Liz Parrish, la paciente cero de la terapia que te rejuvenece 20 años
Liz Parrish es la paciente cero una terapia génica que centra su actuación en la telomerasa, que mejora la estabilidad genómica, reduce la senescencia y puede llegar a prevenir el cáncer; la folistatina, que aumenta y mejora la masa muscular, y mengua la fragilidad; y el klotho, una enzima que optimiza las funciones cerebrales y elimina el daño causado por el estrés oxidativo.
Este tratamiento lo recibió por primera vez en 2015, a los 44 años, en Bogotá, Colombia, con la oposición y crítica de la comunidad científica. Desde entonces, se ha sometido a cinco terapias más que, según ella, la han llevado a tener marcadores de una persona veinte años menor de su edad y a aparentar, para la sorpresa de cuantos hablamos con ella en persona, esos más de veinte años menos. ¿Por qué? Porque sus telómeros se han ido alargando entre tres y cinco años con cada una de las terapias.
Parrish asegura que ha recuperado fuerza en los músculos, es más, que tiene más músculos ahora con 51 años, sin hacer deporte diariamente, que hace siete años practicando ejercicios físicos a diario con 44.
Los telómeros, terminación de los cromosomas de las células, protegen el importante material genético de los daños que pueden provocar un mal funcionamiento o la muerte de la célula. Los telomeros y la telomerasa (enzima que los alarga) fueron descubiertos a finales de la década de los setenta y principios de los ochenta por los científicos Elizabeth Blackburn, Carol Greider y Jack Szostak.
Si el material genético fuese el cordón de un zapato, los telómeros serían justo el plástico que hay al final protegiendo el ADN de las células. Con el paso de los años, conforme nuestras células se tienen que multiplicar para regenerar los tejidos, los telómeros se van a cortando. Esto ocurre porque se pierde una enzima que se llama telomerasa, que es la que mantiene unidos los telómeros y los hace más largos. Evitar ese acortamiento es clave para alargar la vida. La prueba la encontramos en las células cancerígenas que son inmortales porque mantienen largos sus telómeros.
Liz Parrish recibió comentarios inquietantes de científicos de renombre, incluidos los de algunos premios Nobel de Medicina, que la alertaban de que el cáncer podría ser la consecuencia de su tratamiento. Según asegura ella, lejos de alimentar al cáncer, sus tratamientos la hacen más fuerte frente a él porque al alargar sus telómeros, su organismo tiene menos probabilidades de sufrirlo.