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La mitad de los seres humanos vivos en la Tierra proceden del mismo pueblo

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Janire Manzanas
  • Janire Manzanas
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A lo largo de la historia, los investigadores han intentado desentrañar el enigma de los orígenes de las lenguas indoeuropeas, un linaje lingüístico que actualmente comprende más del 40% de la población mundial. Aunque las hipótesis han sido numerosas, los avances científicos recientes han permitido a los genetistas rastrear la huella de estos antiguos pueblos hasta una región específica. Gracias a un estudio dirigido por David Reich, genetista de la Facultad de Medicina de Harvard, se ha identificado el punto de partida de esta vasta expansión cultural y genética en un rincón de Eurasia.

Sus hallazgos, publicados en la prestigiosa revista Nature, revelan que un grupo de pastores nómadas conocidos como los Yamnaya, originarios de la actual Rusia, desempeñaron un papel clave en la configuración del mapa genético y lingüístico del mundo moderno. La investigación ha determinado que este pueblo emergió hace unos 6.500 años en la zona de las estepas situadas entre el río Volga y las montañas del Cáucaso. A partir de ahí, se expandieron en diversas direcciones, dejando su huella genética y cultural en múltiples regiones, desde Europa hasta Asia. Su movilidad se vio impulsada por la domesticación del caballo y la invención de los carros tirados por bueyes, innovaciones que les permitieron viajar grandes distancias y establecerse en nuevas tierras.

El pueblo que transformó Eurasia

La llegada de los Yamnaya a Europa no sólo trajo consigo una transformación genética, sino que también influyó en la estructura social y tecnológica de los pueblos con los que entraron en contacto. Su modo de vida, basado en la cría de ganado y la movilidad, contrastaba con las sociedades agrícolas establecidas de la época. Su cultura fue adoptada por muchas de las poblaciones preexistentes, dando origen a nuevas civilizaciones que, con el tiempo, seguirían moldeando la historia de Europa y Asia.

Uno de los aspectos más interesantes del estudio es la presencia de rastros genéticos yamnaya en lugares tan distantes como Grecia, Armenia, la India e incluso China. Según los investigadores, su expansión fue tan vasta que las lenguas y costumbres que introdujeron se convirtieron en la base de muchas de las culturas que hoy conocemos. Su influencia en el subcontinente indio es particularmente relevante, ya que ayudaron a configurar los cimientos de muchas lenguas indoarias que aún se hablan en la actualidad.

Sin embargo, a pesar del claro rastro genético que dejaron en la mayor parte del continente euroasiático, los científicos se encontraron con una excepción: Anatolia, la actual Turquía. En esta región, se hablaban lenguas indoeuropeas antiguas como el hitita, pero las poblaciones que las usaban no compartían la ascendencia genética yamnaya. Este enigma llevó a los investigadores a reconsiderar la posibilidad de que una población aún más antigua fuera la verdadera fuente de las lenguas indoeuropeas.

Un legado que perdura

El estudio sugiere que la clave para resolver este misterio radica en la interacción entre los Yamnaya y otros pueblos de la región del Cáucaso y Anatolia. A través de siglos de migraciones y mezclas, estos grupos habrían contribuido a la diversificación y expansión de las lenguas indoeuropeas en direcciones distintas. Esta combinación de factores demográficos, lingüísticos y culturales explica por qué algunas regiones muestran una clara conexión genética con los Yamnaya, mientras que otras sólo reflejan su influencia lingüística.

Uno de los puntos más impactantes del estudio es el descubrimiento de que los Yamnaya descendían de una comunidad muy reducida, formada por apenas unos pocos miles de personas que habitaban un pequeño conjunto de aldeas hace entre 5.700 y 5.300 años. En particular, la aldea de Mykhailivka, en la actual Ucrania, ha sido identificada como un punto clave en esta historia. Desde allí, este pueblo emprendió una expansión sin precedentes, alcanzando territorios tan lejanos como Mongolia y Portugal en cuestión de siglos.

La capacidad de los Yamnaya para adaptarse a nuevos entornos y transmitir su cultura y genética a poblaciones distantes ha dejado una marca indeleble en la historia de la humanidad. Su legado no sólo se encuentra en nuestros genes, sino también en la estructura de muchas de las lenguas y costumbres que aún persisten en el mundo moderno. Este estudio resuelve uno de los mayores misterios antropológicos de la historia, y también nos recuerda cómo la movilidad y la interacción entre diferentes pueblos han sido claves en la formación de nuestra identidad colectiva.

En la actualidad, el territorio que una vez fue el hogar de los Yamnaya se encuentra en el epicentro de conflictos geopolíticos. Sin embargo, su importancia en la historia humana trasciende las fronteras y los conflictos contemporáneos, ya que su legado sigue siendo fundamental para comprender la evolución de las sociedades. La investigación continúa, y con cada nuevo hallazgo, los científicos logran reconstruir con mayor precisión la historia de estos antiguos nómadas, cuya influencia aún resuena en el presente, moldeando tanto la genética como las estructuras culturales de diversas poblaciones a lo largo de Eurasia.

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