2025, el año que inevitablemente invita a debatir la verdad
El año 2025 marcará el ecuador de las legislaturas, tanto del Gobierno de España, como de los gobiernos autonómicos. Y a mitad de camino, bueno será enarbolar balances favorables o estrategias desestabilizadoras al objeto de aclarar posibilidades de repetición o de alternancia. Aquí en Baleares es ya un cuarto de siglo el que se cumple de alternancia entre el PP y el Pacte de Progrés, desde que Francesc Antich en 1999 arrebatase a Jaume Matas el despacho oval del Consolat de Mar. Un cuarto de siglo con mayoría de ejecutivos socialistas debido en buena parte, si no toda, a las repetidas crisis del PP con la caída de Jaume Matas y José Ramón Bauzá añadiéndose el mediocre período intermedio entre 2017 y 2021 protagonizado por un inane Gabriel Company, palabra que refiere «vano, fútil, inútil», según la RAE.
La consecuencia fue ese octeto progresista de izquierda radical que entre el 2015 y el 2023 permitió un gobierno empeñado en inyectar sólo ideología.
El año 2025 es el que ha elegido el sanchismo para anatemizar a Francisco Franco, aprovechando cumplirse el medio siglo de la muerte del dictador y con exclusivo interés en identificar a la derecha (PP y Vox) con la escena malvada. Los socialistas apuestan a pies juntillas por su relato ideológico, al saberse libres de tener enfrente a nadie de la derecha capaz de polemizar a cara de perro; lo que hablando de Baleares es cierto. Aquí tenemos sin ir más lejos a Marga Prohens, aceptando la inmersión en educación y avalar, absteniéndose, esa Ley de Memoria Democrática autonómica. Ejemplos, no los únicos, aunque lo suficiente graves para saber que se está perdiendo la partida por negligencia, o sea, «desidia, imprudencia y abandono». La RAE.
El año 2025, en consecuencia, será año de inyectar ideología woke a manos llenas y, de paso, lanzar a través de los cien actos programados antiFranco un mensaje claro de que PP y Vox son el anticristo para los progresistas. No solamente eso: aprovechando ese calendario de acto cada tres días para intentar, al tiempo, anatemizar a la Corona, que es palabra -cabe recordar- que nos refiere «maldecir, reprobar o condenar». De nuevo la RAE. Tanto a Franco como a la Corona, encarnada hoy por Felipe VI. Será por lo tanto el objetivo mayúsculo de este colosal intento de anatemizar cuanto se opone a consolidar una dictadura progresista. Y la Unión Europea mirando hacia otro lado. Como era de esperar.
Aquí en Baleares, el votante deberá asumir su responsabilidad y tomar en conciencia estas dos posibilidades: libertad o sumisión; democracia o dictadura encubierta. No hay otra alternativa. Ser o no ser conscientes de ello marcará la diferencia entre claudicar o luchar.
El PSIB-PSOE, en la copa de Navidad de días pasados, vino a decir que era la alternativa. ¿Precisamente ellos? ¿Con su líder Francina Armengol, que como presidenta del Congreso sabemos que se dedica a borrar del diario de sesiones todo aquello que vaya en contra de los suyos, decapitando de facto la libertad de expresión, en la ¡SEDE! de la soberanía nacional?
El año 2025, en efecto, va a ser inevitablemente el que nos invitará a todos y a cara descubierta a debatir sobre la libertad. El progresismo está viendo el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, como el anuncio del fin del mundo. Cuando en realidad lo que tratan de ocultar los progres es que hay serios indicios de que Trump combatirá con armas y bagajes la ideología woke, encaminada a borrar los valores que gestaron nuestra civilización.
Hablando de valores, este año 2025, ante la avalancha de aquelarres en los que se van a parapetar los progres y sus cien actos, sólo cabe responder con determinación y con valentía, siempre y cuando los principios sigan siendo vigentes para la mayoría de la población, por ejemplo aquí en Baleares. No debemos sucumbir a los cantos de sirena, es decir, argumentos construidos con palabras agradables y convincentes, que, en el fondo, lo que intentan es seducirnos y engañarnos. Porque los cien actos antiFranco sólo persiguen que el «¡ultra ultra, facha facha!» de 2023 pueda de nuevo condicionar los resultados electorales. Porque la izquierda, hoy en exceso radical, miente más que habla, siendo además un cero a la izquierda a la hora de gestionar las necesidades del interés general. La inacción progre en la triste gota fría de Valencia es la prueba del algodón, anteponiendo el interés político a la firme y solidaria resolución de una inmensa tragedia humana.
El año 2025, para vergüenza de España, probablemente volverá a ser, todo él, un ejercicio perdido en la valoración internacional que nos corresponde.