'OPERACIÓN ENROQUE MANSO BAL'

Las bandas de moteros tenían porteros colocados por las discotecas de la Playa de Palma para vender droga

El Arenal era una auténtica guerra de bandas, extorsiones y fugas inesperadas por el control del territorio

Playa Palma droga

Mallorca había sido, durante meses, el epicentro de una guerra silenciosa y brutal entre mafias internacionales que se disputaban el control del negocio de la droga en la Playa de Palma. Según informes policiales, a los que ha tenido acceso OKBALEARES,  la isla se había convertido en un campo de batalla donde organizaciones criminales de varios países luchaban por imponer su poder frente al incesante flujo de turistas.

La Guardia Civil y la Policía Nacional describían entonces un panorama estremecedor: palizas, incendios de vehículos, extorsiones y enfrentamientos por hacerse con discotecas y bares que, según los investigadores, eran utilizados como «tapadera perfecta» para distribuir estupefacientes.

Antes de que se produjera la gran redada contra la red dirigida presuntamente por Stefan Milojevic, ya habían estallado varios incidentes que mostraban la magnitud del conflicto. Un conocido restaurador de la Platja de Palma, identificado como Luis del Olmo, denunció haber sufrido una extorsión atribuida al nuevo presidente de los Ángeles del Infierno. «¿Por qué llevas ese tatuaje? ¿Por qué hablas mal de los Hell Angels? Si quieres seguir con el local abierto tienes que pagarnos 10.000 euros. Si no pagas, tendrás muchos problemas», habrían sido las amenazas que recibió, según su versión.

El Grupo de Atracos de la Policía Nacional investigaba este episodio, uno más entre los que —según varios empresarios— se producían con frecuencia en la zona, aunque muchos afectados preferían guardar silencio por miedo a represalias. Los agentes analizaban cámaras de seguridad y ampliaban pesquisas hacia otros locales que también habrían sufrido incidentes relacionados con miembros de la misma organización. Meses antes, se había producido un enfrentamiento con porteros de una discoteca que terminó con varios lesionados.

En aquel contexto también llamó la atención la desaparición repentina de Luis del Olmo, conocido como Cari, propietario del restaurante My Thai. Según un atestado policial, había abandonado la isla precipitadamente y se encontraba en Tailandia, mientras la investigación lo señalaba como presunto comprador principal de cocaína y otras sustancias dentro de la red, según anotaciones incautadas a Carlos H. y a Stefan Milojevic.

Los agentes al frente de la investigación de la operación Enroque Manso Bal, situaba a Milojevic como “el principal dirigente de la Playa de Palma”, alguien que decidía quién podía operar y bajo qué condiciones. Los clanes rivales, de acuerdo con el informe, aceptaban sus reglas a cambio de mantener su parte del negocio. Su poder se extendía al control de accesos, la colocación de camareros, «tiqueteros» y especialmente empleados de seguridad, lo que permitía a las organizaciones actuar con una apariencia de legalidad mientras detectaban a intrusos o avisaban de la llegada de las fuerzas de seguridad.

El mercado, según destacaban los investigadores, estaba segmentado por nacionalidades: alemanes e italianos preferían cannabis y cocaína, mientras holandeses y belgas se inclinaban por las drogas de síntesis. Controlar los locales significaba controlar la totalidad del flujo de venta.

Pero tras meses de tensión, las detenciones de Milojevic y de varios miembros de su red cambiaron el panorama. Con los principales dirigentes fuera de circulación, la situación en la Playa de Palma se habría apaciguado, poniendo fin —al menos de momento— a la guerra soterrada que había dominado la zona.

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