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Hallazgo asombroso entre los científicos: descubren el motivo por el que el campo magnético de la Tierra se volvió loco

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Janire Manzanas
  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

En el núcleo externo de la Tierra, el hierro líquido y el movimiento convectivo de los metales generan corrientes eléctricas que producen un campo magnético global, responsable de proteger la superficie del planeta frente al viento solar y la radiación cósmica. Este campo magnético existe desde hace miles de millones de años, y sus polos se han invertido en múltiples ocasiones.  Las rocas, al enfriarse, conservan el registro de ese magnetismo «fosilizado», lo que permite a los científicos reconstruir la historia magnética de la Tierra y comprender cómo ha evolucionado su interior.

Sin embargo, el Ediacárico, un período geológico que tuvo lugar hace entre 630 y 540 millones de años, tiene a los expertos completamente desconcertados. ¿El motivo? Durante esta época, los registros magnéticos mostraban fluctuaciones extremas, un comportamiento errático que no encajaba con las teorías clásicas sobre la dinámica terrestre. En lugar de un campo estable con inversiones ocasionales, los polos parecían moverse de forma impredecible, en cuestión de miles de años.

La anomalía del Ediacárico: un rompecabezas magnético

Un reciente estudio publicado en Science Advances por un equipo internacional liderado por la Universidad de Yale ha aportado una respuesta revolucionaria ha este misterio que lleva desconcertando a la geología varias décadas. Según sus autores, durante el Ediacárico, el campo magnético de la Tierra seguía un patrón oculto y estructurado que hasta ahora había pasado desapercibido.

El período Ediacárico siempre ha sido una anomalía persistente en los registros geológicos, ya que todo parecía «volverse loco». Mientras que en eras anteriores y posteriores la dinámica del planeta seguía un comportamiento predecible (con climas estables, placas tectónicas desplazándose lentamente y un campo magnético regular), las rocas de esta era mostraban cambios abruptos en la orientación magnética, a veces en intervalos de apenas unos miles de años.

Ante esta aparente incoherencia, los científicos se platearon la siguiente cuestión: ¿los datos eranerróneos o existía algún fenómeno geofísico aún desconocido? El equipo liderado por el profesor David Evans, del Departamento de Ciencias de la Tierra y Planetarias de Yale, decidió abordar el problema con una nueva perspectiva. Su grupo centró la investigación en una región clave: el Anti-Atlas, una cordillera situada en el sur de Marruecos donde afloran formaciones volcánicas del Ediacárico excepcionalmente bien conservadas.

Los investigadores, junto con compañeros de la Universidad Cadi Ayyad, recogieron cientos de muestras de lava, y posteriormente se enviaron a los laboratorios de Yale para su análisis con equipos de alta sensibilidad para detectar el magnetismo remanente. James Pierce, primer autor del estudio y doctorando en Yale, explicó: «Pudimos determinar con precisión la rapidez con la que cambiaban los polos magnéticos de la Tierra muestreando el paleomagnetismo con una alta resolución estratigráfica y determinando edades precisas para estas rocas».

Durante décadas, los geólogos habían manejado dos grandes hipótesis para explicar las extrañas «firmas magnéticas» del Ediacárico:

  • Un movimiento inusualmente rápido de las placas tectónicas, que habría alterado las posiciones relativas de los continentes.
  • Un desplazamiento global del eje de rotación terrestre, conocido como «verdadero desplazamiento polar».

Ambas teorías, sin embargo, resultaron insostenibles ante los nuevos datos. Esto llevó al equipo de Yale a considerar una tercera opción: que el propio campo magnético interno se estuviera comportando de una forma diferente.

El modelo del “polo tambaleante”

A partir del análisis estadístico de los datos, los investigadores propusieron un modelo innovador que denominaron «polo tambaleante».

Según este enfoque, durante el Ediacárico los polos magnéticos no sólo se invertían o desplazaban alrededor del eje, sino que se movían de forma oscilante y desordenada por toda la superficie del planeta. Esta hipótesis sugiere que la geometría del campo terrestre fue mucho más compleja de lo que se pensaba. En lugar de un dipolo estable , el campo habría adquirido configuraciones multipolares inestables.

Evans lo resume así: «estamos proponiendo un modelo que encuentra estructura en la variabilidad del campo magnético, en lugar de descartarla como caótica. Creemos que este patrón contendrá la clave para reconstruir mapas robustos de los continentes y océanos de ese período».

Si el modelo del «polo tambaleante» es correcto, significaría que el núcleo externo de la Tierra estaba atravesando una fase de reorganización dinámica durante el Ediacárico. Este periodo coincide con eventos geológicos y biológicos clave: el deshielo posterior a la llamada «Tierra Bola de Nieve», la fragmentación de supercontinentes y la aparición de los primeros organismos multicelulares complejos.

Dicho de otro modo, hace unos 600 millones de años, el corazón del planeta pudo estar reajustándose internamente, y el campo magnético, inestable, reflejaba esa transición. Hoy, los científicos comienzan por fin a descifrar ese antiguo tambaleo que dejó su huella en las rocas.

El equipo de Yale sostiene que sus métodos permitirán reconstruir la deriva continental a lo largo de miles de millones de años: «si nuestros nuevos métodos demuestran ser robustos, podremos salvar la brecha entre los períodos más antiguos y más jóvenes para producir una visualización consistente de la tectónica de placas desde el registro rocoso más antiguo hasta hoy», explica Evans.

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