CRISIS EN EL GOBIERNO VALENCIANO DE IZQUIERDAS

La dimisión de Oltra pone a Puig en el disparadero por el ‘caso Azud’ y el de su hermano

Ximo Puig y Mónica Oltra en una imagen de archivo.
Ximo Puig y Mónica Oltra en una imagen de archivo.
Ignacio Martínez

La dimisión de Mónica Oltra como vicepresidenta primera de la Generalitat Valenciana, consejera de Igualdad y Políticas Inclusivas, portavoz del Gobierno y secretaria del mismo y diputada autonómica deja sin parapeto al presidente valenciano Ximo Puig. Y lo hace en el momento más complicado de la legislatura, en el que se dirimen dos procedimientos en los juzgados: el caso Azud, en lo tocante a la supuesta financiación irregular del PSOE en valencia en 2007, y otro que da de lleno al presidente: el que afecta a su propio hermano, Francis Puig, imputado por las supuestas irregularidades en la obtención de subvenciones del Gobierno valenciano por parte de empresas supuestamente relacionadas con el hermano de Ximo Puig, Francis Puig.

Esta misma mañana, los portavoces de los socialistas en las Cortes Valencianas, Compromís y Podemos ya han actuado de parapeto del presidente en las Cortes Valencianas. Han parado, literalmente, una iniciativa en formato de Proposición No de Ley (PNL) del Partido Popular que reclamaba sentar las bases para exigir a Francis Puig, el hermano de Ximo Puig, que devolviera las cantidades supuestamente cobradas de modo presuntamente irregular de la Generalitat Valenciana en concepto de subvenciones para empresas también supuestamente relacionadas con él.

Pero es sólo el principio, la acción legislativa de la oposición se ve a acentuar tanto en lo tocante a Azud como en lo referente al caso del hermano de Ximo Puig. En el caso Azud, lo que Puig defenderá no será su gestión, sino la honradez de su partido. Pero el caso de su hermano no se dirime en sede parlamentaria, sino judicial. Y lo que está en cuestión son sus responsabilidades políticas.

Oltra y Puig

Como en el caso Oltra, se trata de un caso que afecta a un familiar. Ahora, del presidente. Y como en el caso de Oltra, Ximo Puig se ha enrocado. En lo que a él respecta. Se empeña en no personar a la Abogacía de la Generalitat y en no reclamar -hasta la fecha- cantidad alguna a su propio hermano del montante de las subvenciones recibidas y supuestamente percibidas también de otras administraciones.

De cómo ha terminado el caso Oltra en la parcela política está todo contado y apunta a que Puig debería fijarse, porque como están las cosas, se trata de las piedras angulares del caso de su hermano en lo que a él respecta.

A Puig se le va el parapeto también en la acción de Gobierno. A Oltra la iban a echar hoy. Ella se ha anticipado y ha dimitido. Pero, ¿qué ha cambiado desde el pasado jueves, el día en que se conoció su triple imputación hasta ahora? Esencialmente tres cosas. Una, que su futuro ya no estaba en manos de Puig desde el pasado viernes. Ese día, intervino el presidente del Gobierno, el también socialista Pedro Sánchez. Estaba a menos de 48 horas de las Elecciones en Andalucía.

Irrumpe Sánchez

La imputación de Oltra había tapado los comicios en Andalucía. Era la noticia del día. Y en Andalucía, el PSOE tenía -como finalmente ocurrió- una auténtica debacle electoral. De modo, que Sánchez le dijo a Puig que debía resolver el problema ya. Lo que estaba en juego no era sólo el futuro de Oltra, sino también el de Puig.

En paralelo, a Compromís se le empezaba a caer el electorado. Y comenzaba a ponerse en marcha la teoría de los vasos comunicantes de uno y otro partido. Los socialistas en 2 direcciones: una hacia el PP y otra hacia Podemos. Compromís hacia Podemos, que a la vista de los acontecimientos decidió mantenerse al margen. Sin ataques a Compromís pero sin defender a Oltra.

Puig busca salidas

En paralelo, Puig comenzó a mirar hacia Ciudadanos y, en concreto, hacia el sector más cercano a los socialistas. Recordemos que también se venía venir el batacazo de esta última formación en Andalucía, como se demostró más tarde. Pasaron de 21 diputados a ninguno. Y recordemos, también, que los socialistas y Ciudadanos pactaron una moción de censura y gobiernan en coalición. En concreto, en Orihuela. Un camino allanado por la reciente visita de un emisario de la formación a Alicante desde Madrid. Viajó, expresamente, para destituir a tres cargos de Ciudadanos, todos cercanos al PP.

Ximo Puig analizó todas las vías para satisfacer a Sánchez, que eran tres: gobernar en solitario, lo que no sólo hubiera enrocado a Compromís, sino también a Podemos, gobernar sólo con Podemos y ganarse el favor de Ciudadanos. Incluso, una cuarta: gobernar con Podemos y ganarse el favor de un sector de Ciudadanos.

Compromís atisba el peligro

Compromís comenzó a entender que había un claro peligro. Una hipotética salida del Gobierno no sólo les afectaba a ellos, sino a todos los referentes de la izquierda valenciana que habían intentado integrar para ganarse su apoyo en el futuro.

Fueron leales a Oltra pero fieles al proyecto. Y Oltra, sobre todo a partir de la fiesta del sábado, comprendió también que aquello no era un homenaje de apoyo, sino de despedida. No obstante, siguió jugando sus cartas, que pasaban por conocer, primero, cuántos apoyos reales tenía. Y no le quedaba ninguno porque tanto Joan Baldoví como Joan Ribó empezaban a dar prioridad a la supervivencia del proyecto por encima de su persona.

Pero Mónica Oltra ha hecho siempre de la necesidad virtud. Y no reaccionó. Aguantó hasta pulsar algunos estados de ánimo. Sólo ha cedido hoy, cuando ha tenido claro que la famosa ya reunión de la Ejecutiva iba a echarla, posiblemente por elevación. Esto, está por confirmar.

Y es ahí donde ha aparecido esa Mónica Oltra que llevaba dentro la vicepresidenta. Se ha ido a la reunión y, allí, ha dimitido. No es la primera vez que Oltra se queda fuera de un proyecto. Ya le pasó con Izquierda Unida. Pero los tiempos han cambiado. Y lo que se atisba en Compromís es un cambio generacional, que pilotarán Baldoví y Ribó con la colaboración de otros referentes como Enric Morera y que visualizarán en los comicios de 2023. Queda por ubicar a un verso suelto: Vicent Marzà. El ex consejero de Educación es el outsider de Compromís en esta nueva etapa, que no va a ser fácil. Pero su lucha será otra.

Lo que hay a día de hoy es que Ximo Puig se queda sin parapeto ante Azud y el caso de su hermano Francis y que Compromís, más allá de su continuidad en el Gobierno, afronta un cambio generacional para encarar las elecciones. Podemos sigue en silencio. Le toca hacer una valoración de daños de sus socios de Gobierno. Porque una parte de lo que esos socios hayan perdido, lo habrán sumado ellos. Y Mónica Oltra está fuera, lo que no significa que deje la política.

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