segunda, llorando de emoción”, recuerda el matador con brillo en los ojos.

Miguel Abellán no tuvo preparación psicológica para lo que le esperaba. “Los toros en ese sentido han cambiado y algunos toreros deciden, de manera acertada, recurrir a profesionales para soportar la presión que supone ponerse frente a un toro. Mi profesión, psicológicamente, es muy dura. Hace 20 años que tomé la alternativa. Yo era un niño y nadie me preparó. A lo largo de los años vas adquiriendo una madurez impropia de tu edad. Pero a la vez te prepara para superar las dificultades que vas encontrando en el camino, que son muchas”, asegura el diestro. Sus comienzos no fueron fáciles. Se crió en el seno de una familia humilde. A su padre le amputaron una pierna con 32 años, cuando su madre ya tenía cinco hijos.

Llama la atención que, a pesar de amar su profesión, el diestro madrileño  haya decidido no someterse al monopolio de las empresas taurinas: “Yo hace años que toreo de manera individualista, con apoderados independientes. Es difícil. El circuito es muy cerrado. No es fácil acceder a ferias gestionadas por empresas donde hay apoderados, ganaderos… Se reparten el pastel entre ellos. Para torear necesitas un respaldo empresarial que yo no tengo, ni lo quiero. No va con mi filosofía del mundo del toro. Un torero tiene que tener la libertad para decidir cuándo, dónde, cómo y con quién se juega la vida. Cuánto va a ganar y qué toros va a torear, y no por imposición. Nadie te obliga a ponerte delante de un toro, es tan fácil como decir que no. Pero, al final, te sientes empujado a estar en manos de empresas que no defienden tus derechos como los defenderían otras personas que tuvieran otros intereses”, afirma.

El momento más difícil de un torero es antes y después de salir al ruedo. “Pero cuando estás delante de un toro se activa un chip en tu cabeza. Y es cuando empiezas a disfrutar de verdad de la profesión. Si no, no tendría sentido ser torero. Para mí, estar delante de un toro, es el mejor momento de todos. También cuando más miedo sientes”.

A pesar de las críticas, Abellán tiene claro que defiende su profesión a capa y espada y considera que hay mucha desinformación. ¿Es cierto que a los toros los apalean e incluso los drogan en las plazas? El torero lo niega tajantemente: “Son leyendas urbanas. Si el toro no ve al torero tampoco vería la muleta. No tiene fundamento. Nosotros necesitamos que el toro esté en plenas facultades físicas para poder torear. Para que cuando te vayas a enfrentar a él conozcas cuáles van a ser sus reacciones. El toro es uno de los animales más expresivos que tenemos. Con la mirada es capaz de decírtelo todo. Si estuviera drogado yo no sabría a qué atenerme, ni cuáles serían sus reacciones, no tendría sentido. Cuando el toro sale a la plaza necesitamos que tenga fuerza, resistencia… De hecho, algunos salen a la plaza con una condición física mermada y no rinden. Y posiblemente ese toro sea devuelto. Esas leyendas urbanas las han argumentado antitaurinos y antisistemas contrarios a la profesión y no tienen ninguna lógica”.

El matador considera que el toro debe morir en la plaza, y no en un corral apuntillado. “El animal tiene que tener la posibilidad de arrebatar la vida del torero hasta el último momento. El toro sale a la plaza a matar y termina muriendo. Y el torero sale a la plaza a morir y termina matando. Nosotros entendemos que el animal tiene derecho a ganarse la vida otra vez, a ser indultado si demuestra ser un toro bravo, pero también tiene derecho a morir con honores”, afirma.

El Tribunal Constitucional de Cataluña anuló en 2016 la prohibición de la fiesta taurina. “No está prohibido celebrar corridas de toros en Cataluña. Lo que ocurre es que ahora no hay ningún empresario que se aventure a organizar un festejo, porque seguramente invertiría un dinero que no va a reembolsar”, subraya Abellán.

