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La caótica Playa de Palma de borrachera, botellón y basuras que deja el exalcalde socialista Hila

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Indalecio Ribelles
  • Indalecio Ribelles
  • Redactor OKDIARIO en Baleares, información local de Palma, social y política en general. Antes, redactor en EL MUNDO/ Baleares durante 20 años.

Una caótica Playa de Palma de borrachera, botellón y basuras es la que deja el exalcalde socialista, José Hila, que este sábado 17 de junio ha abandonado la alcaldía de la capital balear cediendo la vara de mando al nuevo primer edil palmesano del PP, Jaime Martínez. Tras ocho años al frente del Consistorio, el legado que deja el gobierno municipal saliente en el principal núcleo turístico de Baleares es nefasto donde, en la práctica, ha llevado a cabo una total dejación de funciones en este arranque de los meses centrales de la temporada estival, como puede comprobar cualquiera que visite este espacio con más de 30.000 plazas turísticas.

La práctica prohibida del botellón es continuada y prolongada toda la noche a lo largo de toda la primera línea de playa con turistas borrachos tirados en el suelo, algunos al borde del coma etílico, y con restos de botellones, latas, bolsas de plástico y vasos tirados por aceras y calzada.

La presencia policial es inexistente después de la media noche como los residentes vienen denunciado, día sí día también en redes sociales, y pese a las continuas llamadas a la Policía Local la respuesta es nula.

Como denunciaron públicamente en un comunicado reciente las principales patronales de Playa de Palma, restaurantes (CAEB), hoteleros (AHPP) y locales de ocio (ABONE), el nivel de incivismo que se vive allí es «alarmante», y «se ha vuelto insostenible».

A ello contribuye, «la falta de control en el consumo de alcohol en la vía pública y la ausencia de normativas administrativas efectivas para sancionar dichas conductas», alertando los empresarios de que se está comprometiendo «gravemente, tanto el presente como el futuro de esta importante zona turística».

«Resulta inviable para un destino turístico tener que lidiar constantemente, durante siete meses al año, con la presencia de personas infractoras en la vía pública desde las 11 de la noche hasta las 4 de la mañana, sin que se tomen medidas adecuadas para frenar esta situación», lamentan, sin que hasta la fecha ni Ayuntamiento de Palma ni Govern balear, hayan hecho absolutamente nada para poner remedio a la situación.

De igual modo critican el ruido del que tanto se quejan los vecinos ya «la inseguridad que conlleva la presencia constante de turistas descontrolados» reclamando «una mayor presencia policial y medidas de vigilancia adecuadas para garantizar el cumplimiento de estas normas».

De hecho han planteado que se siga el modelo de Ámsterdam, donde las sanciones que se imponen en la vía pública se tienen que abonar al momento.

La respuesta de los responsables políticos ahora ya salientes a estas críticas ha sido nula. Más que nada porque todo han sido palabras y normativas que luego no se aplican o no de la forma contundente que la gravedad de la situación reclama.

Es el caso de las denominadas Zonas de Especial Intervención Turística (ZEIT), en vigor desde el uno de abril en los puntos más calientes de Playa de Palma como las calles de Miquel Pellisa Missió de San Diego, Missió de Sant Gabriel y calle Llaüt, donde el incivismo y el botellón es una práctica extendida.

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