Independentismo en Cataluña

ERC y la CUP se ponen como límite 2023 para arrancar a Sánchez el referéndum separatista

Junts per Catalunya y la CUP quieren llevar al límite la situación, otra vez, en una estrategia del separatismo que no convence a ERC y que busca volver a la unilateralidad

referéndum
Primera reunión de la mesa de diálogo encabezada por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (2d), y el jefe de la Generalitat, Quim Torra (3i), el pasado febrero. (Foto: EP)
Joan Guirado

2023. Es la fecha límite que se han puesto los partidos independentistas para forzar al Estado a negociar un referéndum separatista. JxCAT y la CUP quieren llevar al límite la situación, otra vez, en una estrategia que no convence a ERC. Una vez formado el nuevo Govern, la reactivación de la mesa de diálogo será una de las prioridades de Pere Aragonès. Y a Pedro Sánchez no le quedará otra que ceder. Los de Carles Puigdemont se pusieron superar la barrera del 50% como condición para reivindicar la vía más radical. Y lo lograron en las urnas.

Si el Gobierno, que como máximo en 2023 deberá disolver las Cortes y convocar elecciones, no se amolda al calendario del independentismo, este volverá a la unilateralidad. Una convocatoria adelantada, como asumen ya varios dirigentes del PSOE, frenaría las expectativas de diálogo. Del referéndum del 2017 al del 2023. Es lo que proponen algunos de los principales cerebros del separatismo que, a diferencia de hace cuatro años, en esta ocasión si prevén culminarlo con la declaración unilateral. Tenga el coste que tenga. La nueva presidenta del Parlament, Laura Borràs, está dispuesta a permitir todos los debates que sean necesarios. Como en su día hizo Carme Forcadell.

El separatismo, que negocia la investidura del candidato de Esquerra Republicana antes del 26 de marzo, la fecha límite para celebrar el primer debate de investidura, siguen embarrancados en la hoja de ruta. Tras acordar in extremis la elección de Laura Borràs como presidenta del Parlament, casi en tiempo de descuento, ERC, JXCat y la CUP buscan como dar respuesta a posibles inhabilitaciones o nuevas decisiones de los tribunales que afecten a la autonomía de las instituciones catalanas o a alguno de sus representantes.

Precisamente esa respuesta consensuada es lo que más divide a las tres formaciones representantes del separatismo, condenadas a entenderse. Del contrario Cataluña se vería abocada a una repetición electoral el 21 de julio. JxCAT y CUP quieren llevar a ERC a un callejón sin salida donde la unilateralidad sea la única respuesta posible. Una vía, que acercaría de nuevo a los dirigentes a la temida desobediencia, que no es del agrado de ERC. Pero como Sánchez con la mesa de diálogo, que le exigieron precisamente los republicanos a cambio de su investidura, Aragonès asumirá lo que sea con tal de ser elegido president de la Generalitat.

Aunque la formación del Govern, por el momento, se antoja complicada, Aragonès mantiene el contacto con altos responsables del Gobierno de Sánchez. La relación del vicepresident con el propio presidente, Carmen Calvo o María Jesús Montero es fluido y constante. La relación entre partidos, sin embargo, se va deteriorando cada día un poco más. Gabriel Rufián y Adriana Lastra ya no se ven tan a menudo como antes y ERC juega con su apoyo a la coalición socialcomunista, imprescindible para garantizar la viabilidad, para presionar al Partido Socialista.

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