El torero considera que los independentistas han conseguido abrir una brecha importante. “Yo espero y deseo que entren en razón, la mejor manera de llegar a un acuerdo es dialogando, pero sabiendo que el territorio catalán es español y no puede salir de ahí. Todo lo que se pueda mejorar partiendo de esa base se puede estudiar, pero no podemos dejarnos llevar  por las amenazas de los independentistas. Hay muchos catalanes que se sienten españoles, y hay muchos españoles que consideran que Cataluña sigue siendo España. Creo que es una situación difícil que se reconducirá y podremos disfrutar como hemos venido haciendo a lo largo de la historia, en la que Cataluña y España han sido una”, afirma el madrileño.

Abellán también considera que en los medios de comunicación hay titulares populistas que hacen mucho daño a su profesión. “El otro día leía a Lucía Etxebarría, que es periodista, y me preocupa bastante, porque es una persona culta, formada. Pero no puede engañar a la gente subiendo a las redes sociales un vídeo delante de un toro de origen manso, que es un animal de origen vacuno, pero no bravo, y decir a tus seguidores que es un toro bravo. Está faltando a la verdad. Al final, desde hace algunos años, los toreros estamos conviviendo con agresiones verbales, aunque no se sufren a diario. Pero al final no ofende quien quiere sino quien puede. Hoy no he tenido ningún reproche, posiblemente mañana alguien me vea por la calle y me diga asesino, pero en general en España se reconoce mi profesión y me siento cómodo”, afirma.

Los toreros son animalistas activos. “El animal nunca puede estar a la altura del ser humano. No podemos pensar que los animales sienten y padecen igual. Me parece descabellado que alguien le desee el mal a una persona por encima de un animal. Casi la totalidad de los toreros invertimos parte de lo que recibimos en el campo, en la cría de toros. Yo en mi finca tengo una granja. La gran mayoría del territorio español está poblado de hectáreas donde se cría el toro bravo. Si desapareciera, también dejarían de existir terrenos donde no sólo se cría este animal, sino cantidades de especies que están en peligro de extinción. Y sin ningún ganadero se preocupase de criar toros, esas especies también desaparecerían”, apostilla.

Miguel Abellán cree que España es un país en el que la democracia tiene que ver más con las libertades individuales que con la opinión de una mayoría o de una minoría. “El movimiento antitaurino es una minoría, y por supuesto tiene derecho a pronunciarse, pero de ahí a coaccionar mi libertad de expresión y a poder decidir sobre lo que me gusta o no… Aquí es donde termina la democracia y empieza la dictadura”. Los toros están registrados en el Ministerio de Cultura como un arte: “Forman parte de nuestra cultura le pese a quien le pese”.

El maestro soñó con ser torero a los cinco años. Pero ahora, ¿cuáles son sus deseos? Tras su problema de salud nunca olvida quién es. Es torero, y quiere seguir ejerciendo: “Tengo una insuficiencia bastante complicada, de la que me tengo que tratar y que me impide torear. Porque cualquier percance que pudiera ocurrir en una plaza por pequeño que fuera, en este momento sería grave e incluso podría peligrar mi vida. Afortunadamente me han quitado un catéter y puedo hacer una vida aparentemente normal. Esta insuficiencia está provocada por una cornada de hace 15 años”.

Acumula 32 cornadas y más de 60 quirófanos. Pero considera que es un precio que tiene que pagar. “El destrozo que te provoca un toro es brutal. Los cirujanos dicen que es similar al dolor que puedas sentir con el estallido de una bomba, porque la carne estalla. El pitón de un toro no es afilado, es puntiagudo. Duele, y mucho. Pero al igual que los toros son bravos, los toreros también lo somos”. Reza antes y después de salir del ruedo, pero no lleva capilla consigo: “No soy supersticioso”.

Además de volver a los ruedos tiene otra ilusión: ser padre. “Me haría muchísima ilusión, aunque no quisiera que mis hijos fueran toreros. Antes preferiría que mi hijo fuera jugador del Atleti. Respecto a mi situación profesional, espero y deseo que el año que viene pueda torear en muchas plazas, que, seguro que lo haga”, y los taurinos, estarán ahí para verlo, puntualiza.

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