Cuidado con lo que deseas
Entre la imposibilidad de mantener el mismo ritmo durante los noventa y tantos minutos que dura un partido de fútbol y los cuarenta y cinco que aguanta el Mallorca, sea antes o después del descanso, debería hallarse el término medio. Preocupa que las dos mejores medias partes a lo largo de trece jornadas, en el Santiago Bernabéu y La Cerámica, se hayan saldado con sendas derrotas y triunfales sensaciones.
Los de Arrasate no merecieron perder, cierto, pero lo hicieron y ni la competición ni la categoría contemplan algo que no pase por el marcador. Tras la visita al Real Madrid parecía que un trío de «jugones» integrado por Morlanes, Sergi Darder y Pablo Torre, iba a sentar cátedra. El golpe de realidad ha derivado en que dos de los tres ni siquiera formaron en la alineación pensada para contrarrestar al Villareal.
No se puede dotar de carácter y personalidad a un equipo jornada a jornada en atención a lo sucedido de semana en semana. Jagoba más que nadie conoce los entresijos de un vestuario que no llega a reconocerse a si mismo, es quien convive con la plantilla los treinta días de cada mes y tiene que luchar con la irregularidad que define al equipo línea a línea.
Tampoco sirvió el tridente de Sevilla -Joseph, Muriqi, Virgili- y es poco probable que el del sábado, con Torre por el kosovar, no repita en futuras confrontaciones. Según los oráculos de tertulia, la culpa es del calendario tan duro en sus primeros compases. La curva, siempre según tales analistas, se suaviza ahora, así que, ¡ojo!, tengamos cuidado con nuestros deseos.