PRIMER ANIVERSARIO DE LA DANA

Israel, el protagonista del rescate más icónico de la DANA: «Salvé la vida por suerte»

OKDIARIO charla con Israel, el protagonista de una de las imágenes más icónicas de la DANA

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Pedro Antolinos

Israel dejó el pasado 29 de octubre de 2024 una de las imágenes de la DANA y en el primer aniversario de la peor riada de la historia de Valencia, narra a OKDIARIO cómo vivió la hora más difícil de su vida. Este vecino de Catarroja, uno de los municipios afectados por las inundaciones, salvó la vida de milagro después de que su papelería se inundara de agua en cuestión de minutos. Armándose de valor, buceó y acabó siendo rescatado por unos vecinos. Hoy puede vivir para contarlo y lo hace en este periódico.

Israel se unió a los rostros conocidos de la DANA, pero bien pudo ser otra víctima más a las que se homenajeará en el primer aniversario de la peor riada de la historia que arrasó Valencia hace ahora un año. Este vecino de Catarroja fue arrinconado por el agua en su papelería de la calle San Vicente Ferrer y tuvo que incluso derribar el techo para poder escapar por una rendija de la ventana, que previamente había roto un coche. Después, se santiguó, pensó en sus familiares fallecidos y buceó hasta poder salir a la calle.

Una vez fuera de la papelería y con el agua a casi dos metros de altura, unos vecinos tiraron unas sábanas a las que se pudo agarrar ante la antenta mirada del restos de amigos que vislumbraban su rescate desde las ventanas. Estos grabaron la secuencia de imágenes y este fue el vídeo viral de la DANA. Por ello Israel es protagonista de una de las imágenes más icónicas de la riada y por ello los periodistas se acercan a su negocio en el primer aniversario de la peor tarde de la historia de Valencia. Y como la vida para él es un regalo, interrumpe su pausa para la comida para contar su historia.

«Pedí ayuda a mi padre y mi hermano, que no están»

«Me he hecho viral porque he salido por la tele, pero ha habido mucha gente que lo ha pasado igual o peor que yo y han sido rescatados. Es un mal trago que tuvimos que pasar. Lo recordamos con un nudo en el estómago», cuenta Israel a OKDIARIO minutos después de haber contado su historia a otro medio de comunicación. Es normal que la prensa acuda en peregrinaje a la Papelería Atenea porque su historia merece ser contada.

Para ello hay que remontarse al pasado 29 de octubre de 2024. «Estaba en la papelería porque no llovía, era una tarde más. En el momento en que se desbordó el barranco y había un poco de agua por las calles, cerré la papelería e intenté salvar el material que tengo. El agua no paraba de subir y además con una rapidez brutal. Fui a un sitio y después a otro. Cuando el agua llevaba un metro y pico de altura, fue surrealista total. Acabé subido en el techo, que me tocó desmontarlo y quedarme cogido del aire acondicionado», cuenta sobre lo que sucedió antes de realizar el acto más homérico de su vida.

Ahí es donde se topó con la fortuna en un hecho que le sirvió para seguir con vida: un coche que surcaba las aguas rompió el cristal de su tienda. «El cristal que venció del golpe de un coche me cedió la persiana y pude sumergirme para poder bucear y salir. Menos mal que el coche golpeó la persiana y me dejó sitio para poder salir. Salí a la calle y, gracias a Dios, me cogí a un contenedor. Me subí al contenedor y unos vecinos con unas sábanas consiguieron cogerme», dice visiblemente emocionado.

«Al principio me planteaba salir; dije que no me la iba a jugar. Yo me di fuerzas, me santigué y pedí ayuda a mi padre y hermano que no están desde hace años. Les pedí ayuda y les dije: ‘Venga, vamos para adelante’. Me la jugué, me apoyaron y tiraron de la sábana como un vecino más», cuenta. «Yo tuve suerte porque en ese momento en el que me sumergí y salí a la calle pude chocarme con un coche, cañas o cualquier cosa. No fue así como le pasó a otra gente. Me considero una persona afortunada por poder salir. Ahora la vida la ves de otro color y valoras más cosas», relata a este periódico.

Una vez salvada la vida, vino la vuelta a la normalidad, que ha sido a base de trabajo. «Ha habido mucho trabajo que hacer, mucho barro que quitar. He tenido que reformar la casa y el local. En febrero conseguí abrir la tienda tras trabajo diario de mañana, tarde y noche», cuenta un Israel que estará «eternamente agradecido a los vecinos y a los que me han ayudado a resurgir para el comercio».

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