Ni Maspalomas ni Playa de Mazagón: ésta es la playa paradisíaca más larga de España y la tercera del mundo


En la costa atlántica de Huelva, entre las dunas que protegen Matalascañas y la tranquila desembocadura del río Guadalquivir, se encuentra uno de los tesoros mejor conservados del litoral español. Hablamos de la playa de Almonte‑Doñana, un tramo costero que se despliega a lo largo de 28 kilómetros de arena fina y aguas cristalinas. Es la playa más larga de toda España, y según algunos rankings internacionales, ocupa el tercer lugar en extensión a nivel mundial. Pero más allá de su tamaño, lo que realmente la distingue es su belleza natural y su conexión total con el entorno del Parque Nacional de Doñana.
Caminar por esta playa es como viajar en el tiempo a una costa primigenia. No hay ruidos artificiales, ni construcciones que rompan la línea del horizonte. Sólo el sonido del mar, el canto de las aves, y la suave brisa que acaricia un ecosistema intacto. Es el destino perfecto para quienes buscan alejarse del turismo convencional y redescubrir el valor de lo auténtico. Aquí, el paisaje es protagonista, y el ser humano, un invitado más en un entorno que respira libertad y respeto por la naturaleza.
La playa más larga de España
La playa de Almonte-Doñana se extiende de forma casi infinita entre Matalascañas y la zona donde el Guadalquivir se encuentra con el océano Atlántico. Este extenso arenal forma parte del Parque Nacional y Natural de Doñana, uno de los espacios naturales más importantes de Europa. Al tratarse de un área protegida, no hay edificaciones ni infraestructuras turísticas que interrumpan su perfil costero. Esto le otorga un carácter virgen que resulta cada vez más difícil de encontrar en las costas del sur de Europa.
Desde el punto de vista medioambiental, se trata de una franja litoral que conjuga varios hábitats únicos: dunas móviles, marismas salobres, pinares centenarios y sistemas de estuarios. Esta diversidad convierte la playa en un corredor ecológico privilegiado, que sirve de refugio a especies emblemáticas como el lince ibérico, el águila imperial o miles de aves migratorias que hacen escala aquí durante sus largos viajes entre África y Europa.
El dato más llamativo, sin duda, es su longitud. Con 28 kilómetros de extensión, la playa de Almonte‑Doñana es la más larga de España. Asimismo, se sitúa en el podio mundial, como la tercera playa más extensa a nivel global, sólo por detrás de Praia do Cassino (Brasil) y Ninety Mile Beach (Australia). No obstante, reducir su valor a una cifra sería quedarse corto. Lo que realmente llama la atención al recorrerla no es simplemente lo que mide, sino todo lo que ofrece.
Esta playa no tiene chiringuitos, hoteles, ni calles asfaltadas que lleguen hasta su orilla. Todo el perímetro costero se mantiene prácticamente intacto. Lo más parecido a una construcción es la Torre de la Higuera, una antigua fortificación costera del siglo XVI que hoy aparece medio sumergida en la arena, como un recuerdo del pasado que resiste el paso del tiempo. También pueden encontrarse restos de antiguos búnkeres de la Segunda Guerra Mundial, testigos mudos de una historia más reciente y también fascinante.
Acceder a este paraíso: opciones sostenibles y reguladas
El acceso a la playa de Almonte‑Doñana está cuidadosamente gestionado para evitar un impacto negativo sobre su delicado ecosistema. Se puede llegar a pie desde la urbanización de Matalascañas, cruzando un tramo de dunas que ya anticipa el espíritu salvaje del lugar. También existen rutas autorizadas en vehículos todoterreno que operan bajo supervisión, ofreciendo visitas guiadas a lo largo de la playa y por el interior del parque.
Otra forma de acceder es desde la provincia de Cádiz, concretamente desde Sanlúcar de Barrameda. En este caso, los visitantes cruzan el río Guadalquivir en pequeñas embarcaciones que los dejan en el extremo sur del Parque Nacional. Desde allí, pueden comenzar a explorar la playa desde un punto menos transitado, ideal para los más aventureros.
La principal característica que diferencia a la playa más larga de España de otras del litoral andaluz es su aislamiento. Aquí no hay música alta, ni sombrillas alineadas, ni vendedores ambulantes. Lo que hay es espacio, silencio y una sensación de libertad difícil de explicar.
Una joya internacionalmente reconocida
Aunque es poco conocida por el público general, diversos organismos internacionales han destacado esta playa. Su pertenencia al Parque Nacional de Doñana, declarado Patrimonio de la Humanidad y Reserva de la Biosfera por la UNESCO, le otorga una protección especial que garantiza su conservación. Esto no sólo refuerza su importancia ambiental, sino que también la coloca en el mapa del turismo sostenible a nivel global.
En los últimos años, medios especializados en naturaleza y viajes han comenzado a prestarle más atención. Desde publicaciones científicas hasta blogs de viajeros, todos coinciden en que se trata de una de las playas más bonitas de Europa, tanto por su tamaño como por su estado de conservación.